La clave para entender la reforma del Estado que ha emprendido en la coyuntura transexenal el bloque político Andrés Manuel López Obrador-Claudia Sheinbaum Pardo con el paquete de reformas a la estructura del Estado se localiza en la construcción de la cuarta fase del Estado mexicano: el Estado revolucionario 1917-1946, el Estado de economía mixta 1947-1982, el Estado neoliberal de mercado 1983-2018 y el regreso al Estado social 2018-2030.
Los dos posicionamientos clave para definir el Estado neoliberal mexicano fueron del presidente Miguel de la Madrid Hurtado en su reforma de rectoría del Estado de enero de 1983 y el discurso ideológico de fundamentación del Estado neoliberal que dio Carlos Salinas de Gortari como secretario de programación y presupuesto en 1985 y que le valió la sucesión presidencial de 1988.
De la Madrid fijó el marco ideológico de rectoría del Estado como un retroceso constitucional para acotar los límites del Estado que antes dependían de decisiones políticas en función de los equilibrios sociales y productivos en el modelo de economía mixta. La fundamentación limitó la acción del Estado y sentó las bases del mercado:
“Lo que está de por medio es afirmar las bases para la modernización democrática y la transformación económica de México, removiendo los obstáculos estructurales que podrían llevar a un largo período de estancamiento, ineficiencia e injusticia. Nuestra modernización no busca repetir el camino de los países hoy industrializados, sino que se formula a partir de la identidad nacional. Requiere para ser eficaz en el contexto de fuerzas e intercambios que determine la escena mundial, encontrar bases de solidaridad y previsión de rumbos para la acción de los tres sectores de la economía mixta bajo la rectoría del Estado.”
En un discurso que teorizó sobre la reforma del Estado, Salinas de Gortari anunció el fin del Estado social y el inicio, en modo neoliberal, del Estado autónomo de los compromisos sociales. Fue en un foro sobre reforma del Estado en la UNAM. Sus párrafos decisivos fueron los siguientes:
Algunos consideran que la acción del Estado es un reflejo de los grupos en pugna, Y en particular lo consideran un mero mandatario de los grupos dominantes. Otros suponen que el Estado es la instancia que crea y organiza la sociedad. Sin embargo, posiciones así de extremas pueden resultar simplistas. La vida política no puede reducirse a la dinámica de fuerzas socioeconómicas. El Estado no es la arena política donde se dirimen los conflictos sociales. Hay una autonomía relativa del Estado respecto de los diversos grupos que actúan y compiten en una sociedad plural. Por ello debe rechazarse la posición reduccionista que considera que las formas del Estado varían simplemente en correspondencia con los modos de producción.
El Estado opera ciertamente en el contexto de relaciones socioeconómicas entre grupos y clases; de las actividades de los grupos sociales cuando éstos reflejan sus intereses en organizaciones políticas, y de la dinámica internacional. Para ejercer su responsabilidad, mantener respeto del exterior y conservar la armonía interna, el Estado tiene que obtener recursos de la economía; pero puede y debe canalizarlos de acuerdo al interés general y no de un grupo o clase particular.
Si bien no crea a la sociedad, el Estado influye en su desarrollo y en su dinámica. El proceso por el cual un Estado toma forma produce hábitos, necesidades y concepciones en la sociedad, creando entre dirigentes y población una disposición específica que favorece las particularidades del desarrollo social. Existe interacción entre el Estado y la sociedad civil, pero ambos tienen tareas autónomas de acción y desarrollo. Puede decirse, como lo han afirmado algunos pensadores destacados como Hegel o Gramsci, que hay una sociedad política integrada por instituciones públicas como la burocracia, las cortes o los servicios de seguridad, y una sociedad civil integrada por escuelas, intelectuales Y artistas, organizaciones populares, sindicatos, partidos políticos, y empresarios, entre otros. El Estado, cuando logra equilibrio entre la sociedad política y la sociedad civil, garantiza el cumplimiento del interés general.
Esta distinción entre el Estado y la sociedad civil es fundamental para entender la importancia de desarrollar las instituciones y ampliar el campo de acción de la sociedad civil; es ahí donde se tienen que formar organizaciones con una conciencia social clara; es ahí donde diferentes grupos deben lograr establecer su liderazgo en los campos culturales Y políticos; y es a partir de ahí, mediante la participación popular, que puede expresarse la crítica y la disidencia y a la vez generarse el consenso en lo fundamental. Por ello es crítico fortalecer la estructura de la sociedad civil.
Al desmantelamiento de la estructura del Estado neoliberal salinista apuntan las reformas de reconstrucción del Estado social de López Obrador-Sheinbaum Pardo.
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Política para dummies: la política es el camino de la economía.
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Por Carlos Ramírez
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