4 diciembre, 2025

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Reciben trato de delincuentes

Omar Velázquez es un mexicano oriundo de la Huasteca Potosina que fue deportado de Estados Unidos como parte de las políticas migratorias del presidente Trump y que narra cómo el racismo y la violencia contra todo extranjero aumenta cada día

No sabe cuánto le falta para llegar a su destino pero Omar está tranquilo. Va de vuelta a su hogar en la huasteca potosina, lo acompañan unas Sabritas, un refresco y una maleta de mano. Fue deportado hace unas horas a través de Matamoros y tomó ahí un autobús que lo llevará hasta su anhelado destino. Tiene un gesto amable en su rostro y una tranquilidad en su semblante. Suena su teléfono y aprovecha para dialogar mientras la claridad del día que está por irse, aun entra por la ventana. Luego de un rato de ver una película, se quita los audífonos y acepta platicar con el reportero. La presentación es mero trámite porque a Omar, también se le notan las emociones encontradas al platicar su historia. “En Estados Unidos ya cualquiera te trata como delincuente… y nomás por tu aspecto, esa no es vida”.

Son las primeras palabras que dice, cuando este reportero le pregunta cómo está la situación, ante la embestida permanente de las autoridades migratorias contra. Antes de seguir, pregunta si su rostro va a salir retratado y da a entender que no quiere. Pero si acepta decirnos su nombre y ser grabado también.

LA DETENCIÓN

Relata con tranquilidad que es originario de una comunidad de Aquismón y rápidamente entra en materia: Fue detenido el 12 de agosto del presente año a las 6 de la tarde, saliendo de trabajar, a causa de un delito vial. Conducía un vehículo con placas de cartón, tuvo corte en una semana con defensor de oficio, aceptó sus cargos por falsificación de placas y así evitó estar un año en la cárcel. Fue en Nashville, lo movieron a varias cárceles más donde perdió todo derecho humanitario: “Te tratan mal, no te dan suficiente comida… al final me encerraron en la cárcel del Condado de Knox, todo el tiempo encadenado de manos y pies y cuando quise pagar la fianza no me dejaron… me di cuenta que no les iba a ganar y fui de cárcel en cárcel hasta que al último en Louisiana estuve con deportados de Nueva York, de Michigan, de Arkansas, de las Vegas y fui deportado”, afirma. Asegura que luego supo que su detención era más por su perfil racial, que por el delito cometido y esa, es la suerte que corren todos los extranjeros.

ETIQUETA DE CRIMINAL

“A mi me deportaron por Matamoros y me decían que por esa cárcel, están aventando hasta a 300 personas al día”, cuenta. La pregunta después de contar de su detención y deportación es obligada ¿Quieres regresar a Estados Unidos? Y la respuesta es tajante: “No…hay gente que está peleando después de ser detenida pero no sirve de nada, no vale de nada los argumentos que les des, es algo bien feo porque ellos como quiera te van a echar”, dice. Encarcelado por más de seis semanas y acompañado de mil personas más que esperan su misma suerte, asegura que lo más peligroso de la situación migratoria y los embates del Gobierno que sufren, provoca un aumento del racismo, motivado por el odio que fomentan y la violencia en contra de todo ilegal. “Seas mexicano, hispano, africano o chino tu para Estados Unidos eres un delincuente… “big criminal” decían ellos…un gran delincuente, esa es la verdad… yo por eso le pedí al juez que dictara mi deportación”, cuenta. Afirma que en 20 años de matrimonio, más de 10 los pasó en distintas etapas en Estados Unidos y ahora, su anhelo incluso antes de ser detenido, era volver a su casa, al hogar en donde se siente libre. “Hubo un tiempo donde pasé varios días encerrado en mi casa porque afuera andaba la Policía, esa no es vida… llegabas a una tienda y sientes las miradas de odio de algunas personas, te miran como si fuera un delito ser extranjero y eso es desde que entró Trump”, narra.


“NO QUIERO VOLVER NUNCA”

A la altura de Llera le decimos a Omar que faltan poco más de 2 horas para llegar a su casa y que en El Mante, el autobús hará una parada más. Hay tiempo, hay charla y le preguntamos si algún día quiere volver a un país que si bien lo trató mal en esta etapa, otras veces seguramente le dio el sustento. “Yo ya le había dicho a mi esposa que ya no quería estar allá, yo quería estar con mis hijos, con mi esposa, con mi mamá, yo creo que por eso Dios me lo concedió de una forma o de otra”, cuenta.

Asegura que a diferencia de otra gente que inmediatamente después de ser deportado buscaba regresar, él no quiere volver nunca: “Yo en mi mente ya tengo que no voy a regresar a Estados Unidos… yo no quiero volver, prefiero vivir en paz y no tener ya la idea de volver, aunque me digan que ya salió Trump”. La plática da algunas vueltas en círculo y el tema del odio racial vuelve a salir. No se explica cómo puede haber gente que los puede aborrecer.

Por eso su decisión tomada, quedarse para siempre en México y no volver nunca más. De repente la claridad que entraba por la ventana se apaga. Se ha hecho de noche y solo algunas luces se ven en el camino, estamos llegando a la siguiente parada en El Mante. Las luces se encienden y Omar pregunta dónde estamos. Cada vez más cerca, le digo, casi en casa, casi con los suyos, pero ya en su Patria, en su tierra. Me extiende la mano y me da las gracias. Nos deseamos mutuamente que nos vaya bien. Omar sonríe, sabe que la vida está a punto de premiarlo por el sufrimiento de los últimos 57 días donde el sueño americano, se le convirtió en una pesadilla de la que despertará en unas dos horas, abrazando a los suyos.

POR STAFF

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