2 junio, 2025

2 junio, 2025

El hombre del sombrero mojado

CRÓNICAS DE LA CALLE / RIGOBERTO HERNÁNDEZ GUEVARA

Él es el hombre del sombrero. Sabe que muchas personas han visto su sombrero pues con el oficio de voceador debe andar por las calles todo el día. No es el único, de pronto se encuentra con otro de sombrero y se miran a los ojos. El otro lo ve y lo saluda como a un hermano. 

El hombre del sombrero sabe que algunas personas se asombran de que use el sombrero aunque esté el cielo nublado. Y la explicación es tan simple como las razones con las que cuenta su derecho a portarlo.

Le han gritado los niños al ver que el sombrero es de como un gran cono de nieve y él sería como un cono de helado invertido. El sombrero es un objeto ajetreado por la asaroza vida luego de que lo atropellara un coche a él y a su inquilino, se soltó a tiempo evitando que aplastaran la cabeza de su sustento. El sombrero tiene un agujero que un día fue pedrada, un nombre a un costado creo de su anterior propietario. 

Como vendedor el sombrero redondo y picudo le agrega al hombre un plus, una característica lo da a conocer así como para que lo reconozcan cuando lo vuelvan a ver y le pregunten ¿y ya se te acabaron los periódicos? , si, voy a una fiesta, aun cuando nunca haya ido a una fiesta y la realidad sea que se dirige a su casa.

Pariente lejano de otros sombreros, el sombrero por du cuenta a ninguno frecuenta. Desde los andurriales es difícil saber dónde anda el sombrero de ala ancha que se dice su primo, la boina que vio en un callejón y la gorra relamida y blanca de un campo de golf, la cachucha de béisbol desechada en un bote de aluminio. Comprende todo: no sabría qué hacer sin su dueño. Creo que el hombre tampoco sabría lo qué hacer sin el sombrero, se le está cayendo el pelo. 

Nadie sabe cómo fue que el sombrero llegó a su cabeza. No lo trajo el aire, una ventizca, o un vendaval sin rumbo lo arrancó de un ciclista. El sombrero es medio antiguo, un poco estilo revolucionario a lo Emiliano Zapata, pero más chico, más corto, más liviano creo. Revolcado de vez en cuando. 

Sabe el hombre del sombrero que en incontenibles ocasiones su condición ha servido como punto de referencia. Hei mira, de donde está el hombre aquel del sombrero, a un lado, ahí no es. O para ubicar un domicilio, ¿sabes dónde vive el hombre del sombrero?  ¿El que vende el periódico? Ándale ese mero. Pues yo vivo a un lado. Si observaran bien le dirían el del sombrero agujerado. 

Si llueve se mojará el sombrero mas no el cuerpo ni la ropa que lleva, escurrirá el agua como desde la azotea y caerá en tierra más gruesa y fuerte que nunca. Bajo esa marquesina el hombre del sombrero observará de nuevo la vida. Ojalá llueva. 

En el techo del hombre el sombrero es un gaviota de punta a punta, el cuerpo una isla con mar en calma y rabiosos acantilados donde cierta noche hubo estrellas, bahías y fantásticos paisajes. Fue normal que un día una bella dama se enamorara para siempre del sombrero, fue un crimen que no volvieran a verse. 

El hombre quiere al sombrero y lo cuida como se quiere a una mascota. Si se llena de tierra le sacude o lo pone a secar si se moja. Han sido compañeros de mil y una aventuras como las mil y una noche, por qué no decir que han caído juntos al bote. Lo han querido comprar mas no está en venta. Por alguna razón los envidiosos han querido robarlo y deshacerse de él, pero ha resistido al fuego amigo. 

En cierto modo ambos se parecen- sombrero y hombre- de piel vieja y curtida aguantan los chingazos de la vida, el sol despiadado. 

Cuando el hombre habla solo, el sombrero al parecer escucha. Cuando la caga, el sombrero le da consejos y el hace caso como si fuese cierto. Y quien sabe. El sombrero igual y dice que ha estado en peores circunstancias, te entiendo, ya duérmete canijo. Y se quedan jetones. 

HASTA PRONTO 

POR RIGOBERTO HERNÁNDEZ GUEVARA

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