Los manglares y humedales son ecosistemas fundamentales para el equilibrio ambiental de Tamaulipas, por ejemplo en regiones como la zona sur, donde la interacción entre el agua dulce y salada crea diferentes hábitats ricas en especies. Sin embargo, su presencia ha disminuido drásticamente en los últimos años debido a múltiples factores, entre los que destacan la urbanización, la expansión agrícola, la contaminación y los efectos del cambio climático.
En el sur de Tamaulipas, los manglares se concentran en áreas como la Laguna del Carpintero, el sistema lagunario de Chairel y Champayán, así como en el Estero Garrapatas. Estos ecosistemas cumplen funciones esenciales como la regulación del clima, la protección contra inundaciones, la captura de carbono y el refugio de una rica biodiversidad, que incluye especies como cangrejos, aves migratorias, peces y reptiles.
Los humedales, por su parte, son zonas de transición entre ecosistemas terrestres y acuáticos, esenciales para la recarga de acuíferos y el control de la calidad del agua. Su desaparición tiene consecuencias devastadoras, desde el incremento en los efectos de fenómenos meteorológicos hasta la pérdida de especies endémicas.
Estudios recientes del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC) y la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO) revelan que Tamaulipas ha perdido aproximadamente el 20% de su cobertura de manglares y humedales en las últimas tres décadas. Las causas principales incluyen a la urbanización, la contaminación y el cambio climático como los principales factores negativos para el debilitamiento de estos ejemplares naturales.
Lo que respecta a la urbanización, es la expansión de zonas habitacionales y turísticas lo que ha desplazado grandes áreas de manglar, particularmente en Tampico y Ciudad Madero. Mientras que las actividades agroindustriales y el uso de terrenos para el cultivo intensivo y la ganadería ha fragmentado los humedales, afectando su capacidad de regulación hídrica.
La contaminación y el vertido de aguas residuales, así como la acumulación de plásticos y otros contaminantes, ha alterado gravemente la salud de estos ecosistemas. Ya que de acuerdo con la Secretaría de Desarrollo Urbano y Medio Ambiente (SEDUMA), cada habitante de Tamaulipas genera en promedio un poco más de un kilo de basura diaria, lo que se traduce en casi 4 mil toneladas de residuos al día.
Aunado a ello, el imparable cambio climático incrementó el nivel del mar y la variabilidad de las lluvias que afectan la regeneración natural de manglares.
Acciones para la conservación
A nivel estatal, la SEDUMA ha implementado programas para la reforestación de manglares, como el proyecto «Reverdece Tamaulipas», que busca restaurar áreas degradadas mediante la plantación de especies nativas. Asimismo, se han establecido áreas naturales protegidas en la región para garantizar la preservación de estos ecosistemas.
Por otro lado, el Código Penal de Tamaulipas contempla sanciones severas para quienes realicen actividades que dañen el medio ambiente, incluyendo la tala o destrucción de manglares. Según el artículo 319 del código, las penas incluyen multas económicas y hasta prisión para los responsables de daños significativos en áreas protegidas. Sin embargo, la aplicación de estas leyes sigue siendo un reto debido a la falta de vigilancia y recursos.
Organizaciones civiles, como Pronatura Noreste, también desempeñan un papel crucial al colaborar con comunidades locales en programas de educación ambiental y monitoreo de los ecosistemas. Dicha organización señala que nuestro Estado tiene uno de ecosistemas hipersalinos más grandes del mundo, además de categorizar a Matamoros, San Fernando y Soto la Marina como zonas de alta productividad biológica, siendo punto crítico en la migración de aves, con más de 450 especies.
No obstante, la disminución de la superficie de humedales en la Laguna Madre ha sido identificada como una amenaza de alta importancia.
La conservación de los manglares y humedales en Tamaulipas no solo es un imperativo ambiental, sino también una necesidad social y económica. Su pérdida representa un riesgo directo para las comunidades costeras que dependen de estos ecosistemas para su sustento y protección contra desastres naturales.
Riqueza Nacional
Los manglares de México representan el 6% del total mundial y colocan a nuestro país en el cuarto lugar de los países que poseen este ecosistema, tan solo por debajo de Indonesia, Australia y Brasil (Simard, 2019).
Los manglares están presentes en los 17 estados de la república que tienen litoral. En el estado de Quintana Roo se localiza la mayor superficie de manglar del país y en Baja California la menor. La evaluación más reciente arrojó una superficie de 905,086 hectáreas de manglares en México para 2020. En la tabla de abajo se muestran las estimaciones a nivel estatal y regional para cada una de las cinco fechas evaluadas.
La Conabio estableció para 2005 la línea base de la cartografía del Sistema de Monitoreo de los Manglares de México, a partir de la cual se ha obtenido también la cartografía para 1970/1980, 2010, 2015 y 2020.
Se ha estimado que la deforestación de manglar genera alrededor del 10% de las emisiones globales de carbono por año.
Lamentablemente, los humedales son ecosistemas altamente amenazados. México pierde en promedio 10,000 hectáreas anuales de manglares, una superficie equivalente a 14.5 veces el Bosque de Chapultepec de la Ciudad de México. Irónicamente, es en este momento cuando más necesitamos a los manglares, ya que la ciencia ha demostrado recientemente que estas plantas tienen la capacidad de capturar más carbono que los bosques tropicales.
Principales amenazas:
• Urbanización: Expansión de zonas habitacionales y turísticas, especialmente en Tampico y Ciudad Madero.
• Actividades agroindustriales: Fragmentación de humedales por el cultivo intensivo y la ganadería.
• Contaminación: Vertido de aguas residuales y acumulación de plásticos. Cada habitante de Tamaulipas genera más de un kilo de basura diaria, sumando casi 4,000 toneladas de residuos al día.
• Cambio climático: Incremento en el nivel del mar y variabilidad en las lluvias afectan la regeneración natural de los manglares.
Funciones ecológicas de los manglares y humedales:
• Regulación del clima y captura de carbono.
• Protección contra inundaciones y fenómenos meteorológicos.
• Refugio para especies como aves migratorias, peces y reptiles.
• Recarga de acuíferos y control de calidad del agua.
POR KAREN SALAS
EXPRESO-LA RAZÓN