Donald Trump regresa, y con él, la sombra del autoritarismo disfrazado de populismo. Este 20 de enero, al asumir su segundo mandato, no solo arrastra una historia de racismo, supremacismo y expansionismo; ahora, con el control absoluto del Congreso estadounidense, amenaza con redibujar las fronteras del continente, subyugando a sus vecinos bajo la bandera de “América primero”. Y del otro lado, en México, Claudia Sheinbaum encabeza un gobierno que parece más preocupado por consolidar su poder que por enfrentar los desafíos estructurales que amenazan al país.
Trump y Morena no podrían ser más diferentes en su retórica, pero más similares en su método: el absolutismo legislativo. Uno persigue la expansión imperialista; el otro, la hegemonía política interna. Ambos comparten el desprecio por los contrapesos, el amor por la polarización y una visión simplista para problemas complejos.
1. Donald Trump: Racismo, supremacismo y expansionismo
Si algo define a Donald Trump es su capacidad para combinar el espectáculo con el odio, y el autoritarismo con la narrativa de “protección”. Desde sus días como magnate inmobiliario hasta su primer mandato presidencial, ha construido su carrera sobre el miedo al “otro”:
• Un legado de exclusión: En los años 70, sus negocios inmobiliarios enfrentaron demandas por discriminación racial. En los 80, pidió la pena de muerte para los Central Park Five, cinco jóvenes afroamericanos e hispanos falsamente acusados de violación. Nunca se disculpó.
• Retórica incendiaria: En su primer mandato, llamó a los mexicanos “violadores” y criminales, implementó el Muslim Ban y describió a países en desarrollo como “shithole countries”.
• Supremacismo sin máscaras: Tras los disturbios de Charlottesville, Trump dijo que había “gente muy buena en ambos lados”, validando a grupos neonazis.
Ahora, con su control absoluto del Congreso, Trump busca algo más que proteger las fronteras: quiere expandirlas. Sus recientes declaraciones apuntan a un proyecto imperialista que incluye:
• Declarar a los cárteles mexicanos como terroristas: Una medida que le permitiría justificar sanciones económicas, bloqueos financieros e incluso acciones militares en territorio mexicano.
• Recuperar el Canal de Panamá: Bajo el argumento de la seguridad económica, Trump insinúa el uso de fuerza militar para controlar esta vía estratégica.
• Presionar a Groenlandia y Canadá: Reavivando su obsesión con Groenlandia, ha sugerido que ambos territorios deberían formar parte de Estados Unidos.
• Redefinir el Golfo de México: Propuso renombrarlo como “Golfo de América”, un gesto imperialista que minimiza la identidad latinoamericana.
Trump no es solo un líder nacionalista; es un populista autoritario con ambiciones de control geopolítico que evocan las peores memorias del siglo XX.
2. Controversias con México: Cárteles y soberanía en la mira
Para México, la declaratoria de los cárteles como terroristas no es solo un tema diplomático: es una bomba que podría estallar en el corazón de la soberanía nacional. Trump ve en los cárteles una amenaza existencial para Estados Unidos, pero omite convenientemente que el tráfico de drogas no ocurre sin la voraz demanda de sus propios ciudadanos.
Claudia Sheinbaum, quien asume la presidencia en un México fragmentado por la violencia, enfrenta una prueba de fuego: ¿cómo defender la soberanía frente a un vecino que amenaza con dictar las reglas?
• El dilema de los cárteles: Heredando la política de “abrazos, no balazos” de López Obrador, Sheinbaum debe demostrar que tiene una estrategia real para debilitar al crimen organizado. Su nombramiento de Omar García Harfuch como Secretario de Seguridad apunta a un cambio, pero la pregunta persiste: ¿es suficiente para convencer a Trump de que México puede manejar su propio problema?
• Migración bajo presión: Trump no solo retomará políticas como el muro fronterizo y las deportaciones masivas; exigirá a México que contenga los flujos migratorios en su frontera sur, exacerbando la crisis humanitaria que el país ya enfrenta.
3. Absolutismo en México y Estados Unidos: Morena y Trump, espejo de poder
Aquí es donde Trump y Morena se encuentran: en su capacidad para aplastar la oposición mediante el control legislativo. En México, Morena ha utilizado su mayoría en ambas cámaras para debilitar instituciones clave como el INE y centralizar el poder en el Ejecutivo. En Estados Unidos, Trump utilizará su Congreso como un instrumento para consolidar su agenda imperialista sin frenos ni contrapesos.
Ambos comparten un desprecio por la democracia deliberativa:
• En México: Morena ha etiquetado a los críticos como “traidores a la patria”, minando el debate público y debilitando la oposición.
• En Estados Unidos: Trump ha deslegitimado a sus adversarios, calificándolos de “enemigos del pueblo” y promoviendo teorías conspirativas que polarizan aún más al país.
Ambos proyectos representan el mayor riesgo para sus respectivas democracias, porque el poder absoluto es siempre la antesala de la arbitrariedad.
4. Reflexión final: Entre Hitler y el populismo tropical
Decía Hannah Arendt que el totalitarismo nace cuando las instituciones dejan de ser contrapesos y se convierten en instrumentos del poder. Trump y Morena encarnan esta advertencia. Uno desde el imperialismo, el otro desde la hegemonía política interna.
El regreso de Trump marca el inicio de un nuevo capítulo de tensiones en Norteamérica. Su declaratoria de los cárteles como terroristas es un ultimátum para México, pero también una oportunidad para que Sheinbaum demuestre que su gobierno puede defender la soberanía sin caer en la complacencia o la improvisación.
El 20 de enero no es solo el inicio de un mandato. Es el punto de inflexión en el que Norteamérica decidirá si sigue dividida por muros y promesas vacías, o si encuentra el coraje de enfrentar sus desafíos estructurales con visión y responsabilidad compartida. Porque lo que está en juego no es solo la relación entre Trump y Sheinbaum; es el destino de un continente que no puede permitirse retroceder al autoritarismo.
Por: Luis Enrique Arreola Vidal