La situación que viven los diputados panistas en el Congreso local, recuerda mucho a lo que les sucedió a aquellos legisladores priiistas en el gobierno de Francisco García Cabeza de Vaca.
Los panistas se ven perdidos, sin brújula y sin demasiado ánimo para ser una oposición inteligente, combativa y propositiva más allá de la queja constante por el mayoriteo oficialista.
Son otros tiempos y ahora no cuentan con el respaldo del aparato gubernamental ni con la fuerza política que a pesar de todo tenía Francisco, de la cual abusaba su hermano Ismael al ejercer un control férreo en el partido, en el Congreso y en muchos comités municipales.
Hoy la fracción panista es minoritaria, como hasta antes de la llegada al poder estatal y así como avasallaron a sus opositores priiistas, pasan ahora situaciones similares.
Una diferencia es que el hecho de pertenecer al grupo político de Francisco e Ismael, los vuelve más susceptibles a ser tratados con rudeza.
El único diputado panista que no fue colocado en la lista de beneficiarios con una candidatura plurinominal por el cabecismo, es el tampiqueño Pepe Schekaibán, quien llegó impulsado por el entonces Alcalde Chucho Nader.
Inclusive, la diferencia se nota en el trato institucional que recibe Schekaibán tanto en el Congreso como en el mismo Ejecutivo estatal. Ya hasta se le menciona como uno más de los legisladores morenistas, de tan bien que lo ven y lo consideran en la Cuatroté
No ha faltado quien en broma ha dicho ya que si quiere seguir en la política, el futuro de Schekaibán está en Morena, en donde lo ven como un buen aliado. Vaya usted a saber si veamos ese escenario.
Por lo demás, mientras Pepe se ve y se mueve feliz en su relación cordial con los morenistas y con el gobierno estatal, sus compañeros diputados panistas -en realidad, cabecistas -, se observan perdidos, desarticulados y desanimados.
Parece que están viendo que mientras se está en el poder, nadie debería abusar del mismo ni apostarle a la soberbia como base para la actuación personal.
EL TERROR VIENE DEL CIELO
En Sinaloa, ya no son solo las balaceras en sus calles, los incendios en negocios, el robo de autos y el cierre de vialidades: Ahora, el terror viene del cielo.
Le cuento: Ayer, un artefacto explosivo transportado por un dron, estalló en Sinaloa provocando el incendio de una camioneta, aunque aparentemente no hubo víctimas.
El hecho, aparentemente aislado, confirma que los grupos criminales están utilizando esta estrategia de ataque a sus rivales casi en cualquier parte del país.
En Tamaulipas ya se habló de este método hace unas semanas, aunque en estados como Michoacán casi es una práctica común, algo que las autoridades federales anteriores no quisieron atender para liberar a la población del terror que vive a diario.
Las cosas, a poco más de dos meses del cambio de gobierno federal, siguen igual que antes: Los delincuentes continúan actuando impunemente, ante la complacencia e incapacidad de las fuerzas de seguridad para hacer valer la ley.
En medio de las pugnas entre organizaciones delincuenciales, los ciudadanos ven impávidos cómo continúa la política de repartir abrazos a quienes violan la ley, tal como en su sexenio lo dijo y defendió siempre el compañero Andrés Manuel.
Los ataques con drones que portan artefactos explosivos superan el límite conocido y, sí, aunque los puristas del oficialismo y los fanáticos de López Obrador se escandalicen y quieran culpar al pasado, eso es terrorismo y merece ser tratado como tal.
El Estado mexicano es el único que tiene el monopolio de la fuerza y por tanto, es el responsable de garantizar la seguridad de los ciudadanos. Renunciar a ella ahora, como lo hizo Andrés Manuel, no solo es injustificable, sino hasta sospechoso. Huele a complicidad.
Que el gobierno haga lo que sea necesario para frenar la acción de los criminales, que el Estado mexicano con toda su fuerza, actúe para contener y erradicar esa amenaza criminal que provoca terror y que, más temprano que tarde, puede cruzar la línea y hacer blanco a los ciudadanos inocentes de sus ataques, como el que se registró en Sinaloa ayer.
Antes de empecinarse en defender lo indefendible y de querer cuestionar las críticas a la apatía de quienes deben enfrentar el problema, deben entender que se trata de un asunto de seguridad nacional.
La tranquilidad de la gente, la certeza para que se realicen las actividades productivas tanto de empresarios nacionales como extranjeros, no pueden dejarse de lado.
Y si es necesario que se tomen medidas extremas para evitar que la población siga siendo afectada por el clima de terror, por la incertidumbre de que en cualquier momento y lugar un dron puede hacer estallar un artefacto explosivo o un vehículo está equipado con una bomba que provoque daños materiales y muertes, que se haga lo necesario.
Finalmente, no se necesita el permiso de nadie para aplicar la ley y terminar con el terror. Si se sigue justificando la actitud indolente alentada por el compañero Andrés Manuel que hoy tiene al país ensangrentado, se cae en la misma complicidad que tanto se criticó del pasado.
ESCOTILLA
El director general de GT Global, Robert A. Fleishman Cahn, recibirá este día la presea “Eduardo Everbusch Beckmann”, que cada año otorga la Cámara de Comercio de Tampico al Empresario del Año.
Fleishman representa a la tercera generación de una familia cuyas actividades económicas están muy ligadas a la historia de Tampico.
Desde el surgimiento de la embotelladora de Coca Cola hasta el crecimiento de la compañía, que se fue diversificando con el paso de los años, la vida económica de la ciudad ha dependido en buena medida de la relación con sus empresas.
Robert ha sido distinguido ya en el pasado con la medalla el mérito ciudadano “Fray Andrés de Olmos” que otorga la ciudad a tampiqueños distinguidos por su trayectoria profesional, personal y empresarial, así como por sus aportaciones en beneficio de la comunidad.
Por. Tomás Briones
abarloventotam@gmail.com