MANTE, TAM.- Para muchos migrantes mexicanos, el llamado “sueño americano” se ha transformado en una auténtica pesadilla. Las políticas migratorias restrictivas, el temor constante a la deportación y las condiciones laborales inciertas han puesto en jaque a quienes cada año cruzan la frontera en busca de un mejor futuro.
Ángel N., originario del poblado Los Aztecas, en El Mante, es uno de los cientos de trabajadores que emigran legalmente a Estados Unidos con visa de trabajo para laborar en el campo, contratados a través del Servicio Nacional del Empleo. Sin embargo, este año la situación ha cambiado drásticamente.
“Ya nada es igual. El clima afectó las cosechas, y aunque tengo mi visa y permiso, no puedo trabajar en otro lugar. Si me encuentran fuera del contrato, me deportan y pierdo el derecho de volver”, relata Ángel, quien ha pasado los últimos dos meses sin empleo.
Además del desempleo, los gastos diarios de hospedaje, comida y transporte se acumulan. Ángel confiesa que durante ese tiempo apenas ha logrado reunir 3 mil dólares, cuando en temporadas anteriores ganaba hasta 10 mil en un solo mes. “Ya no alcanza ni para enviar remesas. Todo se va en sobrevivir aquí mientras llega la próxima cosecha.”
Ganar en dólares… para sobrevivir
Pese a las dificultades, Ángel sigue regresando a Estados Unidos cada año. En México, durante su “descanso”, trabaja en construcción, techumbres y otros oficios que aprendió allá. “A veces me va mejor aquí, pero uno ya está acostumbrado a irse. En dólares, aunque sea poco, uno puede ahorrar para emergencias, como cuando me dio COVID y gasté casi 300 mil pesos en medicamentos. Gracias a Dios, tenía con qué.”
Su mayor motivación, dice, es ver a su familia avanzar. “Mi hijo se graduó con honores en la escuela del ejido, fue de los 120 mejores alumnos de Tamaulipas. Eso me impulsa a seguir yendo, aunque allá se sufra.”
Jesús N., otro migrante que ha trabajado por años en Estados Unidos, vive una situación similar. Contratado para la poda de árboles por una empresa estadounidense, fue despedido en junio por temor a sanciones del gobierno. Desde entonces lleva más de dos meses buscando empleo sin éxito.
“Regresé en enero pensando que tendría trabajo seguro, como siempre, pero las cosas cambiaron. Con las nuevas restricciones, las empresas ya no quieren contratarnos por miedo a multas. Y sin papeles, nadie quiere darte trabajo”, explica.
Jesús, como muchos otros, enfrenta ahora el dilema de quedarse en Estados Unidos sin ingresos ni garantías, o regresar a México con la esperanza de encontrar estabilidad en su propio país.
Las políticas migratorias heredadas del gobierno de Donald Trump, aún vigentes en muchas regiones, han endurecido la situación para los trabajadores del campo. A pesar de contar con visas legales, los migrantes enfrentan limitaciones severas, inseguridad laboral y condiciones de vida precarias.
Mientras algunos consideran regresar definitivamente, otros siguen apostando por el sueño de ganar en dólares, ahorrar y brindar un mejor futuro a sus familias.
“El sueño americano existe”, concluye Ángel, “pero para muchos, ahora también duele.”
Sigue el interés por trabajos legales
A pesar del clima de incertidumbre que viven muchos migrantes en Estados Unidos, la demanda de trabajo legal en ese país sigue vigente entre los habitantes de El Mante y la región, de acuerdo con el Servicio Nacional del Empleo (SNE).
El titular de la oficina local del SNE, Darío Saldaña, informó que cada año se envían 171 trabajadores agrícolas con visa y contrato formal para laborar en campos de cultivo estadounidenses. Esta cifra se ha mantenido constante y, aunque hay personas interesadas en obtener una oportunidad, las vacantes son limitadas.
“Son 171 personas que enviamos anualmente con todos sus papeles en regla. La mayoría regresa a finales de año, reporta su experiencia, y en enero vuelven a salir, siempre con contrato renovado”, explicó Saldaña.
Aunque no existe un registro exacto de cuántos más desean migrar con fines laborales, muchas personas se acercan a las oficinas del SNE para solicitar información o dejar sus documentos, a la espera de una oportunidad. “Algunos solo preguntan, otros dejan papelería para cuando haya un espacio. Pero sí, hay interés constante por trabajar y ganar en dólares”, agregó.
Saldaña aseguró que hasta el momento, ninguno de los trabajadores contratados ha sido deportado, ya que conocen bien las reglas y limitaciones de su permiso de trabajo.
“Ellos saben que no pueden laborar fuera del lugar asignado. Si lo hacen, se arriesgan a ser detenidos, deportados e incluso a perder el derecho a renovar sus documentos”, subrayó.
El funcionario destacó que el programa permite a los trabajadores viajar de forma segura, legal y con beneficios establecidos, pero también requiere responsabilidad y cumplimiento estricto de las condiciones del contrato.
Por Patricia Pérez Cruz
EXPRESO-LA RAZÓN




