TAMAULIPAS, MÉXICO.- El matrimonio ya no llega tan pronto como antes. En México, y particularmente en Tamaulipas, las nuevas generaciones están redefiniendo la edad para casarse, retrasando un paso que durante décadas parecía obligatorio en la juventud.
Según la Estadística de Matrimonios (EMAT) 2024 del INEGI, la edad promedio de las mujeres al momento de casarse pasó de 27.9 años en 2015 a 32.1 en 2024.
En los hombres, el cambio fue aún mayor: de 30.8 a 35 años en el mismo periodo.
Del “sí, acepto” a los 20…al “tal vez más adelante”
Aunque el grupo de 25 a 29 años sigue concentrando la mayoría de uniones, cada vez gana terreno la franja de 30 a 34 años, mientras que los matrimonios en edades tempranas son cada vez más escasos.
Lo que antes era común —casarse en la veintena— ahora se ve como un proyecto a largo plazo. Hoy las prioridades se centran en terminar estudios, estabilizar la vida laboral o viajar antes de compartir un hogar.
Los nuevos perfiles del altar
El informe señala que 80.5% de los contrayentes tiene al menos educación secundaria, y más de la mitad se casa con alguien del mismo nivel educativo.
Además, 94.6% de los hombres declaró tener empleo, frente a 57.7% de las mujeres, muchas de las cuales se dedican al hogar.
Esto refleja una nueva visión: más estabilidad económica, más estudios y menos improvisación.
En Tamaulipas, casarse ya no marca el inicio de la vida adulta, sino la consolidación de la madurez personal y profesional.
Un cambio cultural profundo
El retraso en la edad matrimonial responde también a transformaciones culturales. El matrimonio ha dejado de ser un requisito social y hoy compite con otras formas de vida en pareja. La incorporación de las mujeres al ámbito educativo y laboral también ha cambiado la dinámica familiar.
En ciudades fronterizas como Reynosa, Matamoros y Nuevo Laredo, donde la movilidad laboral es intensa, la tendencia a postergar el matrimonio es más marcada. En zonas rurales persiste la costumbre de casarse jóvenes, aunque con menor fuerza que en generaciones anteriores.
Por Raúl López García
EXPRESO-LA RAZÓN




