El trayecto realizado durante 25 años desde la alternancia política ha llegado a un punto de inflexión con el segundo piso de la (vulnerable) 4T y en los escenarios visibles sobre el futuro del país, todas las vertientes de una u otra manera terminan en una vía libre al autoritarismo.
La nueva ola ultraderechista que impera en muchas partes del mundo alteró la vida política de los países occidentales y el Estados Unidos de Donald Trump es el claro ejemplo de que no existen democracias lo suficientemente sólidas para evitar un deterioro como el que sufre el país vecinos desde su llegada al poder por primera vez, en 2016.
En México el movimiento democrático liderado por Cuauhtémoc Cárdenas (entre sus cercanos AMLO) dejó cimientos fuertes para que el país mantuviera los suficientes contrapesos de poder que no lo llevaran repentinamente a un vuelco autoritario.
La creación de un Instituto Electoral, ajeno al poder y abierto a la ciudadanía permitieron con el paso del tiempo procesos electorales incuestionables que fueron deteriorando la operación sistemática de un partido como el PRI para comprar el voto ciudadano.
Si bien es una práctica aún recurrida, dista mucho de los excesos cometidos en el pasado. Con la llegada de Vicente Fox en 2000 nació el Instituto Federal de Acceso a la Información (después renombrado como INAI) que fue indispensable para dejar en evidencia actos de corrupción o de conflicto de interés que llegarían a costar casi (casi) la presidencia de un país como sucedió con el ex presidente priista Enrique Peña Nieto.
Y en general la creación de organismos autónomos descentralizados propiciaron una mayor incursión de nuevos agentes que después contribuirían a la construcción democrática de un país sin que el Estado se mantuviera como su propio supervisor y juez. Con la llegada de la 4T en una de las elecciones más democráticas y libres de toda la historia, la flexibilidad a una rigidez estricta en la defensa de los espacios de poder para llevar a cabo una política de conciliación, cabildeo y negociación, aumentó con la llegada del proyecto obradorista con su obra de ingeniería social de programas sociales que necesitaban de un poder absoluto para ejercerlos en lenguaje tabasqueño, de ‘manera responsable’.
Por otra parte la radicalización de una oposición incapaz de hacer tribuna regresa al discurso de la guerra en contra del narcotráfico y ahora del ‘huachicol’ bajo la dinámica que lleva a cabo la administración de Trump en contra de todos los negocios ‘turbios’ de los operadores obradoristas. Morena ha logrado conquistas electorales superiores incluso a las que presumía el PRI de Enrique Peña Nieto previo a su entrada el poder y a la lejanía el ‘efecto Fox’ que se dio antes de su llegada al poder en 2000 y en la sucesión de 2006.
Era el todo por el todo: municipios, congresos locales, gubernaturas, la Ciudad de México, el Congreso y el Senado. Todo el poder concentrado para llevar a cabo todas las reformas necesarias para perpetuar su proyecto de nación y de paso, para lograr perpetuar al partido como una emulación del PRI jurásico.
Pero un proyecto como la 4T o la hegemonía de un partido como Morena no encajan en el mundo actual de extremos específicamente con la ola neoconservadora en países como Argentina, Brasil, El Salvador, Filipinas, Estados Unidos, Italia, etc, con personajes emergentes sin una orientación partidista específica aunque si ideológica.
Para el Estados Unidos de Trump alimentado por ultras pero al final pragmático guiado por su formación empresarial, le permiten navegar entre los grupos conservadores y entre grupos políticos que alimentaron durante décadas el periodo neoliberal implementado en los mismos años que le sumaron números a su fortuna.
En México esos grupos con cercanías al PAN y al extinto PRI intentan intervenir en la vida política del país mediante una lucha ‘legítima’ que intenta restar fuerza y poder de acción a los grupos delincuenciales que por la naturaleza de los recientes decomisos pareciera que el narcotráfico ya es uno de sus giros menos importantes..
Sus rutas al final les permiten ampliar la variedad de productos que pueden mover de un punto a otro al margen de las regulaciones gubernamentales y claro, sin rendir cuentas al fisco. La actual depuración política que apenas inicia en el país se da de la mano con el apoyo de las autoridades de justicia, y de Seguridad Pública.
