“No aclares que oscurece”, aconseja la sabiduría popular.
La recomendación aplicaría para muchos políticos inexpertos -y casi siempre incapaces- que, inhábiles para expresar sus ideas, tratan de informar algo y lo único que consiguen es sembrar más dudas.
Justo eso le pasó al alcalde de Matamoros, Beto Granados, cuando intentó minimizar el escándalo generado por su larga retención en el puente internacional.
Cuesta trabajo entender cómo al joven edil no se le ocurrió cargar con la visa a su encuentro con la prensa, cuando se trataba de demostrar que no se la habían retirado, como indican todos los reportes provenientes desde Brownsville Texas.
Que la dejó en su casa guardada, dijo a los reporteros que le hicieron la pregunta obvia, dándole la oportunidad de que la mostrara (reservando los datos personales, de ser necesario) para que limpiara su imagen.
En lugar de eso, Granados -famoso desde su paso en el Congreso por sus dificultades para leer textos simples- alimentó aún más las versiones de que en efecto, las autoridades estadounidenses andan tras sus pasos.