CIUDAD VICTORIA, TAMAULIPAS.- Hace tres años, Tamaulipas enfrenta una de las etapas más críticas de la pandemia por COVID-19.
En menos de 48 horas, los casos aumentaron cerca de tres mil, provocando miedo y desesperación entre la población. Esto condujo a cientos de personas a abarrotar clínicas y laboratorios en busca de pruebas que confirmaran o descartaran el contagio.
Las largas filas y aglomeraciones en centros médicos reflejaban la angustia de los tamaulipecos, preocupados por su salud y la de sus seres queridos.
Desde farmacias hasta servicios de pruebas en automóvil, la demanda se disparó desde los primeros días del año, especialmente tras las festividades decembrinas, que propiciaron un aumento de contagios.
En Ciudad Madero, Gabino López Zúñiga, líder de la asociación civil «Ganas de Ayudar», informó que la alta demanda también elevó los costos de las pruebas. Antes oscilaban entre 250 y 350 pesos; sin embargo, en este periodo crítico, alcanzaron hasta mil pesos, afectando aún más a las familias con dificultades económicas.
Por su parte, Gloria Molina Gamboa, titular de la Secretaría de Salud en Tamaulipas, intentó tranquilizar a la población asegurando la disponibilidad de pruebas.
A pesar de ello, crecían los rumores de escasez en hospitales y clínicas, mientras la variante Ómicron, confirmada en diciembre de 2021, generaba mayor incertidumbre sobre las medidas de control.
Hoy, recordamos ese difícil episodio como una prueba de la fortaleza y resiliencia de los tamaulipecos frente a la adversidad, en una etapa que marcó profundamente a toda la comunidad.
Por Raúl López García
EXPRESO-LA RAZON