TAMPICO, TAM.- Desde hace cuatro décadas, un hombre sencillo y de paso firme se ha convertido en parte del paisaje y de la memoria afectiva del centro de Tampico.
Antonio Lucas Medina, originario de Tempoal, Veracruz y vecino de Pueblo Viejo, cruza todos los días el río Pánuco en lancha para cumplir con una misión que parece pequeña, pero que alegra a cualquiera: vender nieves y paletas.
Su jornada empieza temprano. Baja en la colonia Cascajal para recoger el carrito asignado por Cremosa, y a pie avanza hacia el primer cuadro de la ciudad. No necesita más publicidad que su corneta, ese sonido clásico que anuncia que Don Antonio ya está cerca.
Entre sus productos, la nieve de fresa con coco es la reina, aunque las paletas de agua de tamarindo, limón, chamoy; de leche, fresa y otros sabores. Siempre encuentran manos que las buscan, sin importar el calor o la estación.
Antonio expresa su jornada laboral.
“Cruzo el 106, voy al Cascajal… Aquí en la plaza de la Libertad o en el mercado nuevo… Tamarindo, limón, chamoy en paletas… Nieve napolitana o de galleta oreo”, cuenta con la naturalidad de quien ha hecho este camino miles de veces.
Don Antonio es esposo de Camila y padre de nueve hijos: Celso, Pedro, Eleno, Eva, Manuel, Francisco, Antonio, Fortino y Ana.
En 1978 trabajaba para una compañía contratista de plataformas marinas. Al quedarse sin empleo, no se rindió: decidió vender nieves, paletas y dulces de vitrina para sacar adelante a su familia.
Hoy, con orgullo, habla de sus 26 nietos y 8 bisnietos, y de cómo cada uno de sus hijos encontró un oficio o una carrera gracias a aquel esfuerzo constante, silencioso y diario.
Cuando llega el invierno y la venta de nieves disminuye, Don Antonio no se queda cruzado de brazos: ofrece algodones, manzanas cubiertas de caramelo y pirulis, manteniendo viva la tradición de los dulces que acompañan la infancia de muchas generaciones.
Su historia es la prueba de que la dedicación y el trabajo honesto, aunque humildes, dejan huella. Y mañana, como todos los días, volverá a sonar su corneta entre las calles del centro, recordándonos que aún existen personas que endulzan la vida… una nieve a la vez.
Cynthia Gallardo
Fotos: Cristian Lacarriere
Expreso-La Razón




