CIUDAD DE MÉXICO.-Cuando se detecta un tumor sin saber de qué tipo es, surgen muchas dudas de inmediato, especialmente si se trata de algo grave. Saber cuáles son las diferencias entre tumor maligno y tumor benigno ayuda a entender el diagnóstico y las implicaciones que tendrá en nuestra salud.
No todos los tumores son cancerígenos, pero es importante reconocer sus características porque la diferencia entre un tumor benigno y uno maligno no solo tiene que ver con el nombre, sino con el comportamiento de las células.
Tumor benigno y tumor maligno: diferencias
Un tumor, sin importar su tipo, se forma cuando las células del cuerpo comienzan a crecer sin ningún tipo de control. La principal diferencia entre un tumor maligno y uno benigno está en su comportamiento celular.
Por un lado, los tumores benignos crecen de manera más lenta, y tienen la característica de que no invaden tejidos cercanos ni se diseminan a otras partes del cuerpo. Por lo general, se pueden extirpar con cirugía y en muchos casos no vuelven a aparecer después de ser retirados.
En cambio, los tumores malignos son agresivos en muchos sentidos, sus células tienen la capacidad de invadir tejidos cercanos y pueden esparcirse a otros órganos a través de la sangre o el sistema linfático, a este proceso se le conoce como metástasis.
Este tipo de tumores requiere tratamientos y agresivos con el cuerpo, por ejemplo la quimioterapia, radioterapia o intervenciones quirúrgicas más extensas, algunas pueden terminar en amputación de algunas partes o tejidos.
Otra de las diferencias clave es que los tumores benignos suelen tener bordes definidos y regulares, lo que facilita su extracción sin dañar otras zonas. Los malignos tienden a tener bordes irregulares y se filtran en estructuras cercanas, lo que complica su tratamiento.
Además, al observarlos al microscopio, los médicos notan que las células malignas lucen anormales y tienden a multiplicarse más rápido que una célula normal y una célula de tumor benigno.
Por último, los tumores benignos rara vez ponen en peligro la vida, mientras que los malignos sí pueden ser mortales si no se detectan y tratan a tiempo.
Afectaciones de los tumores benignos y malignos
Los tumores benignos, aunque no son cancerígenos, pueden generar molestias si crecen en zonas sensibles del cuerpo. Uno de los ejemplos más claros es cuando se desarrollan cerca del cerebro, presionan nervios o vasos sanguíneos.
Lo anterior puede alterar funciones importantes como la motricidad. Aun así, en la mayoría de los casos no se diseminan ni ponen en riesgo la vida, y su tratamiento suele ser menos agresivo e invasivo.
Por otro lado, los tumores malignos sí afectan gravemente la salud. Su crecimiento descontrolado puede dañar tejidos vitales y, al hacer metástasis, comprometer órganos vitales como pulmones, hígado o huesos.
Además, el impacto emocional y físico del tratamiento suele ser considerable porque las quimioterapias, las cirugías complejas y otros procedimientos pueden debilitar al paciente y a toda la familia.
Mientras los benignos tienden a resolverse con cirugía y seguimiento, los malignos requieren un abordaje más amplio y muchas veces prolongado. Esa es la gran diferencia: el nivel de riesgo que representan para la vida y la salud general.
Con información de EXCÉLSIOR




