Una guerra se inicia con un acto singular como la invasión de Rusia a Ucrania en el 2022, como el ataque de las milicias del movimiento Hammas a los kibutz de Israel en el 2023, y en el caso de México con la declaración del Presidente Felipe Calderón el primer día de su gobierno en diciembre de 2006 “Se, que restablecer la seguridad no será fácil ni rápido, que tomara tiempo, que costará mucho dinero, e incluso y por desgracia, vidas humanas. Pero ténganlo por seguro, esta es una batalla en la que yo estaré al frente, es una batalla que tenemos que librar y que unidos los mexicanos vamos a ganar a la delincuencia».
El presidente panista Felipe Calderón en su sexenio dividió a la población en buenos y malos y al frente de los buenos ordenó la ejecución de los presuntos delincuentes sin juicio, sin defensa y sin sentencia, las autoridades encabezaron una guerra de exterminio que se escenificó en las calles y en las carreteras del país, los grupos delincuenciales se asumieron como fuerza beligerante y aumentaron su poder de fuego y la sofisticación de su armamento para enfrentar a las autoridades y a los grupos delincuenciales contrarios.
A diferencia del inicio súbito de una guerra, construir la paz es un largo camino en el que los actos simbólicos y los hechos concretos hablan más que las palabras para ganar la confianza de los ciudadanos, o recuperarla, como en el caso el gobierno de López Obrador. En el inicio de su gobierno en 2018 el Presidente Andrés Manuel López Obrador dijo que ya no había más Guerra al Narco y que su gobierno no iba a ordenar matanzas de mexicanos. Reintegró a la Secretaría de la Defensa a 8 mil elementos del Estado Mayor Presidencial, desarmó por completo a todas las policías antimotines del gobierno federal y dijo que atacaría el problema del crimen organizado desde sus orígenes refiriéndose, entre otras cosas, a la falta de recursos, de empleo, de educación y de salud, de la población más desprotegida.
Se creó un cuerpo de policía nacional a la que se le denominó Guardia Nacional y durante el sexenio se desplegaron 134 mil elementos en todo el territorio nacional, se mantuvo el decomiso de armas, drogas y dinero, así como la detención de presuntos delincuentes y en su caso la confrontación armada directa, logrando que se redujeran los índices de los delitos de homicidio, secuestro y extorsión en la mayor parte de los estados de la república, según cifras del Secretariado Técnico del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
Seis años después no hay presos políticos del sexenio reciente, no hay personas que hayan perdido la vida o hayan sido lesionadas por manifestarse públicamente, no hay personas en la cárcel por expresar sus ideas políticas o por protagonizar manifestaciones públicas por cualquier causa política, social o cultural.
En el primer acto de su gobierno la Presidenta Claudia Sheinbaum firmó un Acuerdo por el que en nombre y representación del Estado Mexicano, se reconoce políticamente que los actos de violencia gubernamental perpetrados el 02 de octubre de 1968, en contra de integrantes del Heroico Movimiento Estudiantil, fueron constitutivos de un crimen de lesa humanidad. Agrega que se instruye a la titular de la Secretaría de Gobernación para que, en nombre y representación del Estado Mexicano, se ofrezca una disculpa pública por esa grave atrocidad gubernamental a las víctimas, a sus familiares y a la sociedad mexicana en su conjunto.
También, en ese acto de justicia histórica, en nombre y representación del Estado Mexicano el Ejecutivo Federal a su cargo la Presidenta Claudia Sheinbaum se compromete a garantizar la no repetición de atrocidades como a las que se refiere el acuerdo; actos de represión, actos de privación ilegal de la libertad, uso de las fuerzas armadas contra la población, utilización de cárceles clandestinas, desapariciones forzadas, torturas u otros tratos crueles, inhumanos o degradantes, o a la anuencia del Estado para destruir o exterminar a un grupo de la población Mexicana.
Todos estos actos, los simbólicos y los concretos del gobierno del Presidente López Obrador y de su gobierno de inicio reciente, son el marco en el que la Presidenta Claudia Sheinbaum presentó la Estrategia Nacional de Seguridad del Gobierno de México, que se basa en cuatro ejes: Prevención y atención a las causas; consolidación de la Guardia Nacional; fortalecimiento de la inteligencia e investigación con la creación de un nuevo Sistema Nacional de Inteligencia; y la coordinación con las entidades federativas. La presidenta fue muy firme al señalar que no va a regresar la guerra contra el narco de Calderón, afirmó “No buscamos ejecuciones extrajudiciales, que era lo que ocurría”, señaló, nosotros, vamos a usar prevención, atención a las causas, inteligencia y presencia en esta estrategia de cuatro ejes.
La Estrategia Nacional de Seguridad ha establecido, además, tres objetivos principales para la construcción de la paz, que son la disminución de la incidencia delictiva, principalmente de los homicidios dolosos y de la extorsión; neutralización de los generadores de violencia y redes criminales y fortalecer las capacidades de prevención y proximidad social de las policías locales. Queda muy firme el compromiso de la Presidenta de construir la paz sin la repetición de atrocidades para llegar a la seguridad que los mexicanos esperan y merecen.
POR JESÚS COLLADO MARTÍNEZ