6 diciembre, 2025

6 diciembre, 2025

¡Bienvenidos! al circo de la política global

RETÓRICA / MARIO FLORES PEDRAZA

¿Alguien recuerda cuándo la política era una disciplina civilizada y respetable? No me refiero a ese lejano espejismo de funcionarios con chaqueta y corbata, sino al simple hecho de que gobernar no consistía en lanzar tuits incendiarios antes del café. Hoy, entre guerras arancelarias, genocidios a medio gas y presidentes más influencers que estadistas, el mundo ha mutado en una tragicomedia sin banda sonora.

Vivimos atrapados en un torbellino de contradicciones: mientras un puñado de potencias se retrasa decidiendo si subir aranceles o construir muros digitales, en el Medio Oriente se repite con horror la historia del genocidio; en Europa, Ucrania resiste como puede un ataque que parece eterno; en África, donde Burkina Faso comienza la expulsión de sus neocolonizadores; y en Estados Unidos, Los Ángeles se convierte en el nuevo Berlín de las protestas fronterizas con México. ¿Y todo esto para qué? Para demostrarnos que la política contemporánea es un caos autoinfligido.

En vez de sentarse a dialogar, las grandes potencias juegan al “veamos quién es más fuerte” con aranceles que encarecen hasta el café de la mañana y dejan sin empleo a pequeñas industrias. Las fronteras no se levantan ya con ladrillos, sino con impuestos y algoritmos de vigilancia. Resultado: un intercambio comercial tan enmarañado que solo faltan los payasos para vender palomitas.

Mientras los focos mediáticos saltan de un genocidio en Gaza a bombardeos en Kiev, el grueso de la opinión pública pasa a otra historia de Instagram. Hemos naturalizado la idea de “crisis permanente”, como si el sufrimiento humano fuese un serie de Netflix: un episodio tras otro, sin saber si llorar o suscribirnos al canal.

Los jefes de Estado ya no son académicos ni veteranos de la arena política, sino celebridades con obsesión por los likes. La única diferencia es que uno acaba en el salón de la fama de Instagram y el otro en un boletín de prensa olvidado al día siguiente.

Alguien podría argumentar que esta desbandada global es parte de la transición y que el cambio trae caos antes de orden. Sin embargo, cuando cada seis años se reciclan los mismos discursos vacíos y las mismas promesas incumplidas, cuesta creer que estemos avanzando hacia algo mejor y no simplemente dando vueltas en el chiquero

Para rematar el caos, la revolución digital se apodera de nuestras fábricas y oficinas: la IA ya amenaza con jubilar a medio planeta. ¿El colmo? Estamos permitiendo que algoritmos sin conciencia tomen decisiones laborales y sociales, mientras seguimos preguntándonos si nuestros gobernantes saben siquiera encender una computadora.

Tal vez sea hora de que dejemos de jugar a la política como si fuera un videojuego de supervivencia y recuperemos la idea de un gobierno con responsabilidad, diálogo y ética. Porque, de lo contrario, el verdadero espectáculo no será la destrucción de fronteras o la automatización del empleo, sino la pérdida total de nuestra capacidad como ciudadanos. Y créanme, ahí sí no habrá aplausos ni renovación de tu suscripción a Netlfix.

POR MARIO FLORES PEDRAZA

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