Vaya error cometió el magisterio de Tamaulipas al elegir como su dirigente a un personaje como Arnulfo Rodríguez Treviño.
Para empeorar la situación del gremio, el otrora todopoderoso líder docente se hizo rodear en la dirigencia de otras personas igual de nocivas, como Ulises Ruiz Pérez.
Este binomio no ha representado sino un retroceso para los profesores del estado que sin duda defienden causas legítimas relacionadas con su actividad.
Es verdad que los otros candidatos que contendieron por la Secretaría General de la Sección 30 del SNTE no presentaban mayores virtudes, pero el problema de haber confiado en Arnulfo y Ulises es que compraron sus mentiras, adornadas por la nostalgia de otros tiempos que no volverán.
Este par, auténticos representantes del sindicalismo charro que tanto ha daño ha hecho en México, engañaron a los docentes, haciéndoles creer que con gritos y sombrerazos iban a cumplir sus expectativas.
Su intención de manejar las plazas y bases magisteriales a su antojo como lo hicieron en la década pasada, es inviable porque va contra la ley.
Los más perjudicados con esta falsa narrativa son los docentes que sí tienen problemas por resolver y rezagos que remontar con asuntos plenamente atendibles, pero cuyas causas justas quedan sepultadas debajo de la maraña de grilla que empujan Arnulfo y Ulises, y cuya verdadera intención no es otra más que volver a tener acceso libre al presupuesto educativo. Algo que afortunadamente no volverá a ocurrir.
Como en el conflicto del 2023, ayer Arnulfo y Ulises quedaron en el peor de los escenarios: desacreditados ante el magisterio que ya no los ve como interlocutores útiles ante la autoridad, y ante la sociedad que los percibe como sobrevivientes, al fin dinosaurios de la peor política sindical.
Dos escenas ocurridas ayer bastan para medir el bajo calibre de quienes por ahora mandan en la Sección 30 del SNTE.
Primero, muy temprano por la mañana el Secretario Particular de la dirigencia, Ulises Ruiz, protagonizó un diálogo con la Secretaria de Educación, Lucía Aimé Castillo.
El espectáculo fue francamente patético.
Uno solo puede imaginarse la vergüenza y la impotencia que deben haber sentido los docentes al observar el bajo nivel dialéctico de quien los representa y, se supone, debería defender sus causas.
Mucho más atinados, más educados y articulados fueron los argumentos de otros maestros que también buscaban dirigirse a la Secretaria, a quien habría que reconocerle la paciencia de escuchar e intentar entender lo que intentaba decir el ex militante del fracasado Partido Nueva Alianza.
Más tarde, en Palacio de Gobierno, tocó el turno de Arnulfo Rodríguez Treviño.
Al salir de su reunión con el gobernador Américo Villarreal Anaya, el líder sindical tuvo serios problemas para expresarse correctamente frente a la prensa, que lo único que buscaba era aclarar las dudas de miles de maestros y padres de familia, que hasta ese momento desconocían si este miércoles habría clases.
Arnulfo terminó enojado, asegurando que no era su obligación dar a conocer ninguna información, como si no se tratara de un dirigente que se ha enriquecido a costa del dinero público que aportan sus representados.
Aún peor, tras su desplante y su derroche de mala educación, su personal agredió a nuestro compañero Antonio Hernández Mandujano, en un caso que deberá castigarse.
Habrá que remontarse muy atrás para encontrar un momento más sombrío que el actual en la Sección 30 del SNTE: secuestrada por una pandilla de caciques trasnochados.
POR MIGUEL DOMÍNGUEZ FLORES