Más que la pesada carga fiscal, la economía regional del sur de Tamaulipas enfrenta el riesgo de e una bomba de tiempo que lleva meses restando liquidez, empleo y confianza.
Se trata de la deuda de Petróleos Mexicanos (Pemex) con sus proveedores regionales y estatales, algo que hasta ahora solo preocupa a las empresas y no a las autoridades de ninguno de los tres órdenes de gobierno.
El problema es tan grande como puede imaginarse al saber que son más de cinco mil millones de pesos, los que debe Pemex a sus proveedores tan solo en el sur de Tamaulipas.
Si sumamos lo que representa ese pasivo a nivel estatal, la cifra casi se duplica pues ronda los 9 mil millones de pesos.
Por esa situación, hay empresas que dejaron de crecer, proyectos detenidos y una sensación generalizada de que el compromiso de Pemex con sus socios comerciales se ha diluido en la inercia burocrática.
El dato más reciente lo reveló está semana César Reyes, presidente del Clúster de Energía y Gran Industria de Tamaulipas (Cegistam).
El empresario dijo que son 66 las compañías afectadas directamente en el sur, y aunque la petrolera ha hecho anuncios de pagos parciales, en los hechos ha sido insuficiente para paliar la gravedad del problema.
Evidentemente, el impacto económico es inmediato, pues empresas que no cobran, no pagan a sus empleados, suspenden contratos con terceros, o dejan de aportar al fisco.
Es una cadena de eventos que termina perjudicando a cientos de familias. La deuda de Pemex, por tanto, se convierte en una con toda la economía regional.
Desde el punto de vista financiero, el problema trasciende lo administrativo, pues la petrolera enfrenta una contradicción, ya que mientras presume una reducción del 62 % en sus pérdidas trimestrales, su deuda con proveedores sigue creciendo.
Esa práctica, normalizada durante años, ahora tiene consecuencias severas en economías locales como la del sur de Tamaulipas, donde el sector energético representa una proporción relevante de su tamaño.
Los proveedores de Pemex están en un mal negocio, porque mientras ellos sobreviven, la petrolera no parece ser sensible a lo que sucede.
Las empresas pagan intereses, cumplen con obligaciones fiscales y absorben los costos derivados de facturas sin liquidar. Mientras, los pagos no llegan en cantidad suficiente.
Las compañías proveedoras aún tienen la esperanza de que el pago llegue en los próximos meses, como les dicen con frecuencia, aunque las fechas de compromiso —cuatro o cinco, según el Cegistam— nunca se cumplan.
Pemex, mientras tanto, continúa adjudicando nuevas licitaciones, lo que es una decisión que, vista desde la lógica económica, envía una señal contradictoria al mercado.
Por un lado, la empresa pública sigue contratando con proveedores sin haber cubierto los pasivos que ya existen. Eso afecta la confianza de los empresarios locales, muchos de los cuales han optado por no participar en los nuevos procesos ante el riesgo de volver a quedarse sin pago.
Otros lo hacen por temor a ser desplazados definitivamente del circuito de proveedores de la petrolera. Como decía, es un mal negocio y además, están en un círculo vicioso.
Al margen de que la solvencia de empresa productiva del Estado está comprometida, su credibilidad como motor del desarrollo nacional está igualmente en entredicho.
Durante años, Pemex fue una institución capaz de arrastrar al resto de la economía mexicana hacia el crecimiento, pero cuando la empresa empezó a dejar pendientes pagos por miles de millones de pesos a sus proveedores, comenzó a generar una sensación de molestia y una pésima imagen.
Como es de imaginar, en Tamaulipas, los efectos negativos de la enorme deuda de Pemex con sus proveedores regionales y estatales se perciben en cadena.
Empresas medianas del ramo energético reducen personal; otras, subcontratistas, cierran definitivamente; y las que sobreviven lo hacen con dificultades para sostener créditos.
Y aunque la Secretaría de Energía estatal ha intentado interceder, lo mismo que algunos senadores, la respuesta de Pemex y de la Secretaría de Hacienda ha sido mínima.
En contraparte, la petrolera busca proyectar una imagen de estabilidad financiera, pues su reporte trimestral presentado recientemente presume utilidades cambiarias, mejora en márgenes de producción y el inicio de un Programa de Financiamiento de Inversión 2025 coordinado por Banobras.
Con eso, afirma que ya liquidó facturas por casi 30 mil millones de pesos a nivel nacional. Sin embargo, los beneficios de ese mecanismo aún no alcanzan a las empresas tamaulipecas, que siguen esperando sus pagos.
En los hechos, el discurso de saneamiento financiero no se traduce en liquidez para quienes sostienen la operación cotidiana de Pemex.
En la práctica, el gobierno federal ha optado por preservar la imagen institucional de Pemex, aunque eso implique diferir sus compromisos con el sector privado.
En Tampico, Madero y Altamira, históricamente ligados a la actividad petrolera, los empresarios han comenzado a diversificar sus operaciones para tratar de salvar sus compañías y las fuentes de trabajo.
Algunos buscan contratos con la Comisión Federal de Electricidad o con empresas privadas del sector energético, otros han migrado hacia servicios logísticos y portuarios.
Pemex ya no es visto como un cliente confiable, pues aunque su peso político se mantiene, su capacidad de impulsar la economía en forma real se ha debilitado.
En el discurso político, Pemex es el principal referente del concepto de soberanía que siempre coloca en su narrativa la Cuatroté.
En la economía real, es un deudor que amenaza la viabilidad de cientos de pequeñas y medianas empresas.
Mientras, Tamaulipas una vez más, paga los costos de esa situación que en el discurso dice una cosa y en la realidad, algo muy distinto.
*ESCOTILLA*
Con una visita de cortesía a la alcaldesa de Tampico, Mónica Villarreal Anaya, la mayoría morenista que integra el Congreso del Estado comenzó sus actividades en la zona.
Desde ayer por la tarde se realizan reuniones de diversas comisiones que analizan propuestas y aprueban dictámenes. Para este jueves se tendrá una sesión del Pleno.
La idea del Congreso Itinerante busca generar interés entre la ciudadanía, sobre el trabajo que realizan los diputados locales, algo tan necesario como recomendable.
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