CIUDAD VICTORIA, TAM.- La historia de cerca de una decena de familias del poblado de «El Carmen», y otros más del municipio de Güémez, parece repetirse con cada temporada de lluvias: el río Purificación avanza, derrumba orillas, devora terrenos y deja al límite casas que alguna vez estuvieron seguras sobre tierra firme.
El problema no es nuevo y es que comenzó en el 2010, tras el paso del devastador huracán Alex, cuando el cauce del río se desbordó y comenzó a modificar su curso natural.
En ese entonces, los afectados tocaron las puertas de la administración estatal encabezada por el exgobernador Eugenio Hernández, solicitando ayuda para obras de protección; no hubo respuesta.
La Comisión Nacional del Agua (Conagua), responsable de atender la problemática, tampoco realizó acciones concretas.
Aunque la esperanza llegó en forma de promesas incumplidas y proyectos inconclusos, como la construcción de “gaviones” (estructuras de piedra y malla metálica que ayudan a contener el cauce), estos iniciaron, pero nunca se terminaron.
“Desde Alex nos quedamos con la incertidumbre de si el río iba a seguir avanzando».
«Pasaron los años, cambiaron las administraciones, pero nada se resolvió. Hoy esos gaviones a medias son lo único que tenemos para contener la corriente”, relataron los vecinos.
El olvido se prolongó más de una década, hasta que en junio de 2024 la tormenta tropical Alberto volvió a golpear la región.
En aquel junio atípico, el caudal creció, arrastró más tierra y dejó a familias del Carmen, el Ejido Guadalupe Victoria y la Congregación La Rosita con viviendas en riesgo de colapso.
“Ahí fue cuando realmente vimos que el problema se agravó (pues) varias casas se fueron, se desmoronaron baños, corrales, chiqueros… el río arrasó con todo lo que encontró”, recordó el ingeniero Hugo Pedro Ramos, uno de los vecinos afectados.
En enero de 2025, las comunidades organizaron y enviaron el documento titulado “Solicitud de Obra de Protección en Talud del Río Purificación”, en el que solicitaron tres medidas urgentes: concluir las obras de protección, controlar el cauce y establecer una reserva territorial para reubicar a las familias damnificadas.
“Antes nuestros terrenos contaban con muchos metros de tierra firme, pero el río se ha llevado casi todo y hoy nos queda muy poco terreno”, se lee en la petición.
El panorama empeoró aún más con las lluvias de septiembre de este año, que volvieron a socavar la ribera.
Hoy, casas particulares con escrituras en regla están a un metro del barranco y otras tantas quedaron inhabitables, obligando a sus propietarios a rentar.
“Son entre seis y siete familias las más afectadas, aunque hay más viviendas en riesgo».
«Es triste: quienes tienen papeles y construyeron en regla son los más perjudicados, mientras que en predios irregulares apenas les ha alcanzado el daño”, explicó Ramos.
La denuncia va dirigida a Conagua, por ser de su competencia el control del cauce de los ríos federales.
Sin embargo, la dependencia ha dejado a medias los trabajos desde hace más de diez años.
Y en contraste, el actual gerente estatal, Jaime Gudiño Zárate, no ha dado seguimiento a esta problemática, a pesar de la urgencia.
“Queríamos que le dieran continuidad a los gaviones, pero no hemos recibido ninguna respuesta. Hemos mandado escritos hasta México y no pasa nada”, lamentó el ingeniero.
Cocodrilos: la otra amenaza
A la erosión del río se suma un problema adicional: la presencia de cocodrilos en los esteros cercanos, que representan un riesgo para pescadores y vecinos.
Estos reptiles, han estado creciendo en población y adueñandose del cause, ocasionando un desplazamiento de habitantes, pescadores y turistas que encontraban en esos tramos del Purificación diversión, generación de recursos y aprovechamiento natural.
Sin embargo hoy ya no es así.
Y es que también se ha solicitado a la Comisión de Parques y Biodiversidad atender estos reportes para retirar a los saurios y reinstalarlos en otras cuencas lejos de la sociedad para evitar contacto y problemas que lamentar.
Desafortunadamente, esto no ha podido cumplirse y el problema agrava cada día más.
“Hace poco, a las nueve de la noche, unos señores que andaban pescando se llevaron un susto con un cocodrilo».
«Eso también es peligroso, pero nadie hace nada por atender la zona”, comentó Ramos.
Los pobladores recuerdan también otras obras inconclusas en la región, como puentes y andadores que quedaron a medias y que hoy son símbolo del abandono institucional.
“La verdad es que aquí nos han dejado solos. El río ya dañó totalmente los predios particulares y cada temporada de lluvias nos arranca otro pedazo».
«Lo único que pedimos es que se encauce el río y se terminen las obras de protección”, exigen las familias.
Con la temporada invernal en puerta y la probabilidad de nuevos frentes fríos y precipitaciones, la incertidumbre vuelve a crecer.
El Purificación no espera, y mientras avanza, arrastra con él no solo tierras y casas, sino también la paciencia de comunidades que llevan 15 años esperando justicia.
Por Antonio H. Mandujano
Expreso-La Razón




