Imposible. Tenía pensado que la columna del día de hoy hablara de la tradición de los “Reyes Magos”. Imposible. El pasado martes 7, Donald Trump realizó declaraciones sobre las acciones que tomará con México, y en el caso del T-MEC, también con Canadá. Algunas de ellas serían anecdóticas de no ser porque es el presidente electo de los EE. UU., como la idea de cambiar el nombre del Golfo de México por el Golfo de América.
Trump reiteró su amenaza de implementar aranceles del 25% contra Canadá y México, a menos que los gobiernos de ambos países tomen medidas para reducir los déficits comerciales con Washington, detener la migración de personas y frenar el tráfico de fentanilo. En el tema del narcotráfico, afirmó que México “esencialmente está dirigido por los cárteles. No puedo dejar que eso ocurra. México está realmente en problemas, muchos problemas. Es un lugar muy peligroso”.
En el tema comercial sabemos que México y Estados Unidos tienen una economía altamente integrada gracias al T-MEC. Muchas empresas norteamericanas han trasladado sus plantas de manufactura a México debido a costos más bajos, especialmente en sectores como automotriz, electrónica y electrodomésticos. Gravar estos productos afectaría al consumidor norteamericano, especialmente a los de bajos ingresos, reduciría la oferta de bienes y tendría un impacto negativo en la competitividad de las empresas estadounidenses que dependen de piezas fabricadas en México.
De acuerdo con el secretario de Economía, Marcelo Ebrard, en Estados Unidos se perderían 400,000 empleos.
En México, las exportaciones representan alrededor del 40% del PIB y son el motor principal de la economía. Un arancel del 25% podría recortar el crecimiento económico anual en 1 a 2 puntos porcentuales, generando una recesión. Es importante recordar que los analistas anticipan, como máximo, un crecimiento del 1.3% para el PIB en 2025. El reto es convencer a Trump de buscar opciones que permitan un crecimiento sostenido para ambos países. La pregunta es: ¿Tendrán la habilidad para convencerlo?
En el tema del narcotráfico, Trump anunció el 22 de diciembre pasado que “todos los miembros de pandillas extranjeras serán expulsados” y que designará a los cárteles como organizaciones terroristas extranjeras. Esto generó una respuesta de la presidenta Sheinbaum, quien declaró que el país “nunca se va a subordinar” y “no acepta injerencias extranjeras”. Aunque ha dicho que seguirá con la política de “atacar las causas”, el cambio al artículo 21 de la Constitución, aprobado el 12 de noviembre, permitió, según David Saucedo, consultor en Seguridad Pública, “crear una figura de zar en materia de seguridad que recae en Omar García Harfuch”. Este nuevo rol coordinará diversas instituciones como la Sedena, la Marina y el Centro Nacional de Inteligencia.
Este cambio marca un alejamiento de la política de “abrazos, no balazos”. Saucedo también critica al gobierno por no aceptar la existencia de narcoterrorismo en México. Advierte que la agenda de seguridad para 2025 estará relacionada con el reconocimiento del narcoterrorismo, el financiamiento político ilícito y las presiones de la Casa Blanca. Aunque considera que clasificar al narcotráfico como narcoterrorismo tomará tiempo, cree que eventualmente sucederá. Sin embargo, ve difícil que se envíen tropas a México, principalmente por la oposición del Pentágono, que recuerda los problemas de corrupción asociados al narcotráfico cuando se intentó intervenir directamente.
Este enfoque probablemente generará más violencia a corto plazo, pero podría ayudar significativamente a controlar el crimen organizado en el país.
El tema migratorio es otro gran reto que no puede resolverse con soluciones simplistas, como las que propone Trump de cerrar la frontera. Se requiere mejorar el control de los flujos migratorios con políticas públicas que tengan un enfoque integral, respeten los derechos humanos, garanticen la dignidad de los migrantes y fomenten una gestión eficiente. Esto exige la participación de los países de origen, tránsito y destino. Pero el principal reto es crear condiciones económicas y de seguridad en los países de origen para desincentivar la migración. La mayoría de los migrantes buscan mejores condiciones de vida y desearían quedarse en su país natal, pero se ven obligados a partir por necesidad. Según la ONU, México es uno de los principales países de origen de migrantes, ocupando el segundo lugar a nivel mundial después de la India en 2020.
Estos retos no pueden resolverse sin un enfoque integral y la cooperación de todos los países involucrados. Las medidas punitivas no son la solución. Tanto el gobierno de Trump como el de Sheinbaum deben tomar medidas que aborden las causas primarias. Si lo hacen, recibirán el reconocimiento no solo de sus ciudadanos, sino del mundo entero.