CIUDAD VICTORIA, TAM.- Amaneció fresco, producto del ‘chipi chipi’ que discretamente llenaba de humedad el ambiente. El agradable clima de este sábado es una clara invitación a la fiaca, a la flojera …a la ‘hueva’, pero está no es una opción para los trabajadores de esta obra en construcción. Desde temprano, una vieja camioneta Dodge, dos motos y tres bicicletas hicieron acto de presencia en este punto de la zona sur de la capital.
Unos pegando block y otros preparando la cimbra de una dala, todos bajo el mando de Don Chuy. De estatura baja, tez cobriza y voz delgada, el hombre revisa la chamba de su cuadrilla, apunta en su libreta y se da un pequeño tiempo, a petición del Caminante, de echarse una corta platicada.
A sus 68 años de edad, Don Chuy mantiene una vitalidad envidiable, pues, como dice él, “la diabetes lo ha perseguido toda la vida, pero nunca lo ha alcanzado”. – Yo por eso deje de tomar coca desde hace treinta años, y si tomo nomás dos cervezas y hasta ahí – explica el ‘maistro’ – por eso ni colesterol ni presión alta ni una chingada.
– ¿Y cuánto tiene en este ‘jale’ Don Chuy? – pregunta el Caminante. – Toda la vida, mi papá era albañil, y mi abuelo y de ahí pa’rriba todos eran albañiles.
– ¿Toda su familia han sido albañiles? – Nomás hasta mis hijos, los nietos ninguno quiso agarrar la cuchara, y está bien, unos son dentistas, otros le saben a los celulares y el más chico es contador. – ¿Cada vez menos raza le quiere entrar a esta labor o qué? – Ya no quieren, dicen que está muy matado, y que pagan muy poquito, aparte estos chavos de ahora son muy distraídos, se la pasan todo el día con el celular, – ¡Uy no! Así está muy difícil, ¿verdad? – Mire joven, yo siempre he dicho que al trabajo hay que tratarlo con respeto porque de ahí comes, por aquí han pasado montón de chalanes que nomás no saben seguir órdenes, se ponen al pedo por cualquier cosa y a veces a la semana se rajan y ya no vuelven.
– A lo mejor se les hace difícil la chamba… – ¡Nombre! gente huevona que no sabe trabajar, mi apá siempre decía que el himno nacional estaba mal, que debería decir “un albañil en cada hijo te dió” porque en México todo mundo sabe hacer mezcla o cargar botes. – Ah pues si, ¿entonces porque no durarán en la obra?
Porque les gusta el dinero fácil, dinero rápido, por eso acaban de malandros. – ¿Y desde cuándo se hizo ‘maistro’ usted? ¿Dice que desde chavo ya andaba en la obra? – Ora verá, yo terminé la escuela en 1969 y ya trabajaba con mi apá, – ¿Recuerda su primera obra?
– Si, una casa ahí por el 18 Allende, pusimos una barda mi apá y yo, pero ya maistro’ empecé como en el ‘76. – Oiga entonces ya tiene usted más de 50 años de experiencia en este oficio. – Fíjese que yo pensaba que ya sabía de todo, pero allá por el ‘86 o por el ‘87 me invitaron a trabajar al Distrito Federal, porque después del sismo salió mucha casa por allá, muchos fraccionamientos, y pos voy llegando y, y, ¿y los blocks? y nada, que allá solo se usaba el tabique, y fue casi casi aprender todo de nuevo.
– ¿Pero porque todo, si ya sabía hacer mezcla y castillos? – Es diferente cuando pegas block a cuando pegas tabique o ladrillo, además las zapatas son de otra forma y muchos detallitos más, pero duré nomás un año y medio y me regresé, primero al Mante y luego otra vez a Victoria. – Pues ya es bastante experiencia y muchos años, ¿y si hay chamba ahorita? – Apenas empieza a mejorar esto, la pandemia nos puso una friega, porque todo el material se puso muy caro, y casi toda la obra se paró, apenas hace unos dos años empezó a mejorar, pero pues está muy mal pagado por todos lados, y luego hay obras grandes, pero las compañías traen a su propia gente de fueras, y uno se queda nomás mirando.
– ¿Y el sindicato? ¿No interviene? – ¡Uy no, ese pinche sindicato no sirve pa’ nada! – Oiga Don Chuy ¿y ya pusieron la cruz por ser 3 de mayo? – Ya le dije a aquel sonso que la pusiera. – ¿Y si va a haber pachanga, unas caguamas o algo pa celebrar? – Por ahí mandó decir el ‘arqui’ que él ponía los pollos asados y que estos cabrones se organizaran para’ comprar cheve, yo prefiero no tomar nada.
– ¿Y a qué hora va a empezar el jolgorio? – Pos yo creo que ‘orita’ como a las doce – dice el ‘don’ mirando su reloj de pulsera. Así como ellos, alrededor de 1.72 millones de personas se dedican en México a la albañilería, casi en su totalidad hombres y con una edad promedio de 44 años, lo que sugiere que duran trabajando en esto hasta la vejez. Vaya desde este texto, un reconocimiento a todos esos obreros de la construcción que el día de ayer estuvieron de manteles largos. Demasiada pata de perro por esta semana.
POR JORGE ZAMORA