4 diciembre, 2025

4 diciembre, 2025

Cuando los sueños se visten

Martín Ortiz vivió de todo para conseguir tener una marca deportiva reconocida a nivel local; hoy sigue soñando en grande

CIUDAD VICTORIA, TAMAULIPAS.- En las canchas de Ciudad Victoria, en torneos estatales de futbol y hasta en deportes como el tochito o la pesca, hay un nombre que cada vez resuena con más fuerza: Ink Sports. La marca se ha convertido en parte de la identidad deportiva de cientos de niños y jóvenes que, al portar un uniforme, también visten el esfuerzo de un proyecto que nació de cero.

Detrás de cada diseño y de cada jersey existe una historia de lucha, perseverancia y pasión por el deporte. La historia de alguien que de niño soñó con ser futbolista, que creció entre viajes a Padilla vendiendo empanadas, y tardes jugando en academias de fútbol, y que tras varios intentos laborales y académicos encontró en el diseño gráfico y en el emprendimiento su camino definitivo. Ese alguien es Martín Ortiz García.

Martín creció en Veracruz, pero su sangre siempre ha sido tamaulipeca. Su madre oriunda de Padilla, le dio esa dicha. De sus primeros años, poco recuerda, pero lo que más le marcó fue la separación de sus padres, pero después empezó a vivir nuevos pasajes en su vida diaria que le dieron ese espíritu de lucha.

“Mi infancia fue de travesuras, de calle, de andar jugando… soy el único hombre de cuatro hermanos. Mis papás se separaron cuando tenía 5 años, antes de eso recuerdo poco, eso me marcó y lo recuerdo. Mi mamá era de aquí, de Tamaulipas, y pues lógicamente nos venimos con ella después de esa separación”, cuenta quien vivía en las cercanías de la Coca Cola, en aquel entonces, la orilla de la ciudad.

Entre empanadas y esfuerzo

Los fines de semana viajaba a Padilla, tierra natal de su mamá, donde la tradición familiar le enseñó el valor del trabajo. “Mi mamá es de Padilla y mi abuela obviamente allá vivía. Ella hacía empanadas. Yo me iba los viernes allá, y el viernes en la tarde o sábado temprano me ponía a vender. Vendía en la calle, casa por casa, a vender empanadas”, dijo nostálgico.

Este contacto temprano con la disciplina y el esfuerzo sería la base de todo lo que vendría después, “yo no me imaginaba todo esto, yo no soñaba con tener empresas, con ser licenciado o ser doctor, yo era más de soñar con ser futbolista”.

Y es que, como miles o millones de niños y ahora niñas, soñaba con vivir de patear la pelota. El fútbol fue su más grande pasión, un deporte que desde aquellos años movía masas y que él siempre quiso hacer profesionalmente.

Representó equipos locales y, en algún momento, llegó a representar a Tamaulipas en un Nacional Benito Juárez, eso fue lo más cerca a la gloria que estuvo.

“Estuvimos en aquel entonces en Chivas, se llamaba el equipo con el profesor Güero Morales. Después jugué en varios equipos en camadas de algunos buenos jugadores. En algún momento llegué a representar a Tamaulipas en un Nacional Benito Juárez”, señaló.

Algo curioso es que tal vez la moda y diseño ya le daban señales de ser lo que le deparaba, pues siempre admiró a Jorge Campos y sus uniformes coloridos y que marcaron tendencia mundial, “era portero y yo pedía usar los uniformes como él”.

Su madre siempre lo apoyó. A pesar de las circunstancias que atravesaba, lo llevaba a entrenar y a jugar en la antigua cancha Enrique Borja. Pero el fútbol fue disipándose cuando se dio cuenta que si bien no era un mal jugador, su futuro no estaba ahí, “uno se debe dar cuenta cuando no eres para eso y siempre lo he aplicado”. Y vaya que sí lo aplicó en su vida diaria.

Estudios y descubrimiento del diseño

Después del CBTIS, Martín decidió enfocarse en la universidad y en el trabajo, dejando momentáneamente el futbol, aunque era su más grande sueño, desistió al no ver oportunidad de brillar como soñaba de niño.

