El color azul ha fascinado a lo largo de la historia tanto a artistas como a psicólogos por su capacidad de evocar una amplia gama de emociones. Este tono, presente en el cielo y el mar, tiene un efecto sobre nuestras percepciones y estados de ánimo.
Según la página Psicología-online, el azul es uno de los colores preferidos de muchas personas, y su influencia va más allá de lo estético. Este color está relacionado con cualidades como la confianza, la calma y la tranquilidad.
El azul está vinculado a sentimientos como la serenidad y la confianza. Por ejemplo, en ambientes diseñados para la relajación, como spas o consultorios médicos, los tonos azules son predominantes.
Esto se debe a que investigaciones han demostrado que mirar tonos de azul puede reducir la presión arterial y ralentizar el ritmo cardíaco, creando un efecto calmante en el cuerpo.
Por otro lado, su conexión con la confianza lo convierte en una elección común en marcas que desean transmitir seguridad y profesionalismo. Sin embargo, no todo es positivo. En algunas culturas, el azul se asocia con la tristeza, como lo refleja la expresión inglesa «feeling blue».
Esta connotación puede estar vinculada a la oscuridad del océano profundo o al cielo nublado, que evocan una sensación de melancolía.
¿Por qué se relaciona al azul con la tristeza?
Existen diversas teorías que explican por qué el azul se relaciona con la tristeza. Una de ellas se basa en la proximidad de los tonos oscuros de azul con el negro, que tradicionalmente simboliza lo negativo.
En idiomas como el italiano, se diferencian claramente los tonos claros (azzurro) y oscuros (blu), lo que podría influir en las asociaciones emocionales.
Otra teoría remite a las antiguas tradiciones marítimas. Según una leyenda, cuando un capitán de barco fallecía durante una travesía, se pintaban las velas y el casco de azul para simbolizar el luto.
Aunque esta hipótesis carece de pruebas históricas sólidas, sigue siendo una curiosidad que refuerza la relación del azul con la melancolía.
Johann Wolfgang von Goethe, precursor de la psicología del color, señaló en su obra de 1810 que el azul es un color frío que transmite tranquilidad y calma, pero que también puede asociarse con nostalgia y frialdad.
Esta dualidad hace que el azul sea tan versátil en su influencia emocional.
Un ejemplo moderno de esta conexión es el «Blue Monday», conocido como el día más triste del año. Este concepto, popularizado en Estados Unidos, se refiere al primer lunes después de las fiestas decembrinas, cuando factores como el clima, el retorno al trabajo y los excesos navideños generan una sensación general de melancolía.
CON INFORMACIÓN DE EL HERALDO DE MÉXICO