Con frecuencia escucho a amigos, conocidos e incluso en el transporte público lo difícil que resulta sobrevivir a las quincenas.
Que alguien me pida prestado o que yo misma recurra a la tarjeta de crédito se ha vuelto tan común que evidencia una realidad: el dinero no alcanza, al menos no para el grueso de la población.
Vivimos surfeando deudas y atrapados en un estrés financiero donde, para muchos, la principal motivación de levantarse cada mañana es la larga lista de pagos por cumplir. La preocupación de no llegar a fin de mes se ha convertido en un compañero constante de vida.
Los números reflejan esta realidad cotidiana. Según la Encuesta Nacional sobre Salud Financiera (ENSAFI 2023), más de un tercio de los mexicanos sufre niveles altos de estrés financiero.
Cerca del 32 % solo planifica los gastos más urgentes, dejando fuera un panorama completo de su presupuesto. La mayoría de los ahorros formales no supera siquiera el equivalente a una quincena de ingresos.
No sorprende, entonces, que la sensación de vivir “al día” se haya vuelto común. Entre los factores que alimentan este ciclo está la presión de los gastos pequeños e imprevistos, las deudas que se acumulan y unos ingresos que muchas veces no crecen al ritmo de los gastos.
Surfeamos las quincenas como quien navega un mar agitado: siempre a la expectativa de la siguiente ola de pagos, a veces con la incertidumbre de si habrá suficiente dinero para llegar a la siguiente quincena sin contratiempos.
La experiencia personal y la información disponible dejan ver un panorama inquietante: la vida financiera de muchas personas es un constante equilibrio entre lo que entra y lo que debe salir, con pocas oportunidades de respiro.
Y aunque cada quien enfrenta la quincena a su manera, lo cierto es que el estrés y la preocupación son casi universales. La sensación de agobio no es solo por lo que se debe, sino por la constante vigilancia de lo que aún no alcanza.
A veces me pregunto: ¿cómo decidimos lo que compramos? Reflexionar un poco antes de gastar puede hacer una gran diferencia. Antes de comprar, pregúntate: ¿lo necesito o solo me gusta? ¿Es urgente o puede esperar? ¿Lo pago con crédito o con lo que realmente tengo disponible?
Más tarjetas de crédito no son más dinero, son más responsabilidades financieras. Pagar solo el mínimo puede parecer una salida fácil, pero a la larga puede ser el principio del caos. Si es posible, pagar el total evita intereses y aliviana un poco la presión de la siguiente quincena.
Sobrevivir a las quincenas no debería ser la medida de nuestra vida, pero para millones de mexicanos se ha convertido en una rutina inevitable. La diferencia está en ser conscientes de esta realidad y reflexionar sobre cómo enfrentamos cada mes, con sus deudas, pagos y compromisos, sin perder de vista que la vida es mucho más que una cuenta por cubrir antes del día de pago.
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