La elección del nuevo Papa ha traído sorpresa y emoción entre los miembros de la Orden de San Agustín, particularmente en Tamaulipas, donde el padre Salvador Paniagua Baeza compartió que tuvo un profundo presentimiento días antes de que el cardenal Robert Prevost fuera elegido como sucesor de Pedro.
“Dios siempre nos sorprende”, afirmó el sacerdote agustino durante la «Charla con Dany», para Expreso, recordando que en los días previos al cónclave, el nombre de Prevost apenas sonaba entre los posibles candidatos al papado.
Sin embargo, subrayó que la elección fue rápida y unánime, “fruto de la acción del Espíritu Santo”, lo que, dijo, refleja la unidad de la Iglesia en tiempos complejos.
El padre Paniagua, quien conoció personalmente al ahora Papa León XIV hace 15 años en esta ciudad capital, confesó haber tenido una fuerte corazonada desde la noche del miércoles anterior a la elección.
“Yo decía en mi interior, sin compartirlo con nadie: va a ser Roberto Prevost, será un agustino, él será el nuevo Papa”, narró con emoción.
La confirmación de su presentimiento llegó mientras desayunaba y hacía algunas actividades cotidianas.
Fue en un centro comercial cuando leyó la noticia: Habemus Papam, cuando exclamó: “es él, es él. Minutos después se confirma que sí, era él”, expresó conmovido.
El sacerdote recordó que tuvo que contener su alegría en público, aunque por dentro sentía una gran satisfacción.
La emoción fue aún mayor al recordar que el ahora Sumo Pontífice visitó Ciudad Victoria en 2010, cuando se desempeñaba como Prior General de la Orden de San Agustín.
“Hay evidencia, hay fotografías del encuentro con sacerdotes y laicos agustinos. Celebró la Eucaristía con nosotros”, dijo Paniagua.
Un líder cercano, incluso en tiempos difíciles
Durante su visita a la capital tamaulipeca en 2010, Robert Prevost se mostró como un líder accesible, fraterno y profundamente humano, recordó el padre Salvador.
“No llegó como juez, sino como hermano. Escuchó nuestras inquietudes, nos animó en nuestra vida comunitaria, y compartió con nosotros lo mismo que nosotros comíamos. No hubo trato especial.”
La agenda incluyó una revisión comunitaria con los sacerdotes, momentos de diálogo personal, una misa en la parroquia San Agustín y encuentros con los laicos agustinos.
“Tuvo una reunión privada con cada uno de nosotros, para que pudiéramos hablar en confianza. Eso nos ayudó bastante”, relató.
El entonces superior general pernoctó en Ciudad Victoria durante un día y medio, en una época marcada por hechos violentos y desastres naturales.
Pues fue el año en que la violencia se disparó en Tamaulipas, también, el asesinato de Rodolfo Torre Cantú y agregado a eso, un desastre natural qué impactó a Tamaulipas severamente: el huracán «Alex».
“Fue un momento muy duro; comenzaba la violencia en la ciudad, había ocurrido el asesinato de un conocido candidato a gobernador, y un huracán había afectado a gran parte del estado”, recordó el sacerdote.
En ese contexto, la presencia de Prevost fue alentadora:
“Vino en actitud de escucha, con disposición y sin aires de superioridad. Por eso digo que será un papa cercano al pueblo, no de escritorio. Ya fue misionero en Perú y después obispo allí, y siempre fue uno más con la gente”.
Nos vamos al Vaticano
El vínculo entre el sacerdote victorense y el nuevo Papa no terminó con aquella visita.
Y es que en años posteriores, Paniagua coincidió con Prevost en Roma durante algunos encuentros y cursos.
Esa cercanía ha avivado ahora el entusiasmo entre fieles de Ciudad Victoria, quienes ya están considerando un viaje al Vaticano para visitarlo.
“Tan pronto se supo la noticia, la gente comenzó a decir que quería ir. Estamos organizándonos para dentro de un año”, compartió el sacerdote.
La idea ha prendido rápidamente entre los feligreses, quienes, bromeó, hasta quieren “cargarle las maletas” al padre Salvador en su viaje a Roma.
Entre mitos y películas
Durante la charla, el padre Salvador Paniagua también fue cuestionado sobre la película Conclave, que ha generado interés entre los fieles tras la reciente elección papal.
Sin embargo, el sacerdote fue claro: “No es una película promovida ni aprobada por la Iglesia”.
Recomendó precaución al consumir este tipo de contenidos, señalando que es importante verificar si tienen respaldo eclesiástico y cuál es su intención.
“Son meras suposiciones”, explicó sobre la cinta, la cual, aunque puede tener ciertos elementos o diálogos parecidos a la realidad, no deja de ser ficción.
Recordó que lo que ocurre dentro del cónclave es totalmente confidencial: “Los cardenales hacen un juramento de no revelar lo que sucede allí adentro, ni durante ni después”.
En ese sentido, recalcó que nadie sabe a ciencia cierta lo que ocurre tras las puertas cerradas de la Capilla Sixtina.
El sacerdote comparó Conclave con otras producciones como Los dos papas, que también dijo, han sido “tendenciosas” y no reflejan con fidelidad los hechos.
Lo mismo comentó sobre películas del género religioso como El exorcista, que aunque se inspiran en elementos reales como las posesiones y los exorcismos, suelen exagerar los acontecimientos por razones comerciales o dramáticas.
Su vocación nació en Yuriria
En la segunda parte de esta nutrida entrevista, el padre Salvador Paniagua Baeza contó su historia, em como llegó a ser sacerdote y pudo tener contacto con un papa.
Es originario de Yuriria, Guanajuato, dijo, y proviene de una familia numerosa: es uno de diez hermanos.
Desde joven recibió una sólida formación cristiana gracias a sus padres.
Su llamado a la vida religiosa agustiniana surgió a través de un tío sacerdote que lo invitó a considerar el seminario, aunque en un inicio no comprendía del todo de qué se trataba.
A los 15 años ingresó a estudiar la preparatoria en Aguascalientes con los agustinos y, tres años después, tomó una decisión crucial: seguir el camino del sacerdocio o estudiar una carrera universitaria.
“Me arriesgo y me la jugué”, dijo al recordar cómo optó por continuar su formación religiosa. Inició su noviciado en San Luis Potosí, continuó en Guadalajara y concluyó sus estudios en la Ciudad de México, donde fue ordenado sacerdote y enviado posteriormente a Ciudad Victoria.
Explicó que, como fraile, pertenece a una orden religiosa con una regla común y un padre espiritual (en su caso, San Agustín) lo cual los distingue de otros sacerdotes diocesanos.
Subrayó que todos sirven a la Iglesia en comunión con el obispo local, pero bajo la guía de un superior provincial y un general en Roma.
Finalmente, recordó que cuando anunció a sus padres su decisión a los 15 años, lo apoyaron con fe y esperanza, a pesar de la incertidumbre. “Nunca había salido del pueblo. Entre el temor y el gusto, me apoyaron siempre”.
Por Antonio H. Mandujano