TAMAULIPAS, MÉXICO.- Lo que hoy es sinónimo de crisis en el campo tamaulipeco podría convertirse mañana en motor de aviones.
El sorgo, cultivo emblema del estado, enfrenta una de sus peores caídas en la última década, pero al mismo tiempo abre paso a un proyecto innovador: su transformación en bioturbosina, un biocombustible con el que Tamaulipas busca despegar hacia nuevas oportunidades.
Y es que las fríos números de la pasada década y lo que va de la actual, destacan que en 2015 se cosechaban 3.6 millones de toneladas de sorgo en la entidad; para 2022, la cifra se desplomó a 2.2 millones.
La pérdida de 1.4 millones de toneladas en siete años golpeó de frente a miles de productores y frenó el desarrollo rural.
Sin embargo, Tamaulipas aún concentra el 57.5% de la producción nacional, principalmente en Matamoros, San Fernando y Río Bravo, lo que lo mantiene como líder y lo coloca en una posición estratégica para dar el salto.
“El proyecto no solo es agrícola y energético, sino también social, porque fortalece la economía local de los municipios productores, crea empleos directos e indirectos y contribuye a los compromisos ambientales de México hacia la reducción de emisiones”, expresó Óscar Xitec Pérez Contreras, subsecretario de Inversión, Proyectos Estratégicos y Desarrollo Sostenible, durante la última reunión del Consejo Estatal Agropecuario celebrada en Victoria.
La primera etapa contempla producir etanol a partir del sorgo, con la meta de integrar tecnologías que permitan llegar a la elaboración de bioturbosina.
Con ello, la crisis del grano rojo se transformaría en combustible para la aviación, asegurando una demanda estable y precios competitivos.
Si el plan prospera, el sorgo tamaulipeco no solo seguirá alimentando al campo, sino que también podría dar alas al desarrollo económico y sostenible del estado.
Por. Antonio H. Mandujano




