El desprecio hacia los latinos que radican en la Unión Americana, que tanto ha manifestado Donald John Trump (y principalmente contra los mexicanos indocumentados), ahora, nuevamente investido como presidente, tiende a:
1) Declarar una emergencia nacional en la frontera sur del país vecino del norte, a fin de que todas las entradas ilegales sean detenidas, mediante la reinstauración del programa ‘Permanece en México’;
2) Deportar masivamente a (+/-) 12 millones de migrantes, para lo cual en la víspera pudo haber firmado las primeras órdenes ejecutivas;
3) Enviar tropas a la línea divisoria del lado estadunidense para, según ha vociferado, ahuyentar los cruces;
4) Designar a los cárteles del crimen organizado como ‘organizaciones terroristas’ para su persecución, pese a vulnerar tratados internacionales al transgredir la soberanía mexicana; y
5) Cambiarle nombre al Golfo de México por el de Golfo de América; e
5) Imponer aranceles hasta de un 25 por ciento a las exportaciones de Canadá y México, a partir del 1 de febrero próximo.
Por eso desde horas antes de su asunción, durante ésta y después de ésta, hubo en los 50 estados yanquis protestas de repudio en contra suya, como puntualmente lo informaron los medios de comunicación masiva.
E incluso, algunas hasta violentas, por sus desplantes xenofóbicos.
En esas manifestaciones interactuaron los estadounidenses blancos y negros, amarillos y prietos, sin importar su condición socioeconómica ni su nacionalidad –natural o adoptada–, fundiéndose en un mismo repudio que, por cierto, también fue reproducido en todo el mundo; y aun cuando ya han transcurrido más de 24 horas, sigue causando irritación.
Más cuando se analizan los seis puntos esenciales de lo que espetó al asumir el cargo.
Helos enseguida:
1) La transferencia del poder, pues, según el político conservador, no se trata simplemente de traspasarlo de una administración a otra o de un partido a otro, sino que se está transfiriendo todo el poder al pueblo;
2) Una nueva visión para gobernar esta tierra, en lo sucesivo, bajo el principio de América primero;
3) El fortalecimiento de las viejas alianzas, formando otras nuevas. Y la unificación del mundo civilizado contra el terrorismo;
4) La protección a su proyecto de los ‘grandes’ hombres y mujeres de sus fuerzas armadas y de la ley; y lo que es más importante, para él, dijo, “estamos protegidos por Dios”;
5) Comprar productos estadounidenses y contratar para trabajar a los ciudadanos yanquis; y
6) Hacer a América fuerte otra vez, rica otra vez, segura otra vez, para volver a hacer América grande otra vez.
Esto significa que Donald John nada quiere saber del pasado y está decidido a sepultar lo que sus antecesores hicieron, como enseguida se deduce:
a) La trasferencia del poder, según él, se traslada al conglomerado, pero es Trump precisamente quien desatiende el mandato de la mayoría al adoptar medidas racistas unilaterales o apoyado por la minoría;
b) ¿Acaso alguno de los mandatarios que lo precedieron alguna vez privilegió a otras naciones por encima de los Estados Unidos?
c) ¿Las viejas alianzas a que se refiere son con los países que en la segunda guerra mundial apoyaron a EU para aniquilar naciones enteras, a fin de controlar al mundo?
d) Su propuesta de ‘erradicar’ el terrorismo, acaso es provocando una tercera guerra mundial.
d) ¿Apostándole a las fuerzas armadas yanquis, es como trataría de amedrentar al mundo?
e) Quiere obligar a los estadounidenses a comprar los artículos que se produzcan allende el Río Bravo –sólo estos–, y que en su elaboración sólo trabajen ciudadanos americanos, lo que lleva implícito negarles a los latinos fuentes de empleo; y más a los indocumentados, siendo que son, éstos, quienes más producen tratándose de trabajos agrícolas, servicios y artesanales.
f) Él dice que volvería a recuperarse la primacía de América, lo que me lleva a pensar que arremetería contra países como Japón y China, que son los que más producen y, hasta eso, sus productos son vendidos por el Tío Sam.
La agresión de Trump contra los latinos residentes o migrantes ilegales cobró vigencia, otra vez, durante su campaña, insultando a nuestro país públicamente, bajo el argumento que México es culpable de que haya millones de drogadictos en la Unión Americana, siendo que esa sociedad es de las más glotonas del mundo en el consumo de enervantes.
Desde entonces multiplicó su agresión contra nuestro país.
Incluso, otrora ha acusado al sistema judicial mexicano de corrupto. Y ha pedido a través de su cuenta twitter no hacer negocios con México, “ya que ése país está saqueando Estados Unidos”.
Por si fuera poco, también ha afirmado que los inmigrantes que cruzan su frontera sur provenientes de México, portan ‘enfermedades infecciosas’; y hasta ha amagado a los empresarios gringos con sabotear sus empresas de no cancelar sus inversiones acá de este lado del río Bravo.
¡Qué insensato!
POR JUAN SÁNCHEZ MENDOZA
Correo: jusam_gg@hotmail.com