4 diciembre, 2025

4 diciembre, 2025

La generación ausente

Zoon Politikon/José L. Archundia

La marcha presentada como un despertar de la Generación Z terminó en Tamaulipas desmintiendo su propio discurso, la expectativa de ver un bloque juvenil articulado se diluyó en cuanto las calles mostraron contingentes pequeños y dominados por personas muy lejos de ese rango de edad.

Los reportes de Victoria, Tampico y Reynosa confirman que la movilización ocurrió, pero sin la participación que la narrativa digital prometía, la presencia juvenil fue marginal, casi decorativa, lo que evidencia que el llamado no surgió de estructuras juveniles ni conectó con sus espacios naturales.

En Tampico el comportamiento ciudadano mostró la distancia entre discurso y hechos, unas doscientas o trescientas personas se congregaron, en su mayoría adultos reconocibles por su presencia en protestas anteriores, la movilización no atrajo a jóvenes y no reflejó la identidad generacional que se promovió.

En Ciudad Victoria la movilización exhibió un escenario aún más claro, grupos pequeños, sin vocerías juveniles y con predominio absoluto de adultos, la ausencia de estudiantes, jóvenes trabajadores o colectivos vinculados a la agenda Z reveló que la convocatoria no logró penetrar en ese segmento social.

En Reynosa la dinámica confirmó el patrón estatal, la marcha avanzó con orden pero con participación mínima, la expectativa de un bloque joven articulado quedó reducida a unas cuantas presencias aisladas, lo que refuerza la idea de que la etiqueta generacional se utilizó sin sustento real.

El análisis digital expuso un elemento determinante, decenas de cuentas sin actividad previa impulsaron la convocatoria, muchas con fotos genéricas o nombres reciclados, varias replicaban mensajes idénticos, un comportamiento que coincide con operaciones diseñadas para simular apoyo donde no lo hay.

La presencia de perfiles vinculados a grupos opositores completó el cuadro, estas cuentas aprovecharon la etiqueta Z para proyectar un descontento juvenil masivo, empujaron tendencias, repitieron consignas y buscaron instalar una narrativa que en los hechos no tuvo correlato en ninguna ciudad del estado.

La diferencia entre la fuerza electoral real de los jóvenes y su mobilización efectiva fue evidente, México tiene cerca de 25 millones de electores jóvenes y Tamaulipas más de 730 mil, pero ninguno de esos números se reflejó en la marcha, lo que confirma que la convocatoria no tuvo origen generacional.

El operativo estatal se mantuvo en un nivel discreto y la jornada cerró sin incidentes, esto permitió observar con claridad el fenómeno central, la marcha no falló por logística o seguridad, falló porque no representaba a quienes decía convocar, la base juvenil nunca apareció ni se apropió del espacio público.

El contenido de la convocatoria muestra que la etiqueta Z se utilizó como herramienta política, no como reflejo de una movilización auténtica, los mensajes que circularon buscaban impacto mediático más que articulación social, y la falta de jóvenes terminó invalidando el supuesto carácter generacional del evento.

El contraste final es contundente, la marcha mostró que la construcción digital de una narrativa no puede sustituir la presencia real del grupo que se pretende representar, el intento de construir un movimiento juvenil desde actores ajenos a esa generación terminó exhibiendo la debilidad de la estrategia.

Para los procesos de 2027 y 2028 queda una advertencia, la generación Z exige causas legítimas, liderazgos propios y agendas claras, no campañas diseñadas desde operadores políticos que buscan apropiarse de símbolos juveniles, la jornada del 15 confirmó los límites de esa manipulación y dejó expuesta su fragilidad.
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