5 diciembre, 2025

5 diciembre, 2025

Migración: fenómeno social que exige dignidad, no control

EL FARO/FRANCISCO DE ASÍS

El 24 de septiembre de 2025, un francotirador abrió fuego contra un vehículo que transportaba migrantes detenidos por el ICE en Dallas. Entre ellos viajaba Miguel Ángel García-Hernández, un mexicano de 32 años y padre de familia, que murió días después tras ser desconectado del soporte vital. Este episodio —violento, injusto, casi inconcebible— nos recuerda que la migración no es una estadística, sino un drama humano que pone en riesgo vidas, incluso cuando los migrantes ya están bajo custodia oficial.

En México solemos hablar de seguridad, economía, educación o salud como los grandes problemas nacionales. Sin embargo, hay un tema que permanece latente, no resuelto, y cargado de riesgos: la migración. No podemos engañarnos: si lo seguimos postergando, nuevas tragedias volverán a sacudirnos, como ya ocurrió en Ciudad Juárez en 2023, cuando 40 migrantes murieron atrapados en una estación del Instituto Nacional de Migración (INM).

De la permisividad a la contención
El sexenio pasado comenzó con cierta permisividad hacia las caravanas que cruzaban el país rumbo a Estados Unidos. Pero la presión de Washington pronto impuso un cambio: México desplegó a la Guardia Nacional en la frontera sur y asumió el rol de contener a los migrantes, muchas veces con abusos, extorsiones y condiciones inhumanas. Desde entonces, la política se ha mantenido en esa línea, con un INM debilitado y cuestionado.

México en cifras
El Anuario de Migración y Remesas 2024, editado por el Consejo Nacional de Población (CONAPO), la Fundación BBVA México y BBVA Research, ofrece un panorama claro: México ya no es solo país de origen, también es tránsito, retorno y destino. A ello se suma la dependencia económica de las remesas: en 2023, México recibió el 7.8% de todas las remesas del mundo, lo que refleja tanto la magnitud del éxodo como la incapacidad de ofrecer suficientes oportunidades dentro del país.

Las causas que empujan a migrar
La gente no migra por gusto. Organismos internacionales como la OIM y el ACNUR coinciden en que las causas fundamentales son:
– Violencia e inseguridad, que obligan a comunidades enteras a huir.
– Pobreza y falta de oportunidades, que expulsan a quienes buscan empleo digno.
– Crisis climáticas, que arrasan territorios con sequías, inundaciones o huracanes.

Migrar para estudiar, mejorar profesionalmente o conocer otros países es legítimo, pero minoritario. Para la mayoría, migrar significa sobrevivir.

Una mirada global
El fenómeno migratorio no se limita a México. En la última década, 61,620 personas murieron o desaparecieron en rutas migratorias en el mundo; ocho de cada diez en América lo hicieron en la frontera México–EE.UU. Mientras tanto, los países receptores refuerzan sus muros:
– En Estados Unidos, los controles se endurecieron y los cruces irregulares cayeron en 2024–2025.
– La Unión Europea aprobó un pacto migratorio centrado en la contención más que en la integración.
– En Japón, crecen movimientos nacionalistas que repiten la consigna “Japón para los japoneses”, pese a que el país envejece y necesita trabajadores extranjeros.

El contraste es evidente: las sociedades necesitan migrantes, pero la política los rechaza.

México en la encrucijada
Nuestro país enfrenta cuatro dilemas:
1. Humanitario: albergues saturados y violaciones a derechos humanos en estaciones migratorias.
2. Económico: dependencia de remesas que sostienen comunidades enteras.
3. Político: un INM con fuerte desgaste institucional que exige reforma.
4. Oportunidad: aprovechar la migración como motor de desarrollo mediante programas de integración laboral y social.

Conclusión
El control migratorio sin atender las causas estructurales —violencia, pobreza, crisis climáticas— es inútil. Puede reducir los cruces por un tiempo, pero no detendrá la migración. El verdadero objetivo debe ser que las personas tengan una vida digna en sus lugares de origen. Migrar por aprender o mejorar será siempre válido, pero debería ser una decisión minoritaria, no una huida desesperada.

La migración es un fenómeno humano, no un delito. Convertirla en cuestión de represión es condenarnos a repetir tragedias. México necesita cambiar la lógica: de la contención a la dignidad, de los muros al reconocimiento de derechos, de la indiferencia a la solidaridad.

Si seguimos ignorando la raíz del problema, la historia volverá a cobrarnos vidas. Y cada vida perdida no será solo una cifra más: será un recordatorio doloroso de que fallamos como sociedad al negar a otros lo que todos merecemos: dignidad y calidad de vida.

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