El término holocausto proviene de una palabra griega empleada en el Antiguo Testamento que significa “completamente quemado” y se ha empleado para referirse a grandes matanzas como, por ejemplo la de millón y medio de armenios por el gobierno turco en la segunda década del siglo XX; la muerte por el ejército japones de alrededor de 200 mil chinos en Nankín a fines de 1937.
Se asocia sobre todo al asesinato planificado y sistemático de alrededor de 6 millones de judíos europeos perpetrado por la Alemania Nazi en los años 30 y 40 del siglo pasado. A lo largo de la guerra muchos millones más fueron víctimas del régimen nazi; entre ellos a cerca de 26 millones de ciudadanos soviéticos, en su mayoría rusos, así como a medio millón de gitanos.
Una idea central de la doctrina nazi era que Alemania necesitaba expandirse territorialmente para asegurar tierras agrícolas, recursos naturales y espacio para el crecimiento de la “raza aria”. El nuevo “espacio vital” alemán tendría que ser étnicamente puro, sin “indeseables” como judíos, gitanos, eslavos que eran considerados subhumanos. Estos últimos serían exterminados o esclavizados mediante métodos como el hambre sistemática, el exceso de trabajo, las cámaras de gas, los desplazamientos masivos, la carencia de asistencia médica, entre otros.
Esa terrible historia se repite desde hace más de setenta años en la continua expansión de Israel sobre los territorios vecinos para construir el Gran Israel que, dicen, les prometió Yahvé, un personaje bíblico, con la orden expresa de asesinar a otras tribus descendientes de Abraham con las que estaban emparentados.
El mundo contempla cada vez más horrorizado el exterminio de la población palestina que habita la región desde hace miles de años; en buena medida descendientes de los antiguos israelitas, conquistados por otras potencias y conversos a otras religiones.
Estados Unidos vetó una vez más una resolución propuesta por miembros del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. El proyecto pedía el alto el fuego en Gaza, la liberación incondicional e inmediata de los rehenes judíos que aún viven y abrir el acceso a la ayuda humanitaria. En particular condenaba enérgicamente la práctica de hacer padecer hambre a la población civil como método de guerra. Se trata de una forma de tortura aplicada a millones que mata primero a los más débiles, los niños. Eso mientras centenares de transportes esperan detrás de la frontera esperando que se les permita entrar a repartir agua, alimentos, fórmulas para bebés, tiendas de campaña y medicamentos básicos.
El veto de los Estados Unidos fue único; los otros 14 miembros del Consejo de Seguridad votaron a favor de la resolución, incluyendo a países occidentales y aliados de Estados Unidos como Francia, Reino Unido, Dinamarca y Grecia. De manera sistemática Estados Unidos se opone al reconocimiento de los derechos humanos de los palestinos y a su derecho a contar con un Estado propio dentro de las fronteras reconocidas internacionalmente por los miembros de las Naciones Unidas.
Antes de la votación, en nombre de los 10 miembros no permanentes del Consejo de Seguridad la representante de Dinamarca denunció que una generación corre el riesgo de perderse no solo por la guerra sino también por el hambre y la desesperación.
La votación del Consejo ocurrió dos días después de que la Comisión Internacional Independiente de investigación sobre los territorios palestinos ocupados, dependiente de las Naciones Unidas, concluyera que Israel está cometiendo genocidio en Gaza y urgiera a Israel a poner fin a tal atrocidad y castigar a los responsables. El documento de 72 páginas, disponible en inglés en la página de las Naciones Unidas, impresiona por su nivel de detalle sobre sobre las formas de limpieza étnicas ejercidas por Israel. Incluye la destrucción de infraestructura esencial para la vida, por ejemplo el abasto y purificación de agua, el bloque de alimentos, la destrucción del sistema de salud, la destrucción de viviendas, la violencia sexual, y los ataques específicamente dirigidos contra la niñez.
El reconocimiento del holocausto palestino como un verdadero genocidio se expande en todo el mundo. El prominente senador norteamericano Bernie Sanders afirma que Israel comete un genocidio en Gaza y renueva su llamado a acabar con la complicidad del gobierno de los Estados Unidos en la matanza de la población palestina. Otra congresista, Becca Balint, dijo que niños y bebes mueren de hambre mientras el gobierno israelita parece dedicado a la destrucción sistemática e intencional del pueblo palestino. Sanders y Becca son judíos, como lo son otros miles que con el lema “no en mi nombre” se oponen a la matanza.
Hoy en día el mundo está representado en la flotilla Sumud; un conjunto de embarcaciones pequeñas y medianas, con tripulaciones de seis a 25 personas con delegaciones de 44 países que son todos civiles desarmados. Se dirigen a la costa de Palestina donde tenían previsto llegar el 20 de septiembre, pero las malas condiciones climáticas los han retrasado al poner en riesgo sobre todo a las embarcaciones más pequeñas. Llevan una carga de más de 300 toneladas de ayuda humanitaria y en cada puerto del mediterráneo sus barcos son recibidos por multitudes solidarias con el pueblo palestino.
La flotilla Sumud (perseverancia en árabe), ha sufrido ataque con drones y en la medida que se acercan a su destino se incrementa el riesgo de ataques violentos por parte de Israel, como ha ocurrido con intentos similares en el pasado. Israel calificó como terroristas a los son en realidad voluntarios civiles y su ejercito practica escenarios de combate; también prepara instalaciones donde los que sean capturados serán recluidos sin comodidades. Ante ello uno de los coordinadores de la flotilla recordó que para Israel todos y cada uno de los palestinos, de uno a 100 años de vida, es un terrorista.
Entre tanto Bezabel Smotrich, el ministro de finanzas del gobierno israelita acaba de decir que Gaza puede convertirse en una verdadera bonanza inmobiliaria tras el actual proceso de destrucción y expulsión de su población. Puede ser, como lo dijo anteriormente Donald Trump, la Riviera del medio este, es decir un espacio turístico de lujo frente a magnificas playas. Ambos, Israel y Estados Unidos han invertido mucho en esta guerra; así que necesitamos definir el porcentaje de la tierra que nos toca a cada uno, dijo Smotrich.
El hecho es que según estimaciones de las Naciones Unidas se han destruido o dañado severamente 92 por ciento de las viviendas, 91 por ciento de las escuelas y 86 por ciento de la tierra cultivable. La población está de nueva cuenta siendo obligada a desplazarse para hacinarlos en una pequeña porción del territorio donde, sin ayuda humanitaria, no podrán sobrevivir por mucho tiempo.
Finalmente es importante recordar que la presidenta Sheinbaum ha reiterado el reconocimiento de México a los dos estados, Israel y Palestina y ha condenado las agresiones a la población civil.
Que un manto de misericordia cubra a esta región.