“No fui muy buen estudiante, soy sincero, estuve en varias carreras. Inicié en computación, a los meses me cambié y después pasé a Telemática, y en sexto semestre deserté, ya estaba muy avanzado pero vuelvo a lo mismo, uno se debe dar cuenta cuando no es para ti”, explicó.

Su vida estudiantil no tenía sentido, en su mente no sabía que iba a pasar, pero en el camino se le atravesó el diseño gráfico, “en una ocasión iba con mi novia que ahora es mi esposa, caminando, y vimos el anuncio de inscripción en diseño gráfico en la Universidad Valle de México. Llegamos a informarnos, y después de juntarse la cantidad de alumnos me hablaron para irme a diseño gráfico. Había algo en mí que no me llenaba, no me sentía satisfecho con lo que aprendía en las otras carreras, y la de diseño gráfico sí la terminé en tres años”.

Ya con formación en diseño gráfico, Martín comenzó a trabajar en publicidad y centros turísticos, antes de abrirse paso en empresas privadas.

“Cuando yo estudiaba diseño gráfico ya trabajaba en temas de publicidad con unos familiares. Había un centro turístico que tenían en la presa Vicente Guerrero, y así inicié trabajando. Después se me presentó la oportunidad de trabajar en una empresa llamada Prograf… era muy innovadora, te daba todas las herramientas para aprender pero también eran jornadas de todo el día. Por cuestiones familiares tuve que buscar otras opciones y fue en gobierno”, contó.

Su vida en León

Durante el sexenio de Egidio Torre, Martín trabajó en el DIF en Comunicación Social, donde aprendió a conjugar el lado empresarial y gubernamental, ahí aprendería lo que se vive detrás de bambalinas en esas áreas.

“En el sexenio de Egidio Torre fue cuando se me abrió la oportunidad en el DIF en Comunicación Social. Aprendí mucho, conoces el lado de empresa y de gobierno, me aventé los seis años de administración y aprendí muchas cosas”, puntualizó.

Su paso por esa etapa estuvo ligado a la política y la comunicación institucional… y también se acercó más que nunca a su gran pasión: el deporte. Paralelamente, formó parte del equipo de Ángulo Deportivo, medio en el que, por las noches, se enfundaba la credencial de prensa para cubrir partidos en el estadio. Le tocó vivir la gloria del título en el 2011 y decepciones como la del 2012. Pero fue otra experiencia que tuvo.

Ahí, entre las gradas y el olor a pasto mojado, alimentó aún más ese lazo con Correcaminos, el club de su ciudad, el equipo que marcaría su historia mucho antes de vestir a atletas con su marca. “Siempre he sido aficionado, pero estar ahí en cancha, sentir la adrenalina de cada partido, fue otra cosa. Me tocaba cubrir. Fue una etapa bien bonita”, cuenta quien lo hacía por mero gusto.

Tras finalizar su ciclo en gobierno, surgió la posibilidad de mudarse a León, Guanajuato, para trabajar en un despacho privado. “Después de salir de gobierno con el corte de gobierno nuevo, ya tenía algunas pláticas con un amigo en León, se llama Javi Acosta y le agradezco todo el apoyo… acepté porque ya no tenía trabajo. Les hacíamos publicidad, generábamos ideas para crecer venta… y la gente estaba contenta porque habíamos trabajo completo, no solo lo de diseño. Nos iba a ir bien, ya nos estaba yendo, y la verdad, mi esposa seguía aquí. Yo ya tenía planeado llevarme a mi familia”, dijo.

Aunque León le ofrecía oportunidades, el destino y su familia lo trajeron de vuelta a Ciudad Victoria. La ciudad donde parece ser estaba destinado a triunfar.

“Mi esposa tenía trabajo fijo aquí, y el jefe de ella nos apoyó para que yo pudiera poner una empresa, ella contó que se iba a ir a León y de inmediato él la detuvo, mis esposa les ayudaba mucho en esa empresa, y lo que él hizo fue ayudarnos para que yo viniera porque la única forma de regresar era teniendo mi emprendimiento. Pedí un préstamo y con eso nos ayudamos para empezar Ink Sports. Por eso digo que la necesidad hace las ideas, porque de una necesidad me fui a León, y de una necesidad de estar aquí, nació la oportunidad”, detalló.