Regresa la narrativa iniciada por el calderonato y a un sexenio morenista de distancia aún reconocen su fuerza y sus privilegios aumentaron a otros rubros del sector público como el de la construcción. Además de los miles de millones de pesos gastados durante dos décadas en la construcción de infraestructura necesaria para la atención del delito, y también para tañer a una ciudadanía vigilada y sus espacios públicos. Un modelo de seguridad iniciado en Estados Unidos y rápidamente extendido por el mundo tras el 11/S.
Es el mismo modelo que poco a poco cada rincón del país implemento en sus C2. C3, C4, C5. Es el Estado policiaco que emprende cacerías políticas y utiliza toda la fuerza de la Justicia para el descrédito político.
En la naturaleza de la corrupción mexicano, todos suelen ser culpables hasta que no se les demuestre lo contrario. La desaparición de contrapesos como los organismos autónomos, la falta de rendición de cuentas, el aumento del presupuesto en vigilancia y una mayor presencia de las fuerzas armadas son el caldo de cultivo propicio para futuros conflictos políticos que recurran al golpismo como solución. Que al igual como ha sucedido en países latinoamericanos como Bolivia, Perú y Paraguay, que desde el Poder Judicial o el Legislativo desmoronen cualquier gobierno hasta dejarlo acéfalo o como sucedió en Tamaulipas con Cabeza de Vaca, recurran a la sobre interpretación de la Ley.
Por el momento con la imposición y violación de candados para frenar el avance democrático y delimitarlo México tiene dos vías de autoritarismo que ya se aplicaron en el pasado reciente. La consolidación de Morena como un partido hegemónico que imponga en el mediano largo plazo un modelo priista con los esteroides del aparato de Bienestar que construya una oposición a modo a la que reparta espacios de poder que de igual manera le permite hacer depuraciones políticas.
El ascenso de una figura política que logre reorganizar a la oposición y a la ciudadanía que no esta de acuerdo con la 4T y sea alimentada por las elites con empresarios, activistas o políticos opositores de derecha como parte de la dinámica política mundial actual.
O la vuelta a la concepción de Estado policiaco del calderonato con la bendición de Estados Unidos a pesar de todas las consecuencias en violación de derechos humanos que se han registrado por años en todo el país. Y al final en cualquiera de los escenarios, la continuidad de cualquier proyecto político o el de Morena mismo parecieran no prosperar si no es deteniendo todos los avances democráticos que sumó el país por la lucha política de los partidos que han sido oposición del PRI.
La presidenta Claudia Sheimbaum, cercada por cada uno de los escenarios y frentes anteriormente mencionados intenta depurar a Morena o lo que al final resulte de esa fuerza política de las figuras políticas que decidieron no terminar con su vigencia política y que ahora poco a poco se desmoronan por los señalamientos hechos por las autoridades y las de Estados Unidos.
La proximidad con Estados Unidos, la dependencia económica que además tiene el país le impiden ignorar las presiones y el trabajo bilateral prácticamente raya en el intervencionismo.
Por el momento la presidenta y su equipo han avanzado en la recuperación de los espacios en el gobierno pero al final los puestos de elección en los próximos procesos electorales dependerán a la influencia que terminen teniendo cada uno de los obradoristas en la designación de candidaturas.
Será la determinación del avance de Morena como partido o la evolución de un gobierno recurrente al aparato del Justicia. O al final que los carpetazos lanzados desde la Casa Blanca reduzcan la operatividad de la 4T y permitan el ascenso de un ‘emergente’. Que al final aún a favor de la presidenta y de su equipo terminaría en un ambiente nacional de reformas políticas cuestionadas y las limitaciones a la ciudadanía y en descentralizar organismos de gobierno estratégicos.
Al final el avance de nuestra democracia se detuvo sin la certeza de avances en el corto plazo. Y que el país abrace a favor y/o en defensa de su soberanía y gobernabilidad medidas que experimentamos los mexicanos lastimosamente desde 2007. Y es una vuelta al pasado que ponen en riesgo aspectos tan elementales como los concernientes a los derechos humanos.
O regresen los excesos del pasado priista que provocaron en el país décadas de crisis económicas, políticas y sociales.




