Hay instantes de gloria en esto que llamamos vida, luego todo se olvida. La gloria es efímera y todo lo que empieza termina. A veces hay que comenzar de nuevo ya con más experiencia y sin embargo nada cambia, uno sigue siendo el mismo. No hay otro como uno que se pueda adquirir en la tienda.
Nace uno y empieza el conteo y la observación de nuestrosmovimientos. A partir de hoy decides pertenecer o te hacen pertenecer a la vida. Entonces aunque no quieras pertenecer te precisa.
No todo mundo te observa, tal como ninguno te ignora, aún cuando así lo decida. Es imposible que alguien vea cada rincón. Cada movimiento de una hormiga fue imposible que alguien la viera. El mundo dio vueltas ahí abajo y no nos dimos cuenta.
Nadie es omnipresente para estar en todo, por eso es que somos distintos. Y claro, nos llama la atención aquellos que son en extremo distintos y también aquellos buscan llamar la atención y lo consiguen.
Cada sitio es un mundo, por ello sitios para escuchar son elegidos a la hora de la sinfónica, a un puerto llegan barcos, a cada lugar le toca un lugar de importancia en el universo y sin embargo un error del tamaño de muchos nos detiene en el tiempo.
Es decir, cada existencia es un mundo que se muestra y que al paso descubrimos o nos da una sorpresa. Somos un micro gramo ignorado por otros micogramos y microorganismos y por lo general todos nacimos con las armas suficientes para sobrevivir. De una u otra manera el ser humano se filtra en esos dejos de sobrevivencia que no los demerita sino los engrandece. No todo es comer, vestir bien, una cuenta bancaria en fin. No sé; baste al día un kilo de fe, medio de esperanza con una taza de café.
Todo se puede desde cualquier circunstancia de la vida. Ejemplos hay muchos. Hubo quienes a raíz de una falsedad iniciaron una guerra, Julio Cesar, el emperador, era soldado y un día se regresó al palacio, decidió ser senador y lo consiguió. Julio César era una hormiga, pero su potencia, desconocida, lo llevó a la trascendencia de la historia. Nadie la vio venir, sino es que se lo hubieran impedido. A esos romanos les debemos las carreteras que van al fin del mundo. Todavía existen.
Mientras vivas hay esperanza. Puede uno sentirse solo y de repente pasar alguien. Cuenta observar con tranquilidad los movimientos, los espacios. abiertos, la naturaleza y el esplendor, el aire puro y libre como sólo puede estar uno. Y es todo. A lo lejos alguien canta a su ritmo.
No estamos hechos el uno para el otro sino al contrario, cada quien pone un polo con el cual nos atraemos de manera inevitable. Nadie es nada. El vacío no existe ni en una probeta.
Adentro de nosotros existe otro que desea mostrarse abiertamente. Mil objeciones se lo han impedido. La principal traba es uno mismo, pues siempre sacamos al frente de batalla al monstruo que también somos con afanes de protección y sobrevivencia. No somos a quienes vemos en el espejo. Somos lo que quieren ver los demás con sus propios ojos.
Por más que se desee no se puede a ser menos a nadie, nadie es menos, nadie mejor que nadie, nadie bueno y nadie malo, nadie sabe cuál es tu posición en la rueda de la fortuna. No sé nada, nada más en el pequeño espacio que ocupo estoy pensando. No es importante que te vean, eso es relativo en este tiempo de redes sociales. «El güero» un lomito de la torre bicentenario es más importante que yo. Pudiese ser. Y como Rigo Tovar : no me duele decirlo.
HASTA PRONTO