El nacimiento de un sueño

Fue en el 2017 cuando inició el proyecto de Ink como una aventura. Al principio, Ink Sports no era una marca formal. Martín comenzó haciendo jerseys de pesca deportiva, justo ese era el giro que quería tener, su plan era conquistar a los pescadores, pero el campo laboral no era mucho.

“Compramos el equipo, habilité el local, éramos nada más dos personas. Yo era todólogo, y la otra persona me ayudaba al sublimado… Ya había complicaciones para el tema del negocio. En León teníamos muchos clientes de pesca deportiva, les dábamos servicio de diseñarles logos, rotulados, cuando me vengo de allá yo tenía la idea de hacer jerseys de pesca, yo no pensaba en nada de futbol u otros deportes. Pero, no había muchos clientes y ya era más difícil sostener el negocio por lo poco que generábamos y volvemos a lo mismo, la necesidad hizo la idea de ir por otro lado”.

Apareció el equipo de Leones FC, lugar en donde su hijo Martín empezó a jugar futbol. Aprovechó para ofrecerle al profesor Héctor Serna su uniforme.

“Mi hijo empezó a jugar futbol, comenzó en Leones FC con Héctor Serna. Mi primera academia que hice uniformes fueron ellos. De alguna forma le cambié la idea al profe, porque él siempre manejaba uniformes idénticos o iguales a Leones Negros, y le propuse que hiciera su identidad, y esa era la idea con todos los clientes. Gracias a Dios el profe aceptó, me dio la oportunidad, él ya tenía sus proveedores pero me abrió la puerta y así comenzamos en el futbol”, contó.

Su filosofía le dio el empuje

Martín y su equipo aprovecharon bien la primera oportunidad y no desaprovecharon. Todo gracias a la filosofía que desde el día uno ha manejado y ha inculcado a sus empleados.

“Yo soy de las personas que piensa que cuando haces lo que te gusta, sale todo mejor. La prenda siempre debe ser como si fuera para ti, y esa calidad nos ha llevado a donde ahora. Año con año buscamos nuevas tecnologías en telas, buscamos innovar y diferenciarnos.”

¿Hubo miedo en sus primeros meses de incertidumbre?, fue una pregunta que se le hizo inevitable a lo que dijo que sí, hubo miedo, pero la clave fue no rendirse. “Miedo siempre hay, si lo hubo, pero no desistí de lo que yo quería. El avance que hemos tenido ha sido mucho. Pero ha sido todo gracias al trabajo y calidad que hemos dado”.

Después de Leones, empezaron a llegar más equipos, quienes vieron su trabajo reflejado en esa escuadra. Poco a poco Ink sports comenzó a llamar la atención.

Despegue y expansión

El 2023 fue un año clave para Ink Sports. Fue el año donde se consolidaron, donde produjeron cientos o miles de uniformes para la comunidad deportiva de Ciudad Victoria y sobre todo en el futbol infantil y llanero.

“En el 2023 considero que fue el boom de Ink Sport. El trabajo se fue dando con los equipos de futbol, de tochito, de básquetbol. Y siempre lo he dicho, todo es gracias a ellos. La rivalidad que tienen los equipos nos ayuda, porque si nos ven en un equipo, otro lo quiere igual, y ahí es donde entra la creatividad y darle algo diferencial a todos”, expuso.

Hoy Ink Sports tiene presencia en varias ciudades y hasta en Estados Unidos, y Martín se emociona al ver su marca en la calle.

“Me voy a caminar al planetario y veo una prenda de Ink, en la tarde en el Estadio veo una prenda de Ink. En Estados Unidos tenemos un equipo de fútbol llamado Los Perros, que nos pidieron material y me tocó verlos en persona. Es una satisfacción muy grande ver tantas playeras en la calle, porque yo sé lo que hemos pasado para poder llegar a toda esa gente”, expresó.

Una empresa con corazón y cariño

Más allá de la calidad, del diseño y originalidad, Ink Sport se ha destaco por el lado humano que tiene. Y Martin siempre llevara en el recuerdo una situación que se le presentó con Correcaminos Mirador hace tiempo.

