Durante meses, Carlos Manzo denunció la complicidad entre el poder público y los criminales, lo cual mantenía a los ciudadanos de su municipio y de la región bajo el dominio de la delincuencia.
Manzo era alcalde de Uruapan, Michoacán, y fue asesinado la noche del sábado, cuando convivía con ciudadanos y familiares tras inaugurar un evento tradicional.
Catorce horas después del homicidio, y de que la indignación creciera más allá de Michoacán, la presidenta Claudia Sheinbaum lamentó los hechos y emitió un comentario en redes sociales que aludía a la narrativa institucional de promesa de investigación para tratar de hacer justicia.
El punto es que Manzo ya está muerto y, aunque haya más patrullajes del Ejército, la Marina o la Guardia Nacional, los hechos no pueden cambiarse.
Aunque enviar más elementos de corporaciones federales a vigilar ese municipio puede disuadir momentáneamente la acción de los criminales, no resolverá el problema de fondo: la impunidad con la que se saben y actúan los delincuentes.
Carlos Manzo era un crítico de la falta de acción firme, de la ausencia de voluntad de los gobiernos estatal y federal para combatir frontalmente a los grupos delincuenciales.
Había pedido reiteradamente el apoyo de la presidenta Sheinbaum para que se reforzara la vigilancia en su municipio, y como respuesta recibió el silencio y la indiferencia.
Desde la noche del sábado y durante varios días, la narrativa oficialista tenderá a alinearse en torno a la condena del homicidio, la promesa de justicia y el rechazo a la responsabilidad institucional por los hechos.
Los oficialistas dirán que se enviaron policías y soldados para cuidar al alcalde y a los ciudadanos. Afirmarán que el asesinado se negó a confiar en los elementos federales y hasta pondrán en duda su deseo legítimo de combatir los delitos.
Tacharán a quienes se indignen por el artero homicidio de carroñeros y querrán culparlos de un clima social de linchamiento al gobierno, pero no admitirán la responsabilidad.
Perderán el tiempo y la oportunidad de atenuar el impacto político con acciones claras y con voluntad para combatir seriamente a los grupos delincuenciales.
Luego, los oficialistas y los oficiosos culparán a todos, menos a quienes estructuralmente empoderaron la impunidad.
No hace falta demasiado análisis para encontrar las causas del lamentable asesinato del alcalde y entender la molestia que ayer mismo recorrió buena parte del país.
Hace menos de un mes, un dirigente de productores citrícolas, también de Michoacán, fue torturado y asesinado tras haber denunciado persistentemente la extorsión de los agricultores.
Y así, en cualquier rincón del país se sabe, se ve y se esperan hechos similares, sin importar el color partidista de quienes son asesinados.
Se necesita ser muy objetivo para entender y aceptar que el principal factor que originó el violento homicidio de Carlos Manzo, como el de miles de mexicanos, es la impunidad de quienes actúan al margen de la ley.
Si bien eso ya existía en el pasado, creció y se arraigó durante el gobierno del compañero Andrés Manuel, aunque a sus seguidores no les guste.
Su tozudez al evitar la aplicación de la ley y repartir abrazos a los delincuentes envalentonó y empoderó más a los criminales.
Evadir la responsabilidad de preservar el Estado de derecho y dedicarse a crear distracciones culpando al pasado, para justificar su indolencia cómplice con quienes transgreden la ley en perjuicio de los ciudadanos, fue la constante en el gobierno del compañero Andrés Manuel.
¿Quieren encontrar a los responsables del asesinato de Manzo y de muchos mexicanos más? Hay que voltear a ver a quien prefirió repartir abrazos en vez de aplicar la ley. Crudamente, son los hechos.
PREDECIBLE, LA OFERTA DE AYUDA DE EU
Ayer temprano —antes incluso que la presidenta Sheinbaum—, el subsecretario de Estado de Estados Unidos, Christopher Landau, lamentó en la red social X el asesinato de Carlos Manzo y aprovechó para reiterar el ofrecimiento de su gobierno para colaborar con México en materia de seguridad.
Landau acompañó su publicación con una fotografía de Manzo con su pequeño hijo, momentos antes de ser asesinado. El mensaje es fuerte por la carga emocional y cumple su efecto de generar indignación.
Es claro que, ante la ineficacia para combatir a los criminales y terminar con la impunidad profundizada en el gobierno del compañero Andrés Manuel, la oferta del gobierno norteamericano gana terreno entre quienes optan por esa solución.
TAMAULIPAS Y LOS FOROS SOBRE LA REFORMA ELECTORAL
La discusión sobre la Reforma Electoral vuelve a colocarse en el centro del debate nacional, y esta vez Tamaulipas será protagonista. Los días 6 y 7 de noviembre, seis municipios de la entidad recibirán los foros “Diálogos de Consulta para la Reforma Electoral 2025”.
Los eventos forman parte del programa elaborado por la Comisión Presidencial que encabeza Pablo Gómez Álvarez, en coordinación con el Gobierno del Estado, para hacer una consulta popular.
Los foros se realizarán en las sedes de la Universidad Autónoma de Tamaulipas en Nuevo Laredo, Reynosa, Matamoros, Mante, Ciudad Victoria y Tampico.
El hecho de que los trabajos se realicen bajo el lema “Infórmate. Participa. Dialoga. Transforma», apunta a la apertura y a la necesidad de legitimidad.
En México, la polarización sigue latente, por ello, el rediseño de las reglas del juego político debe ser el resultado de un consenso social que trascienda ideologías y coyunturas.
Los encuentros no se limitarán al análisis técnico del sistema electoral, pues incluirán temas que tocan fibras sensibles: el financiamiento de los partidos, la fiscalización de campañas, la efectividad del sufragio y, por supuesto, el papel de las autoridades electorales.
Cada foto será un espacio donde podrán participar académicos, legisladores, organizaciones sociales y ciudadanía. En teoría, todos con el mismo derecho a opinar sobre cómo deben elegirse y evaluarse a quienes nos gobiernan.
Las conclusiones que surjan de estos foros en Tamaulipas y en todo el país serán entregadas a la presidenta Claudia Sheinbaum en enero.
El resultado de la consulta marcará la ruta del país hacia el siguiente ciclo electoral.
Por. Tomás Briones
