Ciudad Victoria, Tamaulipas.- Cumplir 50 años ininterrumpidos en un trabajo no son fácil y Don Marco Antonio Valdez Juárez parece demostrar lo contrario con su trayectoria de medio siglo en el Gobierno de Tamaulipas.
El «Cepillo» como le conocen sus amigos, ingresó a trabajar al Gobierno del Estado de Tamaulipas un 20 de Junio de 1974, justo en el entonces departamento de Causantes Menores.
Desde entonces, Marco se aplicó de lleno a su trabajo, para luego que desapareció dicho departamento, emigró al Archivo del Estado, donde duró otros años más.
Finalmente, desde hace más de 25 años presta sus servicios en la Correspondencia del Gobierno Estatal, donde a diario sale con su característica sonrisa y paso veloz a hacer entrega de oficios a todas las dependencias de Gobierno Estatal en esta ciudad.
«Hasta la fecha hemos estado dándole parejo, y aquí andaremos hasta que Dios me permita seguir en todo esto» menciona con entusiasmo.
Entre sus logros extra laborales dentro de la burocracia, destacan premios en la Copa Gobernador, entre ellos económicos y trofeos, pues además de ser trabajador es jugador de fútbol, incluso a la edad de 69 años todavía juega, pues cuenta con una gran salud y fortaleza.
«Fíjate que yo tenía el pelo chino, parecido al del payaso Cepillín, y fue de ahí que mis compañeros de fútbol me empezaron a decir Cepillín, o Cepillo, y pues se me quedó ‘El Cepillo’ aunque, bueno ahora el pelo ya despareció», comenta entre risas.
Nos platicó que un hermano suyo trabajo en el área de Recaudación, pero al cumplir los 30 años laborales decidió jubilarse y ahora descansa en casa, siendo todo lo contrario a él.
En días pasados Don Marco recibió a manos del Gobernador Américo Villarreal Anaya su reconocimiento por sus 50 años de servicio en el Gobierno del Estado, siendo él y la líder del SUTSPET Blanca Valles Rodríguez los únicos en llegar a los 50 años de servicio y activos dentro de la burocracia estatal.
«Gracias a Dios todavía me siento bien, hay «Cepillo» para rato, y aquí andaré hasta que Dios me lo permita», finalizó.
Por Jesús Berlanga
