CIUDAD VICTORIA, TAMAULIPAS.- Enero trajo consigo un frío implacable a Ciudad Victoria. Las temperaturas descendieron y con ellas, la necesidad de un abrigo cálido se hizo más apremiante para quienes esperan en los pasillos del Hospital Infantil o en la Central de Autobuses. En medio de este escenario gélido, la Guardia Estatal de Género surgió como un faro de humanidad.
Al amanecer del 20 de enero de 2025, mientras el sol luchaba por atravesar las nubes grises, el personal de la Guardia se dirigió al Hospital Infantil. En las salas de espera, madres, padres y niños aguardaban noticias médicas, algunos desde la madrugada. El aire frío se colaba por las rendijas, pero entonces, la calidez llegó en forma de pan y café. Las manos temblorosas de los padres encontraron refugio en los vasos humeantes, y las sonrisas agradecidas se dibujaron en los rostros cansados.
La escena se repitió en la Central de Autobuses, donde viajeros con destinos inciertos se protegían del frío con mantas delgadas. Al ver llegar a la Guardia Estatal con su modesto pero significativo gesto, las miradas de desconcierto se transformaron en expresiones de alivio. No se trataba solo del pan o del café, sino de la certeza de que no estaban solos en este frío implacable.
El Plan Tamaulipas, bajo el cual se enmarcan estas acciones, no es solo una estrategia de gobierno; es un recordatorio de que la solidaridad puede calentar hasta el invierno más duro. La Guardia Estatal de Género no solo ofreció alimento y bebida, sino también esperanza. Su labor de invitar a quienes lo necesiten a los refugios temporales demuestra que en tiempos difíciles, la comunidad se fortalece con gestos simples pero profundos.
En medio del frío, estas acciones narran una crónica de compasión y cercanía. La Guardia Estatal de Género se ha convertido en el abrazo cálido que tantas familias necesitan, una prueba viviente de que incluso en las noches más frías, la calidez humana siempre encuentra una forma de brillar.
Por Raúl López García