“Vino un amigo que se llama Saúl. Preguntó por precios para un equipo de niños en el Mirador que él ya tenía. Me dijo que eran algunos 40 o 50 niños, yo ya conocía las circunstancias en las que estaban los niños, era una labor social impresionante la que hacía él, y a mí me nació regalarle los uniformes, yo entendía todo lo que pasaban, pero él no me aceptaba el regalo”, declaró.

“Al final aceptó, y yo le dije: ‘solamente no me menciones’. Y después él me dijo quiero que me hagas un favor: ‘quiero que me los vayas a entregar’. Me acompañó Josué, uno de los muchachos. Era la plaza de comunidad que tenían y ahí los citó Saúl. Casi pegado a la sierra y todo limpio, árboles podados, todo pintado. Pusieron una mesa y así íbamos a entregar. Pasaron uno a uno, nunca se me va a olvidar. Llego, le doy el uniforme a un niño y en niño estaba tan emocionado que pidió que se lo pusieran el uniforme, pero el detalle fue que cuando él mira su uniforme por detrás, dice: ‘mamá trae número’, un simple detalle de un número a ellos les emocionaba”.

“Ahí dimensionas el impacto que puedes tener tú como empresa ante la sociedad. Mirabas la cara de los niños y eso de verdad es la mejor sensación que puedes sentir. Ya cuando me iba, me dijeron ‘Hey esperen’ y me dieron una bolsa de pan, y yo le digo que no, pero me lo ofrecieron, me dieron un pan de agradecimiento”, relató.

De no tener clientes a vestir hasta profesional

Todo el boom que ha tenido Ink ha hecho que equipos profesionales lo volteen a ver. Y es que recientemente pudieron vestir a Correcaminos UAT de básquetbol en la rama femenil y varonil.

“Créeme que es una satisfacción enorme mirar tu marca, el trabajo de todos los que estamos involucrados en esto en chicas o chicos que juegan profesionalmente, y es algo que te compromete a seguir trabajando, a mejorar”, aseguró.

¿Y Correcaminos futbol?… él es aficionado, está en las buenas y las malas, pero no es su obsesión, “yo te podría decir que como empresa no sabría si vestir o no por muchas circunstancias, pero como aficionado, sin dudarlo. Uno de mis sueños es que Correcaminos voltee a ver el talento local, no lo digo por mi, si no en general. Hay mucho talento y que mejor que nosotros, los victorenses que sabemos lo que significa el equipo para todos los aficionados, ojalá algún día se dé que algún victorense vista al equipo”, expresó.

La esencia de Ink: más que una empresa, una forma de vivir

Detrás de cada jersey hay algo más que tela. Hay una idea, una filosofía, una forma de entender la vida. Martín siempre ha creído que un proyecto no se levanta sólo con máquinas, materiales o clientes, sino con las personas que lo sostienen día a día. Su empresa se alimenta de ventas, pero también de principios y uno de ellos es: cuidar a su gente, valorar su esfuerzo y darles un entorno donde puedan crecer junto a él.

“Nosotros somos de dar lo mejor a mis empleados para que den lo mejor a nuestros clientes, y a lo mejor muchos dicen que el precio no es bajo como otras empresas pero es la calidad y todo lo que conlleva, es lo que vale, el amor con el que hacemos las cosas”.

Esa filosofía también va de la mano con el constante deseo de evolucionar. Porque si bien Ink nació desde lo más sencillo, su visión es moderna, ambiciosa y tecnológica. Martín sabe que el futuro está en adaptarse sin perder la esencia.

“Estamos viendo automatizar todos los procesos en nuestras áreas, tendrán tablets para agilizar todo y dar un mejor servicio, aunado al tema tecnológico”.

Sin embargo, hay un territorio que no está dispuesto a ceder por completo a las máquinas: el corazón y el cerebro del diseño. Pues para él, el alma creativa no puede reemplazarse con algoritmos, y ahí es donde Ink marca diferencia, ahí es donde su identidad permanece intacta.

