Uno de todos busca un papel, usted pensará que lo ocupa para ir al baño, ya ve usted cómo son las urgencias precisamente donde no encuentras ni piedras. Busca un papel imaginado por la concurrencia hasta que el más resuelto, seguro de sí mismo pregunta : ¿Y para que quieres papel? Pensando en prestarle la libreta que trae en el bolso interno del saco, único que no está roto.
Para muchas cosas sirve el papel, menos para apagar una hoguera o cegar el pasto, ni para dejarlo tirado en la calle. Sin embargo un papel puede sacar a un sujeto de la cárcel o refundirlo, un papel no hace que viajes por Europa pero te da el pasaporte, aun cuando no vayas ni a las cascadas de la Boca, antes de que se acaben.
Es papel sin horas, sin ramas, sin viento, en las escaleras, abajo del tiempo, pautado de fe, de noticias extrañas, lejano papel avioncito, barco mojado en aromas musicales, tarjetitas de ajedrez, naipes al revés circulando a manos libres.
Un pedazo de papel es envoltura, extraído de un árbol, papel desgajado, horadado, metido en aceite quemado, presagio de lumbre para una carnita, espíritu verde y gris de humo en la frente, donde quede, donde apaciente, donde se deje.
Papel para llevar, tramo por correr, para leer y esconder, de recado sumido en el agua, reventado, pintado, papel rayado en esquinas, membretado con una orden, un instructivo para armar un silencio. Papel azul, rojo, verde para una bola de engrudo, para periódico, para soltar en el aire, papalote vuelto ave reciclable.
Papel para un drama mal leído, incomprendido, derrotado, transvasado, papel de hormiga en los lomos de la vida, papel de tiza, de libro escrito a mano. El drama continúa en el monólogo sin libreto y los vuelve locos a todos, a quienes desde las butacas se toman fotos.
Tira de papel de agua materializada, sueño de una tarde de verano en un anuncio, papel seco en la cornisa doblado, ovillo estrujado sin manos, sin aliento, dejado, olvidado. Hoja rebelde de la sentencia cruel a cien años. Papel del crucificado en la representación de Cristo en el barrio. Papel maché, escorbuto de cartón, peregrino papel en el aire. Papel de escriba, garabateado sin firma, anónimo papel recorriendo las calles arrastrando durante años.
Hay siempre un papel perdido en otros papeles, esclavo de carpetas ilustres, papel que torcido enciende antorchas, papel hecho nube, albanene del arquitecto, flor de loto, de crepé, de amatista remoto.
Papel para beber en un cono, vasija, estrella derretida, sombra, carpeta, sombrero de bicicleta, es un pañuelo, un cuaderno engargolado. Rollo gigante, lámina plegada donde se imprime un periódico.
El papel de estrecha delgadez es filo de alfiler, metáfora de metal, de lámina galvanizada, de techo infiltrado por el corte de afilar un láser. Ahí tiene su casa un dibujo, de pronto la tinta es la fiesta de una noche triste. Nada que el borrador no desaparezca al instante.
Y sin embargo el papel es el papá de las piñatas, madera ultimada que acabó en puerta , hoyo de polillas, agorero de aves, películas de dibujos, envoltura de regalo gon un moño rojo. Inofensivo papel crudo, cocido a mano, transparente parche agujereado, dinero prestado, billete falso, colilla de cigarro.
El mejor amigo del papel es otro, con el cual arma un documento, un legajo legal que va y cambia la vida de alguien. Un papel simple deja pasar o detiene a un contingente de soldados armados hasta los dientes. Y qué bueno que el papel haya salido a tiempo y nadie escapa en una balsa. Finalmente alguien saca la mano y luego de media hora en un cuarto de 4 X 4 pide a gritos que le consigan un pedazo de papel sanitario.
HASTA PRONTO.
POR RIGOBERTO HERNÁNDEZ GUEVARA