4 diciembre, 2025

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Doña Paty, sazón y pasión por la cocina

Desde hace más de 40 años se ha dedicado al arte de la cocina, un oficio que la ha convertido en una figura querida y reconocida por su clientela.

ALTAMIRA, TAMAULIPAS.- La señora Fausta de la Torre Loredo, mejor conocida como «Doña Paty», es un referente de la gastronomía de la zona centro de Altamira.

Desde hace más de 40 años se ha dedicado al arte de la cocina, un oficio que la ha convertido en una figura querida y reconocida por su clientela.

​Doña Paty tiene 66 años de edad, es originaria de Tamuín, San Luis Potosí, llegó a los 13 años al municipio de Altamira y relata que su amor por la cocina inició desde que era una «chamaca».

La idea nació en el taller de herrería de su esposo, José Manuel Ruiz Reyes, con quién tuvo una hija, mientras él hacía trabajos, ella cocinaba y sus primeros clientes fueron los empleados de la Presidencia Municipal.

Al enviudar, no detuvo su labor, sino que la consolidó por medio de la sazón y de los bajos precios que siempre ha manejado.

A pesar de que la zona centro de Altamira registra un incremento en la apertura de fondas y restaurantes, Doña Paty sin tanta promoción ha logrado destacar, “ya es una clientela ya acreditada, para mí, hay personas que tienen muchos años viniendo”.

Con la llegada de tiendas al primer cuadro de la ciudad, los negocios de comida han tenido un repunte en los últimos tres años.

“Pues sí, bastantes. Ya hay muchos. Pero cuando yo empecé pues nomás éramos poquitos. Era la señora de la plaza, la señora que vende los tacos de barbacoa y yo”.

En el “Comedor Paty”, localizado en calle Francisco Javier Mina, entre Quintero y Benito Juárez se ofrecen gorditas, tostadas, quesadillas, tacos de harina, enchiladas, sopes y sus famosos molotes rellenos de carne molida y preparados con su receta secreta.

“Los lunes ofrece sopes, flautas y quesadillas; los martes, gorditas rellenas de guisados; los jueves son de enchiladas y entomatadas; y los viernes, tacos de harina (…) los miércoles la gente ya sabe, son los molotes”.

​Doña Paty reveló que los molotes aprendió a elaborarlos en Poza Rica, en cuya ciudad vivió una temporada con su suegra.

​Su historia es un testimonio de constancia y pasión por la cocina, un legado que, pese a los años y los cambios en la vida, sigue ofreciendo el sabor de la tradición.

“A veces me tengo que ir una temporada y cierro el negocio, luego regreso, ya nomás les aviso que estoy y luego vuelven los clientes, ya me conocen”, concluyó Fausta de la Torre Loredo.

Por. Óscar Figueroa
La Razón

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