Entre el bullicio del centro de Tampico, en la esquina de las calles 20 de Noviembre y Salvador Díaz Mirón, una mujer demuestra que la bondad no necesita reflectores. Imelda Silva Cruz, empleada de un negocio de nutrición saludable, dedica parte de su jornada diaria a alimentar a las palomas que se acercan en busca de comida.
“Son criaturas de Dios; para mí, está primero ante todo Dios. Son seres vivos… Un pequeño acto de amor hace una gran diferencia. No hablan, ni piden de comer, pero mire, Dios les da”, expresa con sencillez y fe.
Su gesto no ha pasado desapercibido: quienes conocen su historia le donan arroz, pan, masa o incluso croquetas para gatos. “Todo se comen”, dice entre risas, mientras explica que cualquier alimento sirve para aliviar el hambre de esos animales olvidados por muchos.
Desde 2019, Imelda comparte esa misma empatía con su hijo.
Juntos han rescatado a más de veinte gatos que alguna vez tuvieron hogar y fueron abandonados. Su historia recuerda que el abandono animal no solo refleja indiferencia, sino también la pérdida de humanidad.
Pequeños actos como el suyo son un llamado a cuidar, respetar y asumir con responsabilidad el compromiso de tener una mascota.
En tiempos en que la prisa y la indiferencia parecen ganar terreno, Imelda demuestra que la compasión aún tiene rostro y manos dispuestas a servir. Su ejemplo, aunque cotidiano, refleja una enseñanza profunda: el amor no se mide en grandeza, sino en constancia.
Vecinos del sector reconocen su noble labor. Algunos incluso se detienen a saludarla o a dejarle un poco de alimento, admirando su dedicación. “Es una mujer buena, siempre está pendiente de los animalitos, sin esperar nada a cambio”, comenta una de las comensales del lugar.
Con el primer puñado de arroz o pan, el aire se llena de alas. Las aves descienden sin miedo, revolotean sobre sus hombros y se posan a su alrededor, como si reconocieran en ella una presencia familiar. Imelda sonríe mientras reparte cada bocado; las llama “mis niñas”, y ellas, libres, la miran con la confianza de quien sabe que ese instante les pertenece.
Cynthia Gallardo
La Razón




