5 diciembre, 2025

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Lana ¿gratis?

Los depósitos erróneos a cuentahabientes suceden todos los días, pero ¿es legal disponer de ese dinero?

Roberto Jaime nació el día de San Eustaquio, y aunque cuando era un niño, todo mundo se refería el como Betito, su abuela nunca dejó de llamarle ‘Cacho’.

Cuando Cacho cumplió 18 años emigró del ejido Tanque Blanco, en el municipio de Tula a la capital. Se casó y tuvo tres hijos. Su vida siempre estuvo llena de altibajos tanto familiares cómo económicos y laborales.

Después de pasar por diversos oficios, finalmente “Cacho”, se estableció como chofer de un microbús en una populosa ruta. Cuando ya parecía que el equilibrio económico estaba por llegar, la pandemia frenó su microbús y volvieron los tiempos de las vacas flacas.

El confinamiento desapareció el pasaje y tuvo que dejar de trabajar en el volante. Como muchos otros tamaulipecos, vio como su corto patrimonio se iba diluyendo al paso de los meses.

Pasado el tiempo más difícil de la contingencia sanitaria, regresó a trabajar en la ruta, pero para entonces se hallaba sumamente endeudado, y sin esperanzas de salir del enorme bache financiero en qué había caído.

Fue entonces qué tomo un segundo empleo cómo repartidor de una refaccionaria. Cada quincena, “Cacho” acudía religiosamente al cajero automático para retirar la ‘raya’. Pero la creciente inflación consumía sus ingresos ‘de volada’. Ya no podía comprar lo mismo en el supermercado, aún con sus dos sueldos.

Un día último de mes, Cacho acudió al cajero a retirar su dinero, pero en esa ocasión algo sorprendente ocurriría: en lugar de los $4,322 que regularmente encontraba cómo saldo en su cuenta, se topó con la impresionante cantidad de 459 mil, 332 pesotes disponibles.

Ponciano pensó que el cajero estaba descompuesto, y decidió ir a checar a otro que estaba varias calles adelante. Lo mismo: $459,332 mexicanos. – El corazón se me quería salir compi, me latía bien fuertote, de un momento pensé que estaba soñando, pero no, terminé checando el saldo en 5 cajeros diferentes, y ahí estaba el billullo – contaba Cacho al Caminante. – ¿Y luego qué hiciste? ¿retiraste dinero? – preguntó ansioso el vago reportero.

– Si, pero solo lo de mi raya, 4 mil 332 pesos – ¿Y le contaste a tu esposa? – Nombre, no quise hasta saber qué rollo con ese dinero. Me puse a buscar en internet qué pedo cuando alguien te deposita tanta lana, para ver si tendría que regresarla a huevo o me la podía gastar. ¡Pero quedé igual! No entendí bien lo que leí. – ¿Pues que encontraste en internet? – pregunto El Caminante. – Pues que si el depósito te lo puso el mismo banco por error, el sí te lo puede volver a quitar, y ¡ay de ti si te lo gastas! pero que si fue una operación entre dos particulares está muy difícil que te obliguen a regresar el dinero, A menos que lo hagas voluntariamente de buena fe. Que a según, la persona que depósito mal tiene que notificar a su banco, y el banco se encarga de buscarte, pero si son bancos diferentes la cosa se complica más, total que el proceso puede ser muy largo y que esta muy muuuy cañón que te obliguen a regresarlo, pero tengo mis dudas. – ¡Orale! ¿y que piensas hacer?

– Se me cuecen las habas por gastármelo, ¡imagínate todo lo que podría hacer con 455 000 mil pesos! lo primero sería salir de deudas, en el Coppel, el crédito de nómina y otras chácharas que compre a crédito, ¡me compraría un carro! Luego buscaría la manera de poner un negocito, o comprarme mi propio micro – contaba Cacho embriagado de emoción. – ¿Y cuando le piensas decir a Lety? – No se, mientras no haya una emergencia no pienso tocar ese dinero, ¿que tal si de la noche a la mañana desaparece? ¿o si me lo empiezo a gastar y un día vienen y me lo piden? “Cacho” y El Caminante se despidieron, pero antes fueron a preguntar en un banco sobre esta situación. La ejecutiva de un banco local confirmó las sospechas del hombre: debido al secreto bancario y a que solamente con una orden de un juez se pueden congelar cuentas, es muy difícil que obliguen a un cuentahabiente a regresar el dinero por un depósito erróneamente hecho a su favor. Pero el camarada aún no ha decidido qué hacer con ese billetón. Esperemos que tanta lana no lo haga perder su buen juicio. Demasiada pata de perro por esta semana.

POR JORGE ZAMORA

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