CIUDAD VICTORIA, TAM.- Alicia llegó corriendo a una tienda de conveniencia para pagar los asientos de autobús que recién había separado. Su prisa era evidente, pues de no cubrir el importe a la brevedad, perdería esos lugares. – No hay sistema para ese servicio – le respondió el empleado sin separar la vista del celular. – ¿Ya no tienen ese servicio? en la aplicación me dice que se puede pagar aquí – preguntó ella. – Osea sí, pero falla mucho y a veces hace el cobro pero no se refleja en su aplicación. – ¡Uchas! – exclamó la joven – ¿y en todas las tiendas es igual?
– Aquí a cuatro cuadras hay otra, a lo mejor ahí si se puede – volvió a responder el joven sin quitar la mirada de su teléfono. Alicia salió ‘como alma que lleva el diablo’ hacia la siguiente tienda de conveniencia.
Tras hacer fila, solicitó el servicio en la caja. – No hay sistema – dijo la empleada y se alejó de la caja. – Perdón, ¿no hay sistema o falla? – inquirió Alicia.
– No hay sistema, desde ayer no hay sistema – recalcó la dependiente. – ¿Y le puede intentar al menos para ver si ya hay sistema? La trabajadora hizo una mueca y torció los ojos. Abrió la opción de cobrar ese servicio, pero con un movimiento de dedos rápido canceló la operación.
– ¿Ya ve?, no hay sistema. – Oye pero yo vi que le picaste a ‘cancelar’. – Le piqué porque se trabó, le digo que no hay sistema. Alicia no quiso discutir más y salió de la tienda. Subió a su camioneta y se dirigió a otra sucursal. Esta vez, acudió a una más concurrida y amplia, pero antes de hacer fila preguntó a un señor de unos 50 años con la típica camisa roja, si se podía pagar ahí ese servicio.
El empleado asintió con la cabeza. La mujer se formó y en unos cuantos minutos la operaron fue concretada. – Hubieras visto que diferencia entre una y otra tienda – comentaba ‘Licha’ a su amigo el Caminante – y no es la primera vez que me pasa esto.
– Pues a todos nos pasa en algún momento – le decía el Caminante – yo me he topado muchas veces con estas actitudes. Una vez estaba haciendo fila para pagar unos ‘roles’ y estábamos formados como 7 u 8 personas, y le pedimos a una empleada que no estaba haciendo nada, que por favor nos cobrara en la otra caja, que por cierto tenía activado el modo de venta, y simplemente nos ignoró. – ¿Te aplican con frecuencia la clásica frasecita ‘en la otra caja le cobran’? – dijo Alicia riéndose. – Ese es uno de los más grandes misterios del mundo moderno – dijo el Caminante entre carcajadas – incluso ponen un objeto de plástico con un letrero que dicen que pidas que abran otra caja si es necesario, pero pues eso jamás sucede.
– A mí me ha tocado esperar en la fila porque el de adelante se pone a hacer un montón de depósitos y la otra caja cerrada – relataba Alicia – ¿por qué será que esos empleados son siempre así? – No amiga, son todos son asi, ni lo son todo el tiempo, yo he platicado con algunos conocidos que trabajan ahí, y la verdad es que según me cuentan, la chamba es muy matada y la paga es poca. – Bueno pues para ser honestos si los ponen a hacer muchas cosas. Los mismos empleados de estas tiendas han comentado muchas veces al Caminante lo que viven ahí. – Te hacen trabajar un chingo; tienes mucha responsabilidad y la paga está pal’ perro – se quejaba Agustín con el vago reportero en alguna ocasión. – ¿Que tanto te ponen a hacer? – De entrada, hay que mantener limpia el área de trabajo, estar al pendiente de la caja, recibir a proveedores, acomodar productos en exhibición y dentro de la bodega, etiquetar latas, barrer el estacionamiento y tirar la basura ¡uy no es un mundo de cosas! – cuenta el joven – además de hacer cobros de servicios de agua, luz, impuesto predial, tenencia, boletos de autobús, boletos de cine, – ¿Y cuál es el turno más pesado? – Para mí, el de la noche, pues tienes que lidiar con clientes borrachos, y groseros, ¿y de asaltos? “pos a’i te encargo”.
– ¿Y de perdido pagan bien? – Nombre, de cajero ganas poco mas de 6 mil pesos. – ¿Por quincena? – ¡Al mes! y si te dan algunos bonos pero la neta está bien castigado – admite Agustín – pero eso tampoco es pretexto para que le pongas ‘jeta’ a los clientes, al último, pues todos somos clientes. – Oye y en la capacitación les enseñan a decir la ‘famosa frasecita’? – ¿Cual? ¿’En la otra caja le cobran’? jajaja no, ¡esa la aprendes ya chambeando! La situación laboral es crítica y la causa es por todos conocida: bajos sueldos y patrones abusivos, y quien se lleva la peor parte siempre es el consumidor final. Demasiada pata de perro por esta semana.
POR JORGE ZAMORA




