En el contexto de una mujer en la presidencia del país, lo más lógico y evidente sería que los espacios de la vida pública tengan una mayor apertura —si no es que dominancia— para ser ocupados por mujeres. En la política, por ejemplo, debería ser una acción implementada de facto.
En el caso de Tamaulipas, las principales ciudades han tenido procesos electorales encabezados por mujeres y, en muchos casos, con su llegada efectiva a los puestos de gobierno.
En Matamoros, por ejemplo, Leticia Salazar gobernó bajo los colores del PAN; en Reynosa, Maki Ortiz lo hizo durante dos trienios; en Altamira, Alma Laura Amparán tuvo el mismo destino; en Nuevo Laredo, Carmen Lilia Cantú Rosas actualmente gobierna y se perfila para contender en la carrera por la sucesión; en Tampico, Mónica Villarreal ocupa el cargo; y en Mante, Paty Chío.
De las urbes más grandes del estado, solo quedan la capital tamaulipeca y la tierra bastión del sindicalismo petrolero.
Durante un corto periodo, Pilar Gómez Leal fue impuesta por el exgobernador Cabeza de Vaca, pero al final perdería ante Morena en una elección que se definió entre hombres y no bajo el principio de que todos los partidos debían elegir a una candidata.
En el contexto político que impera en la capital tamaulipeca —una guerra de todos contra todos y con la contaminación que diariamente se observa en publicaciones de redes sociales que rayan en la denigración personal—, sería oportuno un golpe de timón que altere un orden que, por años, ha sido controlado por los jerarcas de la ciudad.
Casualmente, en Victoria existen suficientes cuadros políticos para que se diera una contienda bajo ese principio.
En Morena, por ejemplo, la secretaria del Bienestar, Silvia Casas, podría ser la elegida por el partido para contender por la alcaldía. En la lejanía, Katalyna Méndez intenta ganar posicionamiento desde el Congreso estatal.
En partidos como el PAN y Movimiento Ciudadano, Ale Cárdenas y Mayra Benavides mantienen actividad política y el suficiente posicionamiento para contender por la alcaldía desde el bando opositor.
Además, no tienen relación alguna con el baño de lodo que recientemente se ha desatado entre las tribus patriarcales morenistas y/o de la oposición.
En Madero, empieza a notarse la presencia de la presidenta Claudia Sheinbaum, y en los constantes eventos realizados en el sur se perfilan mujeres que podrían llegar a la candidatura.
Es pertinente recordar que la ley aún permite la reelección de ediles; sin embargo, si existe coherencia política en Morena y en la oposición, la medida debería adoptarse de una vez.
El caso de Victoria es excepcional por la turbulencia política que aún impera desde 2018. Dos transiciones después, queda en evidencia que, más allá de los colores y las filias políticas, existe una red de intereses que en algún momento debe terminar.
Y justo podría ser en la próxima elección, que permitiría una renovación total de cuadros políticos tan necesaria por el bien de todos los victorenses.
Por. Pedro Alfonso García Rodríguez
@pedroalfonso88




