En 1848, cuando Tamaulipas fue despojado por Estados Unidos de sus territorios del norte tras la firma del Tratado de Guadalupe Hidalgo, surgió un personaje rebelde que encarnó la resistencia contra el invasor y la lucha por la dignidad nacional: Juan Nepomuceno Cortina Goseacochea, nacido en Camargo el 16 de mayo de 1824.
Hijo de Trinidad Cortina y de doña Estéfana Goseacochea, pertenecía a una familia prominente de la región comprendida entre los ríos Bravo y Nueces. Sus abuelos habían sido de los primeros colonizadores de esas tierras.
Cuando tenía tres años, la familia se trasladó al valle del Río Grande, donde su madre heredó grandes extensiones. Más tarde, Cortina inició su carrera militar en 1844 en las milicias del norte de Tamaulipas, en un cuerpo especial llamado Defensores de la Patria, combatiendo incursiones de indígenas y filibusteros texanos.
Las crónicas lo describen como un hombre recio, de barba roja y excelente jinete. Con apenas 23 años, en plena guerra contra Estados Unidos, organizó a sus vaqueros para unirse al ejército del general Mariano Arista en Matamoros. Participó en batallas como Resaca de la Palma y La Angostura, destacando en caballería y como explorador.
Tras la derrota mexicana y la nueva frontera impuesta en 1848, las propiedades de la familia Cortina quedaron divididas entre Texas y Tamaulipas.
Ahí comenzaron sus enfrentamientos con colonizadores anglosajones que intentaban despojarlo de sus tierras.
En Brownsville levantó ranchos prósperos, pero la discriminación política hacia los mexicanos en Texas le cerró toda posibilidad de ascenso público.
El punto de quiebre llegó en julio de 1859, cuando Cortina disparó contra el comisario Bob Spears, quien golpeaba brutalmente a un peón suyo.
A partir de ese momento se convirtió en el hombre más buscado en el Valle de Texas.
El 16 de septiembre de 1859, lideró un levantamiento en Brownsville: liberó prisioneros mexicanos, tomó la oficina del marshal e izó una bandera mexicana. Su ejército llegó a reunir hasta mil 500 hombres. Durante meses controló el bajo Río Grande en lo que se conoció como la “Guerra de Cortina”, donde sus tropas peleaban al grito de: “¡Viva México! ¡Mueran los gringos! ¡Viva Cortina!”
Aunque logró victorias iniciales, la superioridad militar estadounidense y la llegada de los rangers terminaron por doblegarlo. Cortina se refugió en Matamoros, donde fue recibido como héroe.
Posteriormente participó en la defensa contra la intervención francesa, en la batalla del 5 de Mayo en Puebla, militó brevemente con las tropas imperialistas y luego volvió al bando republicano. Incluso fue gobernador de Tamaulipas en dos periodos (1864 y 1865-1866) y alcanzó el grado de general de brigada en 1870.
Su carrera política y militar estuvo marcada por cambios de lealtad y persecuciones. En 1877 fue apresado y enviado a la prisión militar de Santiago Tlatelolco, aunque más tarde obtuvo reclusión domiciliaria por sus méritos de guerra.
En 1890 regresó a la frontera, donde aún era visto como héroe popular, pero Estados Unidos nunca le perdonó sus acciones y buscó su extradición, la cual fue negada. Murió en Azcapotzalco el 30 de octubre de 1894.
Por Marvin Huerta Márquez
Expreso-La Razón




