CIUDAD VICTORIA, TAMAULIPAS.- El fútbol tamaulipeco volverá a latir con fuerza este viernes 12 de septiembre cuando el reloj marque las siete de la tarde y el Estadio Marte R. Gómez abra sus puertas para vivir la edición número cuarenta y dos del Clásico Tamaulipeco.
No es un partido cualquiera, nunca lo ha sido… en esta batalla no importa la tabla de posiciones, ni las rachas, ni las estadísticas recientes, aquí lo que se juega es mucho más, pues se juega la historia, el orgullo de dos ciudades y la pasión de miles de aficionados que ven en este duelo el reflejo de una rivalidad que ha marcado generaciones.
Correcaminos, en crisis pero con nueva esperanza
El equipo de Ciudad Victoria llega en medio de una tormenta deportiva. Las derrotas, los malos resultados y la falta de regularidad provocaron la salida del técnico Héctor Hugo Eugui, movimiento que también arrastró cambios en la dirigencia con la renuncia de Javier Garibaldi.
En medio de este panorama aparece una nueva cara (pero conocida a la vez) en el banquillo, Jorge Urbina, quien asume el reto de levantar a un equipo que marcha en la posición número doce de la tabla con apenas un triunfo, dos empates y tres derrotas. El escenario no parece favorable, pero el fútbol tiene sus propias reglas, y el clásico es la mejor prueba de que todo puede cambiar en noventa minutos.
Jaiba Brava, con la ilusión de romper la historia
Del otro lado, la Jaiba Brava vive un presente muy distinto. El conjunto celeste se mantiene en el tercer lugar de la clasificación, con tres victorias y dos empates que lo colocan como uno de los equipos más sólidos del torneo.
Llega con confianza, con ambición y con la motivación extra de intentar romper de una vez por todas la hegemonía que Correcaminos ha sabido mantener sobre ellos en el historial.
Un historial que pesa en la cancha
Correcaminos es el amo y señor del Clásico Tamaulipeco, ya que a lo largo de las ediciones disputadas en la división de plata del fútbol mexicano suma dieciocho triunfos, una cifra que ha alimentado la narrativa de un equipo que sabe crecerse cuando el rival viste de celeste.
La Jaiba Brava, con diez triunfos en su haber, ha sabido escribir capítulos importantes en esta rivalidad, aunque todavía se encuentra lejos de equilibrar la balanza.
En medio de ambas cifras aparecen trece empates, partidos que dejaron emociones divididas, duelos donde nadie pudo imponer condiciones, encuentros que mantuvieron viva la llama de una rivalidad que nunca ha necesitado títulos ni campeonatos para ser grande.
Cuando la historia se impone al presente
El antecedente más reciente confirma que los clásicos se juegan con el corazón y no con la tabla. Fue el pasado 31 de enero de 2025, en el Clausura, cuando también se hablaba de polos opuestos: la Jaiba mejor ubicada en la clasificación y Correcaminos en crisis.
Sin embargo, aquella noche los naranjas se impusieron dos por uno con un gol agónico de Alonso Flores en el último minuto. El grito de gol, la explosión en las tribunas y los abrazos sobre la cancha dejaron claro que la historia pesa más que cualquier actualidad y que los clásicos son capaces de desafiar la lógica.
La voz del nuevo estratega
Consciente del reto que tiene enfrente, Jorge Urbina sabe que la única forma de competir es entregarse por completo. “El esfuerzo no es negociable, los jugadores tienen que entenderlo. Yo creo que sí nos va a alcanzar para ganar, depende de nosotros”, aseguró en la antesala del partido.
Urbina busca imprimir carácter, compromiso y convicción en un plantel que necesita recuperar la confianza y qué mejor escenario que el clásico para hacerlo.
Vuelan los boletos…
Hoy no se necesitaran cortesías para llenar el Marte. Este partido nadie se lo quiere perder y desde ayer, la afición fue en busca de boletos. Hoy seguirá la venta en la taquilla del estadio Marte R. Gómez.
Orgullo que divide y une a Tamaulipas
La Jaiba, por su parte, llega con el objetivo de aprovechar su buen momento y asestar un golpe que rompa con los fantasmas del pasado. Ganar en el Marte R. Gómez no solo le daría oxígeno en la tabla, también le entregaría legitimidad en una rivalidad donde los números han sido crueles, pero la pasión siempre los mantiene con vida.
La mesa está puesta para un partido que promete emociones intensas. El Clásico Tamaulipeco número cuarenta y dos no se juega en los números ni en las posiciones, se juega en el corazón y en el orgullo. Hoy, una vez más, Tamaulipas se divide en dos: de un lado el naranja de Ciudad Victoria, del otro el celeste de Tampico y Madero. Y cuando ruede el balón en el Marte R. Gómez, la pasión será la única regla que dicte sentencia.
POR DANIEL VÁZQUEZ
EXPRESO