“En el tema del diseño no cedemos a la inteligencia artificial y te diré porque, porque el feeling de la persona, de la creatividad del ser humano, es el diferenciador que puede haber entre nosotros y la competencia, pero en otras cosas sí podemos hacerlo para darle fluidez”.

El sueño que no fue futbolístico, pero sí de vida

De niño soñaba con anotar goles; de adulto, aprendió a soñar de otra manera. No levantó copas, pero levantó una marca. No jugó finales en estadios llenos, pero construyó su propia cancha y lo que empezó como una idea nacida desde la necesidad hoy es un símbolo deportivo que muchos visten con orgullo. Para Martín, esto no es suerte: es el resultado de haber creído cuando pocos lo hicieron y de hacer las cosas bien.

“Si es un sueño hecho realidad, no de niño, a lo mejor no dimensionas de niño o joven que podías hacer algo así pero mi sueño hecho realidad es hacer las cosas bien”.

El motor que empuja su historia

Ninguna gran historia se construye sola. Siempre hay rostros, abrazos, nombres que sostienen los días difíciles. Martín lo sabe mejor que nadie. Cuando no había rumbo, ahí estuvo su familia, cuando hubo que arriesgar, ahí también estuvieron; ellos son el impulso silencioso detrás de cada uniforme.

“A mi familia, todo va dedicado para ellos. Todo lo que hago es para ellos. A mi mamá, a mi esposa, hijos, y toda la familia. El éxito siempre va de la mano de alguien y ese alguien es mi esposa”.

Y sí, Martín explicó que los cimientos de Ink Sports no se forjaron solamente con creatividad. Detrás de ese crecimiento también hubo estructura, organización, visión compartida. Y ahí, en esa parte menos visible pero igual de crucial, está su esposa. Su presencia no es un detalle: es una columna. Fue quien puso orden cuando la emoción necesitaba dirección, quien transformó el caos del inicio en un proyecto sólido.

“Mi esposa me ha apoyado mucho. En tema administrativo mi esposa puso orden, ha sido una parte fundamental para todo. Es complicado tener a una persona de tu familia por el negocio, hemos tenido discusiones por esto, pero todo laboral, y lo entendimos que lo laboral es aquí en la oficina, saliendo de aquí, somos esposos, y es difícil pero de verdad que ella puso orden a todo, yo tenía la costumbre de decir sí a todo, de no cobrar, me daban largas y no peleaba, ahora es diferente con mecanismos que ella me ayudó a implementar”.

El presente y los sueños que siguen

Martín continúa pensando en el futuro. Y aunque siente que Ink Sport vive un dulce momento, sabe que el techo aún es muy alto por lo que tiene planeado una idea a mediano plazo.

“Yo tengo proyectado en cinco años tener todo automatizado y tener dos tiendas físicas con la marca. Que tú entres y tengas variedad para escoger, de kits deportivos, de los uniformes que hacemos, ojalá pueda realizarlo en próximos años”, finalizó.

Martín no levantó esta empresa desde una oficina con clima ni con inversionistas esperando resultados, la levantó desde abajo… desde la calle, desde las tardes vendiendo empanadas, desde una infancia que no prometía lujos, pero sí enseñaba a luchar, la levantó con las manos manchadas de tinta, con desvelos, con riesgos, con miedos… y sobre todo, con fe.

Ink Sports es el eco de los gritos de un niño que soñaba con ser futbolista. Es el reflejo de una familia que apostó todo, de unos empleados que creyeron, de miles de niños que hoy visten orgullosos un jersey.

Porque en cada uniforme hay una historia, y detrás de esta historia, hay un hombre que entendió que los sueños no siempre se cumplen como los imaginaste… a veces se cumplen mejor.

Y así, mientras el balón siga  rodando en cada cancha de Ciudad Victoria o Tamaulipas, mientras que el ovoide vuele por los aires, o el aro se mueva ante el tiro de tres, hay una marca que acompañará esos momentos. Una marca que nació para ser grande, y hoy… late en cada cancha como prueba de que los sueños, cuando se trabajan se cumplen y se visten. Una marca llamada Ink Sports.

POR. DANIEL VÁZQUEZ

EXPRESO-LA RAZÓN

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