Hace días platicaba con mi mejor amiga sobre por qué muchas de las experiencias que me han dejado un gran aprendizaje no las entendí antes.
Le decía que me hubiera gustado tener esa inteligencia emocional mucho tiempo atrás, para evitarme más de un dolor de cabeza.
Ella me contestó sabiamente que estoy en la mejor edad, que mis experiencias son precisamente las que me han dado las herramientas para priorizar mi bienestar emocional, y me animó a escribir un “Decálogo de sabiduría emocional”, aclaro que no soy psicóloga ni guía espiritual, ni pretendo serlo; soy una profesional de la comunicación social y autodidacta en psicología positiva y emocional. Todo lo que comparto nace de la observación, la experiencia y la búsqueda constante del equilibrio personal.
Así que hoy me atrevo a compartir este pequeño decálogo, fruto de años de ensayo, error, silencios, caídas y nuevas versiones de mí misma.
1. No idealices a nadie.
La gente muestra quién es cuando llegan los desacuerdos, no cuando todo va bien. Ver la realidad sin adornos emocionales es el primer paso para relacionarnos con conciencia.
2. El desapego no es frialdad.
Es aprender a amar sin perderse, a soltar sin resentir y a poner la paz por encima de la costumbre. Aplica para todo tipo de relaciones —amistades, familiares, laborales o de pareja—, porque el equilibrio emocional no distingue etiquetas.
3. La desilusión también enseña.
A veces, perder una ilusión es ganar claridad. Lo que duele hoy puede convertirse mañana en el mapa que guíe nuestras decisiones.
4. Escucha tu intuición.
Esa voz interna que se siente en el pecho rara vez se equivoca. Si algo no vibra bien desde el principio, probablemente no te hará bien después.
5. No busques salvar a nadie.
Cada quien tiene su propio proceso, y cargar con heridas ajenas no te convierte en más noble, sino en más cansada. La empatía no debe costarte la tranquilidad.
6. Aprende a cerrar ciclos sin rencor.
No todo lo que termina es una pérdida; a veces es una liberación. Despedirse con paz también es una forma de amor propio.
7. Cuida lo que te da calma.
Las personas, rutinas y espacios que te tranquilizan valen más que cualquier emoción intensa. La serenidad también es una conquista.
8. No te castigues por lo que no supiste antes.
Cada etapa tiene su sabiduría. Lo que hoy comprendes, ayer no podías entenderlo porque no tenías las herramientas. El crecimiento nunca llega tarde.
9. Agradece incluso lo que no resultó.
Todo lo que dolió dejó una enseñanza; todo lo que se fue te hizo espacio para algo mejor. La gratitud transforma las cicatrices en lecciones.
10. El amor propio es el punto de partida.
Cuando sabes lo que mereces, lo que aceptas cambia. El amor no se mendiga, se comparte. Y empieza, siempre, por ti.
La madurez emocional no llega por calendario, sino cuando elegimos mirarnos con honestidad. Hoy entiendo que no se trata de acumular historias, sino de quedarnos con las lecciones.
madis1973@hotmail.com




