El riesgo de que Tamaulipas se enfrente a una crisis social derivada de la deportación de decenas de miles de personas que están en situación ilegal en Estados Unidos, hizo que las autoridades de la entidad se prepararan con tiempo para afrontar esta situación.
El gobierno de Américo Villarreal estima que entre 15 y 20 mil personas tanto de nacionalidad mexicana como originarias de otros países que permanecen en condiciones ilegales en el vecino país del norte, serían eventualmente expulsadas y llegarían a Tamaulipas, al ser uno de los estados fronterizos con mayor intercambio con Texas.
Bajo una idea de aplicar en Tamaulipas medidas contempladas en la estrategia del gobierno federal para atender el problema de los migrantes mexicanos -y de otros países-, la administración estatal decidió tomar acción y a través de varias dependencias puso en marcha un plan que está listo para funcionar.
Para empezar, se instalarán albergues temporales en distintos municipios de la entidad -incluyendo en Tampico- para que ahí permanezcan en estancias cortas los migrantes que hayan sido repatriados por el gobierno de Donald Trump.
De hecho, la expulsión de ilegales que estaban trabajando y radicando en Estados Unidos ya comenzó, aunque no se han sentido todos los efectos sociales y económicos de esto en territorio estatal, aunque será cuestión de semanas.
En ciudades de la frontera, los albergues se llenaron rápido esta semana, pero a consecuencia principalmente de las bajas temperaturas derivadas de la onda gélida que afecta al país, pero igualmente en lugares donde permanecían decenas de migrantes esperando citas para recibir permisos especiales y asilo.
El Instituto Tamaulipeco del Migrante tiene el registro de mil 400 migrantes que están en la franja fronteriza, en espera de citas para poder seguir un proceso legal e internarse en Estados Unidos, pero con el cambio de gobierno eso complicó todo, al grado de que existe incertidumbre sobre su destino.
Los primeros repatriados por autoridades estadounidenses llegaron ayer cerca del mediodía a Tamaulipas, cruzando por Matamoros, pero de acuerdo con la misma dependencia estatal, no se trata de los primeros deportados del gobierno de Trump, sino del saliente.
Como sea, la preparación de la administración que encabeza Américo tiene claro que de una forma u otra tendrá que brindar techo, comida y atención médica a los migrantes que sean deportados, independientemente de si son mexicanos o de otros países, pues se trata de una cuestión humanitaria.
Y ajustándose a ese criterio, el del apoyo a quienes lo necesiten por asuntos humanitarios, es que se instruyó para que se instalaran los albergues distribuidos en diversos municipios. Como decía antes, en Tampico estará uno de ellos.
El objetivo es comprensible: No dejar en el desamparo a quienes son expulsados por las autoridades estadounidenses por razones humanitarias, especialmente porque en los siguientes meses las temperaturas son bajas la mayor parte del tiempo.
No es algo desconocido para Tamaulipas el hecho de que haya repatriaciones de migrantes, lo que se anticipa ahora es que con la llegada del nuevo presidente en el país vecino, el número de personas aumente.
Además del impacto económico que representará sostener los albergues durante un tiempo indeterminado -habría que definir eso, por supuesto-, está el tema de la respuesta que tendrá la población ante la llegada y permanencia de miles de migrantes, en muchos casos familias completas.
La previsión de lo que puede ser una oleada enorme de migrantes en ciudades fronterizas y de otras partes del estado, para actuar en consecuencia y brindarles apoyo humanitario mientras regresan a sus lugares de origen, es algo que habla muy bien del sentido humanista de la administración estatal.
Por. Tomás Briones