México vuelve a retroceder en su débil y maltrecha lucha contra la corrupción. Ahora, bajo la bandera de la “eficiencia administrativa”, el gobierno propone eliminar la figura de la contraloría federal. Con reformas a la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal, busca desmantelar un órgano autónomo encargado de fiscalizar el uso de los recursos públicos y redistribuir sus funciones entre dependencias subordinadas al Ejecutivo. En otras palabras: menos vigilancia, más concentración de poder.
La contraloría no es un simple accesorio burocrático. Es uno de los pocos mecanismos institucionales que aún operan como contrapesos frente a un gobierno centralizado. Su eliminación equivale a arrancarle los frenos a un automóvil que ya va a exceso de velocidad. La corrupción, que carcome al país desde sus cimientos, encontrará menos obstáculos. Y los ciudadanos, menos respuestas.
Esta decisión no ocurre en el vacío. Forma parte de una estrategia más amplia de concentración de poder y desmantelamiento de los pocos contrapesos institucionales que sobreviven. Un patrón donde la transparencia es relegada, la rendición de cuentas es un estorbo, y el mensaje para quienes gobiernan es claro: “Hagan lo que quieran, nadie los observará”.
¿Por qué importa?
La eliminación de la contraloría afecta más de lo que parece:
1. El fin de la vigilancia independiente: Al trasladar sus funciones a oficinas bajo control del Ejecutivo, el gobierno se convierte en juez y parte. En lugar de ser fiscalizado, se fiscaliza a sí mismo. ¿Quién auditará los megaproyectos que derrochan recursos? ¿Quién supervisará los contratos entregados sin licitación?
2. Un golpe al Sistema Nacional Anticorrupción: La contraloría es un engranaje vital en este sistema, ya de por sí debilitado y disfuncional. Su desaparición es otro clavo en el ataúd de la lucha contra la corrupción, una causa que el gobierno de la “cuarta transformación” prometió priorizar.
3. Concentración de poder sin precedentes: La reforma consolida un modelo de gobierno que no quiere ser observado, cuestionado o limitado. Un modelo donde el Ejecutivo concentra funciones, elimina barreras y reduce la capacidad de otros actores para supervisarlo.
4. Un mensaje preocupante: A los ojos de la ciudadanía, esta reforma no es eficiencia administrativa; es licencia para la opacidad. En un país harto de desfalcos y despojos, el gobierno elige facilitar los abusos en lugar de prevenirlos.
Eficiencia o impunidad disfrazada
El argumento oficial es que eliminar la contraloría reducirá duplicidades y hará más ágil la administración pública. Pero detrás de estas palabras técnicas se esconde una realidad política: un gobierno que no quiere ser molestado, ni por ciudadanos, ni por organismos autónomos, ni por periodistas incómodos.
Esta reforma representa una traición a los votantes que confiaron en un cambio. Aquellos que esperaban un gobierno comprometido con combatir la corrupción, no con camuflarla.
México, en el espejo del pasado
La eliminación de la contraloría federal no es un error técnico; es una decisión política deliberada. Una que pone en riesgo el poco avance democrático que el país ha logrado. Una que nos devuelve a un pasado donde el poder se ejercía sin frenos, sin contrapesos, sin consecuencias.
Hoy más que nunca, México necesita instituciones fuertes, independientes, capaces de decirle al gobierno: “Aquí no se roba”. En lugar de eso, nos dirigimos hacia un modelo donde todo se permite, nadie observa y, cuando el escándalo estalle, ya será demasiado tarde.
Eliminan a la contraloría, pero no eliminan la corrupción. Solo la hacen invisible. Y ese, sin duda, es el mayor fracaso de un gobierno que prometió transformarlo todo.
ALTO NIVEL.
Entre los sucesos más importantes de este 2024 fue la llegada de “ALBERTO” el cual restableció las reservas de agua del estado.
Entre otras cosas el Gobernador Américo Villarreal Guerra, junto con la Presidenta del Sistema DIF Tamaulipas,visitaron las instalaciones del albergue “CUAUHTLI”, un Centro de Atención y Protección de Niñas, Niños y Adolescentes migrantes en Cd. Victoria.
Con lo que reafirma su interés de trabajar por un futuro más digno para todos.
Por Luis Enrique Arreola Vidal