CIUDAD VICTORIA, TAMAULIPAS.- La temporada decembrina suele asociarse con fiestas, aguinaldos, regalos, convivios y descansos laborales.
Sin embargo, detrás de cada tradición existe un trasfondo espiritual que, para la Iglesia Católica, marca uno de los momentos más trascendentes del año: la celebración del nacimiento de Jesús. En entrevista, el padre Lolo ofrece una visión amplia y detallada de lo que representa verdaderamente la Navidad y del camino de preparación que la antecede.
La Navidad como celebración de la esperanza
Para la Iglesia, la Navidad simboliza “el nacimiento de nuestra salvación”, expresa el sacerdote. Jesús es visto como la luz que permite aspirar a la vida eterna, motivo por el cual su llegada adquiere un carácter festivo y profundamente espiritual.
Esta solemnidad no inicia el 24 de diciembre, sino cuatro semanas antes con el tiempo de Adviento, un periodo de preparación que invita a la reflexión, la esperanza y el acercamiento a la fe.
El Adviento y su corona: un símbolo que explica todo
La corona de Adviento aparece como uno de los elementos más importantes. Su forma circular refleja el amor infinito de Dios; el follaje verde, la esperanza; las velas, la luz de Cristo.
Las primeras dos velas moradas se encienden los primeros domingos; la vela rosa anuncia la alegría porque el nacimiento está cerca, y la última morada cierra el ciclo previo a la Navidad. El listón rojo que la rodea representa el amor divino que envuelve la vida de cada creyente.
El nacimiento: un altar para recibir a Jesús
Aunque el árbol navideño se volvió un adorno común en los hogares, el padre Lolo destaca que su relevancia es secundaria frente al nacimiento.
Esta tradición remonta a San Francisco de Asís, quien recreó por primera vez la escena con personas y animales reales. Hoy se conserva por medio de figuras que recuerdan el momento sagrado en que Jesús llegó al mundo.
Colocar al Niño Dios el 24 por la noche y “arrullarlo” simboliza el cariño y la adoración que los creyentes ofrecen al recién nacido, del mismo modo que lo hicieron pastores y magos. Los dulces que se reparten al finalizar este acto representan alegría y bendición.
Una fecha que invita a regresar a la fe
El sacerdote lamenta que algunas familias hayan dejado de montar el nacimiento o de incluir momentos de oración en reuniones y posadas.
Explica que diciembre se llena de festividades —como la Inmaculada Concepción, San Juan Diego y la Virgen de Guadalupe—, pero todas deben recordar el amor de Dios y su presencia en la vida cotidiana.
Para él, la fiesta del 24 y 25 de diciembre conserva un significado especial.
En comunidades como Jiménez, donde actualmente oficia, las misas de Nochebuena congregan a multitudes que buscan reconectar con la fe antes de la cena familiar.
Tradiciones que siguen vivas
Otras celebraciones como el Día de los Santos Inocentes o la Epifanía del 6 de enero también guardan historias de fe.
La rosca de reyes, por ejemplo, recrea la búsqueda del Niño Dios por parte de los magos, mientras que la figura escondida dentro del pan simboliza la presencia de Jesús.
Las pastorelas, aunque menos comunes que antes, representan de manera teatral el viaje de los pastores hacia el Salvador y la lucha constante entre el bien y el mal.
Por. Raúl López García
Fotos: Jorge Castillo
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