CIUDAD VICTORIA, TAM.- “Quiero llegar a la NBA y representar a mi país”. Con esas palabras describe su sueño máximo uno de los basquetbolistas mexicanos con mayor potencial en la actualidad, orgullosamente victorense: Óscar González Flores, también conocido como ‘Cubanito’.
Con sangre mexicana por su madre y raíces cubanas y españolas por parte de su padre, está por cumplir apenas 15 años pero ya presume una carta de presentación imponente: mide 2 metros con 8 centímetros y posee un talento natural con la pelota de baloncesto.
Por extraño que parezca, en su familia no hay ningún lazo con el básquetbol. No existen antecedentes deportivos en ese camino, pero el destino y Dios, ya le tenían trazada la ruta.
El futbol fue su primer amor. Soñaba con ser como Lionel Messi y jugar algún día en el Barcelona o en Rayados de Monterrey. Sin embargo, su vida deportiva dio un giro de 180 grados, casi por casualidad… y porque un día simplemente se quedó sin entrenar.
“Yo jugaba futbol, empecé como a los 5 años, mi mamá me metió porque un tío le dijo. Yo era muy inquieto y querían que hiciera algún deporte. Jugué en Correcaminos y Rayados, pero un día el profe que tenía se tuvo que ir a Monterrey y dejó al equipo de Correcaminos”, explicó en entrevista con Oé!.
Sin equipo, él y su mamá salieron a buscar opciones sin saber exactamente dónde acudir. Así llegaron a la Unidad Deportiva Adolfo Ruiz Cortines, mejor conocida como el Estadio: un lugar donde nacen y crecen muchos sueños… como el de Óscar.
“Me quedé sin entrenar, pero mi mamá me dijo que fuéramos a buscar un equipo de futbol. Pasamos por las canchas de basquetbol, miré entrenar a un equipo y le dije que me metiera, que quería entrenar unos días para probar. Y entrené”, contó.
Mystics, de la entrenadora Maribel, fue su primer equipo. Tenía alrededor de seis años y empezaba a probar las mieles del deporte ráfaga, que con el tiempo le harían dejar de lado el futbol. “No me arrepiento, me sigue gustando el futbol, lo veo, pero el básquetbol se volvió mi vida”, puntualizó.
Físicamente ya comenzaba a notarse que sería distinto a los demás. En una ciudad donde el promedio de estatura de un hombre ronda el 1.70, él ya avisaba que podía llegar más lejos.
Apenas con algunos meses en el básquetbol, su progreso era increíble. A los siete años ya jugaba con niños de 11 y 12. “Fui a un nacional siendo mucho más chico de edad, pero en estatura estaba igual que ellos. Tenía poco entrenando, pero me metían para defender. Aún me faltaban muchas cosas por mejorar, pero son experiencias que me ayudaron”, relató.
SU SALTO PARA SER DE LOS MEJORES
Óscar, un joven serio pero lleno de metas, se dedicó a entrenar siempre con el apoyo de sus padres. Hace un par de años comenzó su mejor etapa en el básquetbol juvenil, representando a Tamaulipas y a México en los mejores escenarios.
Hace dos años y medio recibió su primer llamado para representar a su estado, algo que no fue sencillo y que él tomó como una motivación enorme para seguir.
“Hicieron un torneo estatal, vieron a todos los jugadores. Me eligieron a mí, y sentí muy padre porque representar a Tamaulipas en una selección es algo único”, subrayó.
Nada ha sido fácil: asegura que desde hace tiempo entrena alrededor de cuatro horas diarias para mantener un nivel físico y técnico competitivo. “Sentí que valió la pena todo, porque entreno cuatro horas aproximadamente”.
Ese proceso lo llevó a ganar torneos, medallas y reconocimientos locales, estatales y nacionales, hasta que llegó el llamado a la Selección Mexicana, nuevamente siendo uno de los menores.
Formó parte del proceso Sub-16 siendo el más chico, con apenas 14 años recién cumplidos. Participó en el AmeriCup 2025, donde fue de los mejores del torneo en bloqueos y eficiencia, según FIBA.
