El ocio es una utopía si nos referimos al no hacer nada, estar muy tranquilo sin siquiera pensar, sin una responsabilidad, sin un deseo, ni siquiera las ganas de hacer nada. Y la nada es como el ocio, que visto de esta manera no existe.
El ocio si se refiere a las cosas comunes abre un espacio para los poetas y su libertad. Por eso el artista se aisla, olvida sus tareas orgánicas como dormir o comer, buscar el sustento y sobrevivir, sólo la obra permanece, luego nadie recuerda lo que comía, si dormía o no.
Nadie sabe qué otra cosa- aparte de caballero andante de la triste figura- hacia Don Quijote y su inseparable amigo Sancho panza. ¿En qué trabajaba el muchacho? La singularidad de personaje no necesitaba ocuparse más que de las utopías, devaneos, compasión en una novela no tan bien escrita, pero como ocurre con todo fue de las mejores.
Habrá a quienes les gusta tirar barra todo el tiempo, pero no lo logran. Nadie puede lograr que le lleven la comida a la boca sin gastar la voz, que le cumplan sus caprichos, que lo lleven y lo traigan de aguilitaen todas parte que de eso se trataría.
Pues si tienes que abrir una puerta, llegar y esperar, leer un menú, hablar para pedir un platillo ya es un jale. Todo requiere un esfuerzo. Destacados aquellos que saben hacer como que trabajan y como quiera les pagan. Los conocedores del diccionario incompleto de pretextos para ausentarse o llegar tarde.
Sin embargo hay quienes se toman un break, un ligero descanso, un receso en el trabajo para continuar con más entusiasmo, aunque otros le den de corrido, hay de aquellos que todavía no suena el timbre y ya guardaron todos sus útiles para salír hechos máuser de la escuela.
Y es que en realidad siempre hay a quienes no les gusta trabajar, no nacieron para eso, prefieren evitar la fatiga, no se les da y por lo general tienen suerte pues encuentran la familia proveedora, la mujer o el hombre perfecto a su manera. Y qué padre. De esa manera puedenseguir jugando video juegos todo el tiempo.
En cada casa hay un ocioso. En cada pueblo hacen célebre al muchacho que destaca por habilidad de obtener recurso y sustento sin hacer nada, con la pura mirada. Se murmura en el pueblo, que los hay peores. Ya ve ustedes cómo son en el rancho.
En descargo del mundo hay por el contrario gente muy trabajadora, cuyo exceso de impetu llega a ocasionar inconformidad por parte de sus iguales «no le eches tantas ganas ni que te las fueran a pagar» y son vistos como un mal ejemplo por los compañeros mas flojos de la línea de producción.
Hay vatos que salen de un jale y se lanzan a otro en moto para llegar a tiempo. Gente que duerme 4 horas y tiene bien distribuido el tiempo para completar un propósito.
Incluso el libro sagrado dice que hay un tiempo para todo, para jugar, para trabajar, para descansar. Hay una edad para estar tranquilos después del deber cumplido. Durante el día, acaso hay un espacio para una siesta.
Eso, aseguran los que saben, ya se trae en los genes. Niños que desde pequeños sin que se les pida aprenden un oficio para ayudarse, o que por necesidad de sustento hacen talacha, mandados, mensajes, cargan cajas en el mercado, acomodan productos, lavan platos. Y hace no muchos años, cientos de niños aseaban calzado.
Como dijo el filósofo de Guemez: trabajar nunca ha desvivido a nadie, pero para qué chingados arriegarle. Llegar a casa luego de un vaciado y no echarse una caguama, es como ir al baile y cansarte de estar viendo; no tiene nada que ver pero qué tiene. Dicen… dicen, que hasta de no hacer nada se cansa la gente. Quien sabe.
HASTA PRONTO
POR RIGOBERTO HERNÁNDEZ GUEVARA