6 diciembre, 2025

6 diciembre, 2025

Medidas extremas

Para hacer rendir la quincena, el victorense promedio hace lo que se tenga que hacer.

CIUDAD VICTORIA, TAMAULIPAS.- La quincena se agota …a cuentagotas, y la canícula con su calor seco hace aún más sufrido el fin de mes.

Tras la ‘cruda’ financiera por los exagerados festejos de las mal llamadas “graduaciones”, que en su gran mayoría solo son ceremonias de fin de cursos y entrega de certificados, el victorenses promedio, el victorenses de a pie, batalla para solventar la economía familiar.

El victorense promedio, es ese que se topa uno en la calle, que no tiene apellido rimbombante, que no vive del erario, que no trabaja semana inglesa. No es de clase media, mucho menos de clase alta, es el vecino de al lado, el que se levanta de lunes a sábado para ir a su trabajo y de vez en cuando hasta los domingos se avienta una que otra chambita, es el protagonista de esta historia.

Es el que atiende una farmacia, el ‘maistro’ de un taller de hojalatería, el dueño de una miscelánea, el chofer de micro, el empleado de una tortillería.

Julio y agosto es el periodo más difícil del ciclo económico. Es el bache más hondo para quienes se dedican a las ventas, hasta las grandes cadenas comerciales lo sufren: “Julio Regalado” o “Agosto al costo” son algunos de los intentos desesperados de las supertiendas para no naufragar en verano.

Y mientras tanto, el ciudadano común aprende a navegar en lo que llamamos estrés económico, aplicando “medidas extremas”.

Sabe que, aunque necesite urgentemente una medicina, acudirá a comprarla hasta el lunes, que haya un 25% de descuento con el doctor Simi, pues solo así podrá surtir la receta completa.

Y que, dentro de un mes, la lista de útiles asfixiará sus finanzas, pero ya aprendió que el total de artículos escolares se completará comprando no en papelerías, sino en las tiendas de chinos que hay por toda la ciudad.

Una madre de familia promedio, ya aprendió que con los programas de membresía de Uber o DiDi, ahorrará en viajes para mandar a sus hijos a la escuela si no cuenta con auto propio. Incluso, que si es necesario, ella misma tendrá que entrar a trabajar a la plataforma para ganarse unos pesos.

Para la economía del ciudadano promedio, el crédito es su única manera de ir construyendo patrimonio, pero ya se convenció que comprar en Coppel o Elektra es venderle su alma al diablo.

Por eso busca una tarjeta de crédito sin anualidad, o alguna departamental que le permita hacer compras a meses sin intereses, cualquier plan de pagos que pueda organizar y no morir en el intento.

El comercio tradicional va en picada. El consumidor ya no se deja embelesar por un aparador, o un cartel gritando “¡OFERTA OFERTA!” o por un local comercial con música o brillantes colores, es más, ya ni siquiera acude a los centros comerciales, ahora casi todo se compra en línea. Un gran ejemplo de ellos es el guardarropa. Para quienes su ingreso mensual no va más allá de los 20 mil pesos, la única salida para comprar prendas de vestir es Shein o Temu, pues ya ni siquiera la ropa de tianguis o la de segunda mano convence.

Pero hay algo más, ambas plataformas ofrecen juegos tipo “granjita” que al usarlos diariamente conceden premios y rebajas de hasta el 90% en muchos artículos: el incentivo ideal para muchas amas de casa que tienen que hallar la manera de economizar para vestir y calzar a sus hijos.

Pero las medidas extremas no paran ahí, por ejemplo, el agua purificada ya no se compra en el Oxxo o en el súper, a veces ni siquiera en la camionetita ruidosa que pasa por la colonia: el rellenado de autoservicio es más barato. Ya es común ver a personas con hasta cuatro o cinco garrafones atendiéndose solos en las también llamadas “torres de agua” con mecanismos automatizados.

Y la lista es extensa. Sobre todo, a la hora de hacer la despensa. Una familia promedio ya no hace el mandado en una sola tienda. Va de una a otra eligiendo específicamente el artículo que en ese lugar está de oferta. Las excursiones al centro de la ciudad pueden tener de tres a cinco escalas en Grand, el mercado Argüelles, la zona de bodegas de verduras, Subodega o la calle Hidalgo. Porque es mejor ahorrarse pesos que ahorrarse pasos.

Y a la hora de comer, es lo mismo, aprovechar la oferta del día, ya sea la del medio pollo gratis al comprar uno entero, el “dos por uno” en tacos al pastor, la “promo” en alguna tienda de carnes. Es eso, o comer huevito revuelto toda la semana.

“Yo ya sé en qué taquerías hay dos por uno cada día de la semana, o pollito en oferta” cuenta Beto, un trabajador de una frutería del centro al Caminante.

Y así, de una forma y otra, el victorense de a pie, el que no “trabaja en gobierno” el que tiene que hacer rendir la quincena, se las arregla como puede. Demasiada pata de perro por esta semana.

POR JORGE ZAMORA
EXPRESO-LA RAZÓN

Facebook
Twitter
WhatsApp

DESTACADAS