Hace cuatro años llegó al Partido Verde de Tamaulipas un cartucho quemado —es más, quemadísimo— del PRI, de nombre Manuel Muñoz Cano, como nuevo presidente. Todo parecía que le iría mejor a los tucanes, pero ha sido todo lo contrario. Manuel Muñoz ha sido peor o igual que los que lo antecedieron; no hace nada por el partido.
El Partido Verde sigue siendo un partido perdedor y mediocre que solo sirve de alianza para ser comparsa. No han logrado despegar, solo lo siguen viendo como negocio para darse una vida de ricos.
Además, prácticamente Manuel Muñoz es un parapeto en el partido, porque quien en realidad manda y ordena es el ex gobernador Eugenio Hernández Flores. “Geño” Hernández Flores, a quien no le bastaron seis años de ser el mandamás en Tamaulipas, sigue con hambre de poder y de hacer negocio a través de la política. El güerito consentido, aunque vaya a bailar a Chalma, debe tener muy claro que ya pasó su momento, su época. La raza le dio la espalda. Ahora que fue candidato al Senado, perdió porque ya no lo quieren ver en la política.
El divorcio del Partido Verde con el partido Morena les va a salir muy caro en las próximas elecciones. Se van a caer en la votación. Ellos fueron unos colados de la afamada Cuarta Transformación, pero la ciudadanía nunca los ha visto como parte de la transformación guinda. Lo más trascendental que ha hecho en los últimos meses Manuel Muñoz es haber sido protagonista de un escándalo político, después de que llamó “niña” a la diputada local Katalyna Méndez Cepeda.
Por ello, le aplicaron una multa de 5,657 pesos y lo van a fichar en el Registro Nacional de Personas Sancionadas en Materia de Violencia Política contra las Mujeres en Razón de Género por ocho meses.
Por poco lo inhabilitan para ser candidato en las elecciones del 2027. Digo, como quiera que vaya de candidato, va a perder. Cometieron un error al haber pateado a los morenistas, y más con esa ocurrencia de proponer a Maki Ortiz como su carta fuerte para la gubernatura. Saben que la doctora no es querida en este momento por el partido que se encuentra en el poder; por el contrario, está detestada.
El Verde Ecologista no tiene ningún futuro político en Tamaulipas, más que seguir siendo un partido de relleno en la boleta electoral. Nadie quiere ser candidato bajo las siglas del PVEM porque saben que están condenados a perder. Este organismo político fue creado por jóvenes y para los jóvenes, pero ahora hay puro viejito y abuelito. Imagínese: Geño tiene 65 años y Manuel Muñoz 55. Ya son dos abuelitos al frente del Partido Verde, y buscan la permanencia a través de la reelección de Manuel. La neta, ya se deberían ir a su casa a cuidar a sus nietecitos y sacar a su perrito a pasear los días por la tarde, en lugar de andar dando lata en la política. Al paso que van tanto, Manuel como Geño, van a andar en bastón y en silla de ruedas y van a querer seguir lucrando con el Partido Verde
SE HACE LA PINTA LA MITAD DE LOS REGIDORES A LOS EVENTOS
Este fin de semana, en punto de las ocho de la mega madrugada, el presidente municipal de Altamira, Armando Martínez Manríquez, sostuvo una audiencia ciudadana en la colonia Lázaro Cárdenas.
A donde llegaron todos los funcionarios de primer nivel y del cabildo… literal, solo fue la mitad; el resto se quedó dormidote en su casa.
Por eso, el alcalde prácticamente aplaudió y reconoció a los ediles que sí se levantaron temprano, porque dijo que esto demuestra el interés que tienen por Altamira y por desempeñar el trabajo que les encomendó el pueblo. La verdad es que hablar de los regidores es sinónimo de patear el bote; esto sucede en casi todos los cabildos del país. Son pocos, pero muy pocos, los que desquitan su mega salario de casi 80 mil pesos, con una que otra “propina” que de repente reciben. La mayoría solo fanfarronea que tiene amor y pasión por su ciudad, pero eso es puro cuento. En lugar de andar haciendo informes —que eso es una payasada—, simplemente los utilizan para querer promover su imagen y buscar otro cargo público donde puedan seguir viviendo del erario público.
En lugar de eso, deberían ponerse a trabajar las 24 horas del día, los siete días de la semana y los 365 días del año. Para eso se les paga, y se les paga bien del dinero público. ¡No se vale chillar