“Fue un torneo inolvidable. Representar a México es lo mejor que se puede vivir. Aprendí mucho y me sentí orgulloso de cantar el himno nacional. Voy por más”, aseguró.
CAMPEÓN NACIONAL Y MVP
El 2025 ha sido un año extraordinario para Óscar. Además de representar a México en un torneo internacional, fue campeón nacional, destacando como uno de los mejores del certamen.
“Nos tocó ser campeones y es la primera vez que gano algo de ese nivel. Estoy muy contento de traer una medalla de oro para Tamaulipas y de que se noten los frutos del trabajo”, dijo.
DEJARÁ SU CASA PARA BUSCAR SU SUEÑO
Con nostalgia, pero también con una enorme ilusión, Óscar confirmó que en los próximos meses hará maletas de ropa, ilusiones y muchos sueños para viajar más de 8,400 kilómetros rumbo a España.
“En mi proyecto tengo todo listo. Me voy a ir a España a trabajar más y tomar experiencia”.
González Flores llamó la atención de entrenadores y escuelas de Estados Unidos y Europa, pero finalmente él y su familia decidieron que España sería el destino ideal para continuar su desarrollo deportivo y académico.
“Sí es difícil dejar a mis amigos, a mis papás, a mi familia. Todo será diferente, pero me estoy mentalizando para que no me afecte el cambio. Creo que es para mejorar y para acercarme a mi sueño”.
EL SUEÑO DE LLEGAR A LA NBA
Óscar recuerda que alrededor de los diez años se dio cuenta de que su talento y su físico podían llevarlo lejos. Viendo a LeBron James coronarse en la temporada 2019-2020, nació la chispa que se convirtió en su sueño más grande.
“Yo veo mucho NBA y mi jugador favorito es LeBron James. Lo vi jugar muchas veces y cuando tenía diez u once años dije que quería llegar ahí. Me di cuenta de que podría lograrlo, quiero llegar a la NBA, y ser seleccionado nacional mayor”, comentó.
Hoy está convencido del camino. “Sé que tengo que esforzarme más, trabajar más y seguir entrenando para llegar a la NBA. Me veo jugando allí, con el hijo de LeBron en los Lakers”.
Por último, Óscar no olvida su origen ni a quienes lo guiaron: “Primeramente se lo dedico a mis papás y a mis entrenadores. Gracias a ellos y a mi trabajo estoy aquí, también a quienes me apoyaron”, dijo quien actualmente milita con Longhorts y que ha recibido apoyo de amigas, amigos de la familia, INDE, pero sobre todo su familia.
Además aprovechó para mandarle un mensaje a sus padres: “Muchas gracias, papás, por todo el esfuerzo que han hecho y el apoyo que me han dado desde chico. Les agradeceré siempre”.
Y mientras la mayoría ve en la NBA un sueño improbable, Cubanito la visualiza como un destino que tarde o temprano alcanzará. Él sabe que el camino es largo, exigente y reservado para muy pocos… pero también entiende que cada generación tiene a alguien que rompe el molde, que desafía las estadísticas y que convierte las dudas en impulso.
Porque si solo seis mexicanos han llegado a la liga más poderosa del planeta, él quiere ser el séptimo. Y no por ego, sino para demostrarle a todo niño victorense, tamaulipeco o mexicano que los sueños no tienen código postal; que desde una ciudad pequeña también se puede apuntar alto, tan alto como un aro que parece inalcanzable.
Al final, su historia aún está en proceso, pero su determinación ya está escrita. Cubanito no solo entrena para jugar… entrena para trascender. Y cuando uno carga un sueño tan grande como su estatura, llega un punto en el que el futuro deja de ser un “quizá” y se convierte en una promesa. Una promesa que, tarde o temprano, intentará cumplir en la duela más grande del mundo.
POR DANIEL VÁZQUEZ
EXPRESO-LA RAZÓN




