8 diciembre, 2025

8 diciembre, 2025

La oposición en el limbo

HORA DE CIERRE/ PEDRO ALFONSO GARCÍA RODRÍGUEZ

La idea de una Cuarta Transformación prevalece como eje fundamental para la supervivencia de Morena. Y, lejos de los romanticismos que pregonaron personajes como el mismo expresidente Andrés Manuel López Obrador, algo es evidente: la vida política del país cambió por completo. El libreto que por décadas adoptaron los políticos mexicanos quedó obsoleto, además de sumarse la crisis de partidos que arrastran hasta la fecha.

El oasis de la 4T como refugio del poder propició la pulverización de los partidos políticos en general, por la forma en que adeptos de todos los colores se sumaron a Morena.

Debe señalarse también que el hecho de autodenominarse Movimiento y no partido implica renunciar —al menos en el discurso— a las estructuras tradicionales.

La efectividad de la plataforma de Bienestar Social concentra el ánimo de una población que lucha diariamente contra la pobreza y que requiere acudir al auxilio del Estado.

La oposición, en todos sus sentidos (PRI, PAN, MC), no puede nadar a contracorriente al momento de opinar sobre los programas sociales, que en números reflejan un cambio sustancial en el nivel de vida de amplios sectores de la población.

En el caso del PRI, la idea de denostar la presencia del Estado contradice una de sus etapas de mayor esplendor político, y fue precisamente su abandono de ese modelo —al adoptar el neoliberalismo— lo que lo alejó de su militancia de base.

En el caso del PAN, miles de muertos después y con una inflación sin precedentes, quedó claro que el país, además de convertirse en un cementerio, vio acentuarse drásticamente la desigualdad social durante los dos sexenios gobernados por sus colores.

Movimiento Ciudadano, al igual que Morena, concentra todo tipo de corrientes que, al final, provienen exactamente del mismo lugar: las élites.

Por naturaleza, su desconocimiento de las necesidades reales de la población o su intento de resolverlas sin evitar prácticas del pasado les impide crecer, pese a sus buenas intenciones de apoyar a una ciudadanía que no comprenden del todo y, sobre todo, de hacerlo mediante políticas de gobierno.

Y esa tal vez es la principal fortaleza que (aún) conserva Morena como partido, aunque con el tiempo, y con suficientes imposiciones de figuras políticas, podría generar un efecto similar al que debilitó a la oposición.

O bien, la ausencia de cuadros emergentes, justo en el momento en que la presidenta Claudia Sheinbaum ha decidido frenar las reelecciones para permitir una mayor movilidad política, podría convertirse en un riesgo interno.

Los reductos de la oposición que intentaron afianzar su permanencia en el poder en regiones específicas del país ahora enfrentan una nueva realidad.

Del reparto entre familiares o la reelección automática, ahora deberán distribuir el poder y contar con suficientes figuras para postular.

Es, en el fondo, la resurrección de la maquinaria electoral del pasado, que permaneció apagada durante el obradorismo por la necesidad presidencial de afianzar poder en liderazgos regionales y cacicazgos.

Lo que debería ser un área de oportunidad los encuentra sin bases sólidas sobre su visión de país y el modelo que pretenden seguir.

Y en paralelo, aparece la posibilidad de fisuras en Morena y sus partidos satélite.

Por. Pedro Alfonso García Rodríguez

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